La utilización de plantas de la flora canaria en jardines se lleva realizando desde hace mucho tiempo en diferentes regiones del mundo.
Algunas especies fueron cultivadas en prestigiosos jardines europeos mucho antes que en el propio archipiélago, gracias al valor otorgado a nuestra flora por los numerosos viajeros científicos que se interesaron por la naturaleza de nuestras islas en siglos pasados.
Hoy en día, como tantas actividades, la jardinería se ve afectada por la globalización, comercializándose las mismas especies ornamentales en los cinco continentes. La flora canaria tampoco queda al margen de este fenómeno ya que resulta muy apreciada por su singularidad e interés estético.
Es frecuente la presencia de palmeras y dragos canarios en avenidas, parques y jardines de muchos países, pero este fenómeno también afecta a otras especies; hoy es posible, por ejemplo, encontrar pininanas (Echium pinana), un tajinaste endémico de La Palma, en jardines del sur de Inglaterra o en Australia, siemprevivas de Teno (Limonium perezii) en la costa de California o en Israel y bejeques de varias especies en la isla sur de Nueva Zelanda. Desafortunadamente, algunas de ellas se han convertido en auténticas ‘invasoras’, provocando graves problemas medioambientales.
Una actividad no exenta de riesgos
La plantación de especies autóctonas en jardines de las islas no es algo nuevo. Palmeras y dragos han embellecido múltiples rincones de ámbito público o privado desde hace siglos.
Tanto en jardines particulares como en humildes casas terreras se cultivaban desde antaño siemprevivas (Limonium spp.), bejeques (Aeonium spp.) y lágrimas de la Virgen (Pancratium canariense).
La introducción más generalizada de la flora nativa en los espacios verdes de las islas comenzó a realizarse a finales del siglo pasado. El avance del conocimiento científico relacionado con la biología, distribución y genética de las especies puso de manifiesto los riesgos que esta práctica podía acarrear. La presencia de numerosos endemismos insulares y locales, con áreas de distribución natural muy pequeñas, junto con la gran variabilidad genética entre poblaciones de la misma especie hicieron saltar todas las alarmas. El riesgo de hibridación por coexistencia entre especies de algunos géneros propensos o la contaminación genética de las poblaciones naturales por fecundación cruzada con plantas cultivadas en los jardines obligó a aplicar normas de regulación de la actividad mucho más restrictivas.
Gestión de especies
La elección de las especies utilizadas obedece a tres criterios principales: su adaptabilidad a las condiciones ambientales del lugar, la inexistencia de riesgos ambientales generados por su presencia y su potencial ornamental estimado.
No obstante, el patrimonio vegetal del Jardín Experimental con Plantas Autóctonas de Tenerife procede en parte del antiguo jardín de plantas canarias. Muchos ejemplares de especies hoy en día protegidas, como el oro de risco (Anagyris latifolia) han podido ser, por suerte, conservados. Sin embargo, en conformidad con los criterios establecidos por las instituciones ambientales, se optó por eliminar todos aquellos taxones (especies o subespecies) procedentes de otras islas, para trabajar solamente con plantas nativas de Tenerife. Se renunció también a introducir o conservar aquellos endemismos locales propios de zonas alejadas de La Laguna, pertenecientes a géneros propensos a la hibridación.
Gestión de especies
La elección de las especies utilizadas obedece a tres criterios principales: su adaptabilidad a las condiciones ambientales del lugar, la inexistencia de riesgos ambientales generados por su presencia y su potencial ornamental estimado.
No obstante, el patrimonio vegetal de JEPAT procede en parte del antiguo jardín de plantas canarias. Muchos ejemplares de especies hoy en día protegidas, como el oro de risco (Anagyris latifolia) han podido ser, por suerte, conservados. Sin embargo, en conformidad con los criterios establecidos por las instituciones ambientales, se optó por eliminar todos aquellos taxones (especies o subespecies) procedentes de otras islas, para trabajar solamente con plantas nativas de Tenerife. Se renunció también a introducir o conservar aquellos endemismos locales propios de zonas alejadas de La Laguna, pertenecientes a géneros propensos a la hibridación.