Emilio Lledó ha sido uno de los discípulos más destacados de Gadamer y su obra ha tenido un papel importante en la recepción de la hermenéutica en España. La hermenéutica le descubre la esencial lingüisticidad del pensamiento y lo lleva a concebir la filosofía como meditación sobre el lenguaje, del que dice que es el soporte ineludible del pensar, un modo de instalación del hombre en el mundo y el fundamento de la comunidad. Exponiendo que el lenguaje es un medio de comunicación y que la tendencia a comunicarse es un rasgo esencial del ser humano, reivindica el diálogo platónico, en el que descubre la constitución dialógica del lógos, la dimensión ético-política del lenguaje y el principio de un impulso para la convivencia en libertad y democracia. La escritura es una manifestación importante del lenguaje y al texto escrito, dice Lledó, hemos de saber hacerle preguntas y escucharlo. A través de la lectura de los textos hemos de dialogar con los grandes maestros de la humanidad.
Lledó, reconocido internacionalmente como un destacado especialista en la filosofía griega, estudia la historia de la filosofía prestando una particular atención al lenguaje y aborda el análisis de los textos de los pensadores griegos ateniéndose a las exigencias del rigor filológico. La historia de la filosofía es la memoria colectiva de la humanidad y debemos mantener vivo el recuerdo de un valioso pasado que nos llega a través de la escritura. Lledó propone una filosofía hermenéutica de la memoria que sostiene que somos tiempo y memoria y que debemos cultivar, tanto individual como colectivamente, la facultad de recordar. Partiendo de una personal interpretación del mito del Fedro platónico sobre la invención de la escritura, defiende Lledó la necesidad de que tengamos memoria y de que dialoguemos con los textos de la tradición filosófica y literaria. La filosofía, dice Lledó, se hace en el diálogo con un saber antiguo que sigue teniendo vigencia en nuestro tiempo y que ayuda al saber presente. Los textos de Platón, de Aristóteles, de Epicuro transmiten un mensaje sorprendentemente moderno que puede proporcionar una decisiva ayuda a la hora de afrontar la tarea de pensar nuestra realidad actual.
Lledó apuesta por un pensamiento crítico que denuncia la corrupción en la política, que cuestiona la situación de la democracia y de la educación en España; entiende el estudio de la historia de la filosofía como una reflexión comprometida con el presente, como una reflexión que pone el pensamiento de los clásicos en relación con las condiciones económicas, sociales y políticas en que estos vivieron, que ve en las soluciones que Platón y Aristóteles dieron a los problemas de su época una posible respuesta a los problemas de la nuestra. Por eso, al ocuparse de Aristóteles, presta una especial atención a su ética, una ética del logos (de la razón o del lenguaje) indisolublemente unida a la política, que vincula la felicidad más al ser, al conocimiento y a la solidaridad que al tener y que coloca en el centro de la consideración al bien, la justicia, la amistad, la decencia. Por la misma razón ocupan un lugar de privilegio en la obra de Lledó la defensa de la educación (creadora de ciudadanos libres y críticos), de la cultura (a la que la economía no debe disputar el lugar primero en el orden de las prioridades), de las humanidades y de la filosofía (factor principal del desarrollo humano), de la lectura, del amor a los libros, del papel de las bibliotecas.
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