Las sacerdotisas de las civilizaciones antiguas, babilonia y egipcia, pueden en rigor ser consideradas las primeras observadoras que registraron los movimientos de estrellas y planetas. Enheduanna (2.300-2.225 a.n.e) fue la sacerdotisa principal del templo de Nanna, la diosa de la Luna, en la ciudad de Ur. Templo que funcionaba también como observatorio astronómico y centro de enseñanza de las artes y las matemáticas. El ciclo de los saros permitía calcular eclipses, señalar efemérides y crear calendarios. Es el conocimiento de estas técnicas lo que permitió a Aglaonike de Tesalia (alrededor del 200 a.n.e.) predecir eclipses. Considerada la primera mujer astrónoma, algunas fuentes hacen referencia a ella como una bruja o hechicera que podía hacer desaparecer la Luna a voluntad.
La escuela pitagórica estuvo formada por un buen número de mujeres, entre ellas: Theano, Themistoclea, Arignote, Myia y Damo. Theano de Crotona, esposa de Pitágoras, y líder del grupo cuando éste es asesinado, refleja en sus obras gran parte de la cosmología y pensamiento matemático de la comunidad pitagórica. El cosmos es ordenado y armónico. La armonía y el orden existen cuando las cosas se configuran en torno a sus relaciones apropiadas, relaciones que se expresan en proporciones matemáticas. A ella se atribuye el Teorema de la razón aúrea, la Teoría de los números y Construcción del Universo, obras conocidas de forma indirecta.
Hipatia de Alejandría fue matemática, astrónoma y filósofa neoplatónica. De acuerdo con la información contenida en la enciclopedia bizantina del S. X, Suda, su padre Teón fue el último director del Museo y Biblioteca de Alejandría. Sus trabajos científicos son aportaciones originales a destacadas obras matemáticas y astronómicas de la Antigüedad. Estas novedades se insertaban como comentarios en las copias manuscritas de los textos originales. Son: Comentario sobre la Aritmetica de Diophanto, Comentario sobre las Cónicas de Apolonio. Comentario sobre la Sintaxis Mathematica de Ptolomeo. El Canon Astronómico es parte del comentario a la Sintaxis Mathematica de Ptolomeo.
Filósofas, médicas, matemáticas y astrónomas de la Antigüedad han sido recuperadas del olvido y conocidas gracias a los trabajos realizados con perspectiva de género, que han revisitado las fuentes y han dado valor a textos considerados secundarios por la tradición. Al tiempo han mostrado las ideas y la conceptualización de lo femenino en el mundo antiguo aportando las claves de la infravaloración.
En el contexto del mito, Hesiodo, en Los Trabajos y las Horas, configura el mito de Pandora: las mujeres son la estirpe maldita. En el del logos, Aristóteles las define en sus textos biológicos como seres inferiores, materia pasiva frente a la forma masculina. Su cerebro más pequeño y su logos imperfecto. Situadas en el espacio de lo privado, su mejor adorno es el silencio, la ausencia de voz pública autorizada. Este es el destino de las mujeres desde el mundo clásico.
“Las mujeres son defectuosas, débiles, incompletas, menos musculosas, su carne más blanda, sus rodillas más juntas, su voz más débil. El cuerpo femenino, débil e indefenso, tiene un cerebro más pequeño”.
(Aristóteles, La Historia de los animales, 638b, 7-24)
Hipatia de Alejandría, sabia y maestra de la filosofía neoplatónica, observadora de los cielos con astrolabios, fue señalada como bruja y herética. Su muerte (fue despedazada) sería el símbolo también del desmembramiento y desaparición de la cultura clásica en el momento que da paso a la Edad Media.