Emilio Lledó obtiene la Cátedra de Fundamentos de Filosofía y de Historia de la Filosofía de la Universidad de La Laguna en 1964 y permanece en esta Universidad hasta 1967. En ella se entrega con entusiasmo a la tarea de enseñar, contagiando a los alumnos su pasión por la cultura y la filosofía. En el corto período de tiempo que está en la Universidad de La Laguna va a contar siempre con el caluroso reconocimiento de un gran número de alumnos que tienen la oportunidad de encontrarse con un magisterio carismático y excepcionalmente fecundo. Sus clases, en las viejas aulas del Edificio Central de esta Universidad, eran seguidas con un inusitado interés por sus alumnos de Letras (y también por alumnos de otras Facultades que venían a escucharle) en los que producía un enorme impacto su porte de profesor competente, brillante y magistral unido a un talante asequible, atento y caluroso. Muy pronto estos alumnos vieron en él la figura del maestro del que merecía la pena ser discípulo.
A Emilio Lledó le tocó enseñar en La Laguna en una época difícil y oscura, la de la dictadura franquista, pero él siempre acertó a dar con el tono de un discurso crítico y libre que estimulaba la creatividad y el diálogo y que propiciaba la formación de ciudadanos capaces de pensar por sí mismos y de comprometerse con la democracia. Sus cursos en La Laguna despertaron la pasión por la filosofía en un grupo de discípulos que acabaron estudiando la especialidad de filosofía en las Universidades de Barcelona y Complutense de Madrid. Lledó entendía y ponía en práctica la función del profesor de filosofía de una forma que no podía dejar de llevar a estos resultados. Muchos años después se referirá a la actitud y a la forma en que afrontó en los años en que estuvo en La Laguna la tarea de enseñar en estos términos: “Yo llegué muy joven a La Laguna […] y para mí aquello fue un reto tan hermoso que me entregué por completo. Recuerdo que, en aquellos años, no escribía ni publicaba nada, no hacía más que preparar clases, pero era porque me parecía un privilegio el poder tener delante a aquellos jóvenes (que siempre sentí como compañeros), y creábamos un espacio colectivo en el que yo hablaba y ellos escuchaban. Es decir, se creaba un espacio público a través […] del lenguaje. Un lenguaje que les abriera la inteligencia. En fin, el único mérito que tengo es que me interesaba lo que hacía. Amaba mucho la filosofía, pero al mismo tiempo amaba a aquellos a quienes quería comunicarles mis experiencias. Y esa es, me parece, una función esencial del profesor” (Arnaiz, G.,“Entrevista Emilio LLedó” en Filosofía Hoy [en línea]).
Al abandonar Emilio Lledó La Laguna deja en ella la huella imborrable de un profesor extraordinario. La Universidad de La Laguna se hace eco del sentir de varias generaciones de alumnos, de muchos amigos y de ciudadanos que tuvieron la oportunidad de escucharlo alguna vez y lo inviste doctor honoris causa el 7 de marzo de 1997.
Este año la ULL, a través del Servicio de Biblioteca y en colaboración con la Sección de Filosofía de la Facultad de Humanidades, se suma a la celebración del Día Mundial de la Filosofía con una serie de actos en honor al filósofo y académico Emilio Lledó.
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