Coordenadas del africanismo

martes 01 de octubre de 2019 - 13:32 CEST

Hacia finales del siglo XIX varios países europeos empezaron a pujar por los territorios africanos, siendo una cita histórica las conferencias de Berlín en 1884-1885. La hegemonía de las dos potencias imperiales más notables del momento, Francia y Gran Bretaña, dejan a España en un lugar secundario y su modelo colonial en retroceso hasta el año 1898, momento en que pierde sus colonias de ultramar más significativas.

Con esta pérdida parece ponerse fin a la era imperial española, en su día hegemónica, principalmente por el dominio en el continente americano, tras 1492, con el tráfico de esclavos y el comercio de oro. Pero el dominio imperial español no comienza ni acaba en América Latina. En ese momento se produjo un giro africano en los intereses españoles, resaltando la importancia geopolítica de Canarias y de las colonias que España tenía bajo posesión en África: Guinea Ecuatorial, Sáhara Occidental, Ifni y el norte de Marruecos.

¿Qué es el africanismo?

El africanismo español es un discurso geopolítico y colonial que nace en este contexto. Lanza una mirada imperialista que trata de investigar diversos aspectos de las colonias, pero que también sirve para justificar la intervención española.

El africanismo es una forma de conocer África, claramente marcada por las dinámicas coloniales: se persigue conocer África para dominarla. Pero estos conocimientos también son construidos, ya que están mediados por representaciones interesadas y estereotipadas de los territorios que son estudiados. Es un discurso sistemático, hegemónico, constructivista y patriarcal. Mira a África (una parte de ella que pasa a significar el todo) desde una posición concreta marcada por la raza, el sexo, la clase y la diferencia colonial.

No obstante, también era un discurso ambivalente que jugaba a justificar la presencia española en el continente separándose del imperialismo hegemónico de la época y presentando a España con un aura de humanismo católico, cercanía geográfica, comprensión antropológica e, incluso, con un fondo patrimonial común, visible en el legado de Al-Ándalus.

Debido al carácter geopolítico de estas incursiones, las representaciones de África fueron promovidas inicialmente por militares españoles de cierto rango en aquellas plazas. Con el tiempo y la revalorización de las colonias debido a las materias primas encontradas en ellas, intelectuales y expertos de todos los campos (geólogos, ingenieros, demógrafos, antropólogos, etc.) fueron movilizados para participar de este africanismo y hacer plausible esta mirada.

Los militares, desconectados de los paradigmas globales en antropología, sociología, geografía e historia, fueron aproximando puntos a este discurso que pretendía ser la verdad última sobre África. Juntos, formulando o participando de un discurso común, fueron aunando información en una visión holística del continente reflejada en una multitud de textos, informes y libros.

Periodo franquista

En el franquismo, el proyecto del africanismo se vio resignificado por los ideales imperiales de Franco, que tuvo en los territorios africanos y en sus gentes un punto nodal importante para la instauración del golpe militar de 1936. A esta corriente africanista se suma en aquel momento la creación del Instituto de Estudios Africanos (IDEA).

Si bien España seguía en clara desventaja en el desconcierto geopolítico, la ambición del IDEA, su sistematicidad, los fondos destinados, la amplia labor de edición y la insistencia y concentración de este saber africanista mostraron la efectividad en el control de los cuerpos y la construcción de saberes vitales para el dominio en las colonias.

La implicación del africanismo como discurso colonial también tenía efectos en la metrópoli. Los textos y materiales de IDEA sirvieron, además, para dar a los nacionales españoles otro mapa emocional de África y para hacer una cierta intervención pedagógica útil para el colonizador de estas tierras y para formar a toda una sociedad en asuntos africanos.

Pero desplegar ese saber total y acceder a todos los recovecos de la realidad africana no solo se convirtió en una tarea imposible, sino que definía más los anhelos de los investigadores africanistas que la posibilidad real de abarcar su objeto de estudio. Nunca una imagen pudo captar la totalidad del África de posesión española. Porque aunque una imagen tenga una fuerza incontenible, nunca prodrá reflejar todo el espectro representativo de los proyectos imperialistas y nacionalistas. La realidad era y es mucho más compleja. Retratando a sus gentes, las ciudades, los objetos, el paisaje desértico y selvático se actuaba en realidad cortando y delimitando, conteniendo el tiempo, congelando…

El nuevo africanismo

Teniendo en cuenta que esta visión del africanismo fue más incisiva durante la dictadura de Franco, cabe preguntarse qué ocurrió con la modernización democrática, con la entrada en el marco europeo y las nuevas visiones del continente africano, no visto ya como un ente misterioso, sino como un lugar asociado a la pobreza global, las guerras y las enfermedades.

Los destinos de África y España divergieron en el transcurso del proceso de modernización e inclusión en el escenario global. Llegamos a la globalización con la mutación de este discurso y con una nueva representación de África. ¿Qué significa entonces el africanismo hoy día? ¿Sigue dominado por dinámicas coloniales? ¿Quedaría el africanismo español limitado solo a organismos gubernamentales?

Canarias-África

Canarias representa un espacio de ambivalencia donde la cercanía al continente es vista de manera contradictoria. Mientras se habla de vivir de espaldas a África, la élite comercial sueña con invertir en sus costas. En medio de esta tensión, los migrantes africanos llegados en patera revelan la complejidad de la geopolítica y el discurso africanista. ¿En un lugar como Canarias, unas islas africanas, se puede hablar de un africanismo canario diferente al español?