Antes del estallido del Golpe de Estado de 1936, y con la visita de André Breton y Benjamin Péret aun reciente, nuestros poetas viven plenamente entregados a la revuelta surrealista.
Agustín Espinosa publica sus Poemas abstractos y Emeterio Gutiérrez Albelo su Enigma del invitado.
Pedro García Cabrera escribe Dársena con despertadores, la única obra compuesta enteramente con el procedimiento de la escritura automática en España, que no sería publicada hasta 1980.
Domingo López Torres intensifica su militancia política. Encarcelado en la prisión de Fyffes por sus ideas, redacta Lo imprevisto, un estremecedor poemario en el que se refleja a través de imágenes impactantes la atmósfera que ahogaba a la España del momento. El libro, oculto durante décadas, también tuvo que esperar a 1981 para ser publicado.
El levantamiento del General Franco termina de forma fulminante con la aventura surrealista.
Domingo López Torres es arrojado al mar, dentro de un saco, en febrero de 1937. Emeterio Gutiérrez Albelo experimenta, una vez finalizada la Guerra Civil , una radical transformación creativa, que lo lleva a escribir una poesía convencional y de tintes religiosos completamente opuesta a su producción anterior.
Pedro García Cabrera es deportado y repetidamente encarcelado. Sin abandonar nunca la militancia política, su obra se orienta hacia tonos y temas sociales, dejando atrás sus arriesgadas indagaciones surrealistas.
El caso de Agustín Espinosa es uno de los más sangrantes. Despojado de su cátedra y sometido a todo tipo de humillaciones, realiza algunas colaboraciones en el diario falangista ¡Arriba España!, que parecen motivadas más por el instinto de supervivencia que por una auténtica convicción, y cae en una penosa enfermedad hasta su muerte prematura, en 1939. El “Expediente de depuración” al que se ve sometido, que se muestra en esta Exposición, es un estremecedor testimonio del precio que tuvo que pagar por sus crímenes imaginarios.
La Guerra Civil terminó abruptamente con el clima de creación colectiva, experimentación y libertad que propició la aparición de obras que ya resultan hoy clásicos imprescindibles de la literatura canaria.
Jamás sabremos cómo hubiera evolucionado la trayectoria de estos autores de no haberse producido un cisma tan violento en la historia de la España del siglo XX.
Silenciados, exiliados o asesinados, su voz fue ahogada en “los mares petrificados” de una isla que primero fue vanguardista, más adelante surrealista y acabó convertida, durante décadas de oscuridad y terror, en “la isla de las maldiciones”.
Afortunadamente, podemos afirmar que este período de nuestra historia cultural ha recibido la nutrida atención de estudiosos de diferentes generaciones. A Miguel Pérez Corrales debemos imprescindibles manuales como Agustín Espinosa, entre el mito y el sueño (1987) y Entre islas anda el juego (1999), aparte de distintas ediciones, difícilmente superables, de toda la obra del autor, a las que ahora mismo se puede acceder sin restricciones a través del blog Agustín Espinosa. Obra en libertad.
A investigadores como Domingo Pérez Minik, C. B. Morris, Andrés Sánchez Robayna, Nilo Palenzuela, Miguel Martinón, Rafael Fernández, Pilar Carreño, Fernando Castro, Emmanuel Guigon, Georges Sebbag, Alicia Llarena, Isabel Castells, Isidro Hernández, Marianela Navarro, José Manuel Martín Fumero, Roberto García de Mesa, Daniel María o Alexis Ravelo, entre otros, debemos también estudios y ediciones que permiten reconstruir este período y acceder a los textos.
Documentales como La isla donde duerme “La Edad de oro”, de Isabelle Diercrx, Aislados, de Miguel G. Morales, o Modernos, de Jairo López, permiten también reconstruir, desde diferentes enfoques, esta apasionante época.
Con esta exposición, queremos recordar, por si hiciera falta, que nuestra isla habita todavía, y esperemos que por siempre, Bajo el signo de Espinosa.