Agua y vida en el pasado, presente y futuro de Tenerife

De las entrañas de la tierra

Muchos son los pueblos de esta provincia que tienen agua en abundancia: estos son ricos; pero son más los que careciendo de agua viven en la miseria, en el abandono, en la incultura; y es necesario hacer que desaparezca la pereza que entumece nuestros miembros y trabajar por la muy necesitada repoblación de los montes y por la perforación de pozos artesianos para obtener con éxito el engrandecimiento y bienestar de Canarias.
En distintos puntos de esta provincia se ha practicado con éxito el alumbramiento de aguas por medio de la perforación de pozos; y esto, que representa para el pueblo que antes vivía sumido en la miseria, un porvenir risueño, es de gran necesidad que todos lo sepan, é imitemos todos el laudable proceder de estos pueblos

La Gaceta de Tenerife, 24 de junio de 1912

En el siglo XX, los pueblos de Tenerife que la naturaleza había dotado de agua o cuyos habitantes la habían buscado con esfuerzo e ingenio eran más prósperos que aquellos que carecían de ella. La clave, en términos modernos, para lograr el mayor crecimiento económico y bienestar social estaba en la obtención de dicho bien, extrayéndolo de las entrañas de la tierra. El agua significaba progreso, futuro, vida.

A comienzos de ese siglo, a la perforación de pozos tradicionales y galerías-naciente, le siguió la de galerías convencionales (más profundas). Estas se iniciaron en la dorsal NE de la isla y en un contexto marcado por el desconocimiento hidrogeológico generalizado y notables carencias técnicas. Gracias a estas captaciones, el volumen de agua disponible aumentó, aunque aún de forma limitada, destinándose, preferentemente, al desarrollo de las zonas de regadío.

Fue a partir de los años cuarenta cuando los trabajos de obtención de agua subterránea, a través de galerías convencionales y, más tarde, pozos, aumentaron de manera espectacular y se extendieron por gran parte del territorio. La mitad del siglo XX constituyó una etapa clave en la historia del agua y la economía en Tenerife, ya que fue el momento a partir del cual se extrajo la mayor cantidad de agua de sus entrañas. En paralelo, en la isla se iban proyectando y ejecutando, además, numerosas infraestructuras hidráulicas (canales, embalses y un sinfín de pequeñas actuaciones ).

Es importante subrayar que la labor de sacar agua del subsuelo se realizó gracias al esfuerzo de trabajadores que dejaron en ello su salud (o su vida) y que permanecían mucho tiempo alejados de sus familias. Asimismo, se llevó a cabo, principalmente, con los ahorros de hombres y mujeres humildes (pequeños agricultores, emigrantes retornados, etc.) que veían en esa inversión la manera de poder regar las tierras, mantener a sus seres queridos y dejar una herencia. Por desgracia, no todas las galerías encontraron el preciado bien, por lo que el dinero y las ilusiones de muchas de estas personas quedaron enterrados con ellas.

Hasta los comienzos de los noventa, la gestión del agua la llevaron a cabo casi en solitario organizaciones locales privadas; unas de carácter histórico (como es el caso de los Heredamientos) y otras más recientes vinculadas a la perforación de galerías y pozos: las comunidades de aguas. El papel de la Administración Hidráulica (estatal hasta los años ochenta) fue secundario; este estaba centrado, primordialmente, en lo relacionado con las autorizaciones y permisos. Por aquel entonces, no había política de aguas ni planificación hidrológica, sino una situación en la que los distintos actores hídricos buscaban el recurso hídrico del subsuelo de la isla y lo ponían en uso allí donde se consideraba que era más rentable, interviniendo en ello los mercados de agua. La Ley de Aguas de 1990 supuso un punto de inflexión en esta situación.

En conclusión, la búsqueda de agua en Tenerife estuvo motivada, como factor principal, por la rentabilidad de los cultivos de exportación, el motor económico de la isla hasta la irrupción del turismo en los sesenta. Obtener agua subterránea permitía cultivar plátanos y tomates, y ello significaba prosperidad. Así, la superficie de regadío se fue extendiendo poco a poco por las costas y medianías bajas de Tenerife, llegando incluso a ser superior en la vertiente sur en 1973: el 51,21% frente al 48,78% (MOP-UNESCO, 1975, III: 9).

Imagen superior: Fincas de platanera en la Rambla de Castro (1900-1905). Fuente: FEDAC.

Referencias y fuentes

APHI. 1989. Plan Hidrológico Insular de Tenerife. Avance: Bases para el planeamiento hidrogeológico. Santa Cruz de Tenerife: Cabildo Insular de Tenerife.

Braojos Ruiz, Juan José. 2023. Alumbramientos, agotamientos y fracasos. En los 175 años de historia de las galerías de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife: Consejo Insular de Aguas de Tenerife, Cámara Insular de Aguas de Tenerife, Colegio de Ingenieros de Obras Públicas de Santa Cruz de Tenerife.

Hoyos-Limón Gil, Adolfo. 2022. Apuntes sobre agua y sociedad en Tenerife. Santa Cruz de Tenerife: Consejo Insular de Aguas de Tenerife, Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Cámara Insular de Aguas de Tenerife.

MOP-UNESCO. 1975. Estudio científico de los recursos de agua en las Islas Canarias (SPA 69/515). Vol. III (provincia de Santa Cruz de Tenerife). Madrid: Ministerio de Obras Públicas. Dirección General de Obras Hidráulicas. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNESCO).

Quirantes, Francisco. 1981. El regadío en Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Editorial Interinsular Canaria y Departamento de Geografía/Universidad de La Laguna.

Rodríguez Brito, Wladimiro. 1986. La agricultura de exportación en Canarias (1940-1980). Santa Cruz de Tenerife: Consejería de Agricultura y Pesca/Gobierno de Canarias.

Santamarta Cerezal, Juan Carlos. 2018. El aprovechamiento tradicional de las aguas subterráneas en las Islas Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Fundación CajaCanarias.