San Cristóbal de La Laguna es una ciudad fundada a finales del siglo XV (1496) y que sería la primera capital de la isla hasta 1833. Pasear por ella constituye un auténtico viaje en el tiempo por las calles de una urbe colorista que aúna influencias europeas y americanas en su arquitectura.
Fue la primera ciudad colonial sin murallas que conserva prácticamente intacto su trazado original del siglo XV, el cual sirvió de modelo para muchas ciudades en América que se construyeron desde cero una vez iniciada la colonización. Esta planimetría ha permanecido intacta desde su creación, razón por la cual la UNESCO inscribió en 1999 esta población en la Lista de Patrimonio Mundial.
La Plaza del Adelantado constituye un buen punto de inicio para cualquier visita. En este espacio diáfano se puede visitar el Convento de Santa Catalina de Siena, uno de los edificios conventuales de la ciudad, del cual destaca su característica balconada cerrada, o ajimez. A un lado se yergue el Palacio de Nava, actualmente cerrado al público, y al otro, las casas consistoriales, cuya fachada de 1822 supone el mejor ejemplo de estilo neoclásico civil de Canarias.
Otra visita imprescindible es el palacio de la familia genovesa Lercaro, en la calle San Agustín, que acoge actualmente el Museo de Historia y Antropología de Tenerife. Las edificaciones religiosas de interés son abundantes: destaca la iglesia de la Concepción, con su peculiar torre y su techumbre con artesonado de estilo mudéjar; el palacio del Obispado, una de las pocas edificaciones íntegramente en cantería de la ciudad; y la propia Catedral de los Remedios, muy remodelada y tardía, pero con la curiosidad de ser de los primeros edificios realizados en hormigón de España.
Al margen de su importante patrimonio, la ciudad, cuyo casco histórico está peatonalizado casi en su integridad, posee una atractiva oferta de restaurantes, terrazas y tascas que invitan a pasar una velada y disfrutar de la gastronomía local. Eso sí, háganlo con abrigo, pues otra peculiaridad de la ciudad es su clima húmedo y fresco a partir del otoño.
Pero La Laguna es algo más que su ciudad. El municipio ofrece también grandes atractivos para los amantes de la naturaleza, como es el Parque Rural de Anaga, declarado Reserva de la Biosfera y repleto de especies animales y vegetales endémicas; o los charcos de Bajamar y Punta del Hidalgo, por si quiere conocer su zona costera.