Como pez en el agua

jueves 03 de octubre de 2019 - 13:46 CEST

En 1933 el explorador hungaro László Ede Almásy descubrió en el desierto de Libia una cueva llena de pinturas rupestres que representan a hombres nadando, de ahí que se le conozca como la Cueva de los nadadores. Estos resultaron ser los primeros vestigios de la actividad natatoria del hombre pues se estima que fueron pintados hacia el 4500 a.C.

Las civilizaciones antiguas y sus habitantes, ligados y enraizados en importantes ríos como el Indo, Tigris, Eufrates y Nilo, conocían el arte de la natación como queda reflejado en numerosos relieves, pinturas e incluso en la construcción de una piscina en la ciudad de Mohenjo Daro.

La cultura greco-romana –desarrollada a orillas del mar Mediterráneo– promovió el arte de la natación como actividad física y como medio de higiene corporal para llevar una vida sana. Además, su práctica era imprescindible en muchos aspectos de la vida clásica para poder sobrevivir, puesto que actividades como el comercio, la guerra etc. se desarrollaban en el mar. Existen innumerables fuentes escritas y artísticas que así lo atestiguan, pero en ninguna de ellas se explican los métodos de enseñanza de esta disciplina.

Tras la época oscura de la Edad Media, en el Renacimiento, resurge el interés por el arte de nadar en Europa y se publican los primeros textos de enseñanza dedicados a esta actividad deportiva.

Muchos autores consideran que el primer manual de natación, titulado Colymbetes, fue escrito por Nicholas Wynman e impreso en Ingolstadt en 1538, en el que se menciona el estilo dorsal, el vertical y el de pecho. En el mismo siglo era tradición de los estudiantes de las universidades inglesas nadar en el río Támesis para combatir el calor del verano, pero dicha actividad fue prohibida en 1571 por el alto índice de ahogados. Estos hechos inspiraron al teólogo Everard Digby para publicar en 1587, su tratado latino De Arte Natandi, en el que insistía en el cuidado de la seguridad de los nadadores, con recomendaciones tales como no sumergirse nunca solos o establecer una atención especial al bañarse en los ríos.

Estas dos obras anteriores sirvieron al escritor y físico francés Melichedech Thevenot para publicar L’Art de Nager en 1696.

Sabemos poco de este autor, su nombre indica que pudo tener ascendencia judía o antepasados hugonotes. Fue embajador en varias ciudades italianas, bibliotecario del rey de Francia desde 1684 e ingresó en la Academia de Ciencias francesa en 1685. Dominaba diversos idiomas: inglés, griego, árabe, hebreo y turco, y  realizó trabajos sobre astronomía, física, matemáticas y medicina. En 1660 inventó el nivel de burbuja, un instrumento de medición que se utiliza para determinar la horizontalidad o verticalidad de un elemento.

Una de sus pasiones fueron los libros de viajes. En su obra Relations de divers voyages curieux, publicada en 1696, reúne relatos de viajeros entre 1449 y 1672 a diferentes regiones, países y continentes. Está profusamente ilustrada con grabados sobre costumbres, geografía, flora, fauna, etc.

Pero su obra más conocida es L’Art de Nager. Fue publicada cuatro años después de su muerte en 1696, traducida al inglés en 1699, y reeditada en varias ocasiones a lo largo del siglo XVIII. Aunque la Encyclopédie francesa le resta importancia a la obra y acusa a Thévenot de copiar las obras de Wynman y Digby, lo cierto es que esta obra se convirtió en el manual de natación más consultado durante los siguientes siglos y con el que se extendió por toda Europa el estilo pecho o estilo braza. Thévenot comienza la obra con una disertación histórica, filosófica y médica sobre el baño y continúa con las diferentes técnicas de natación: espalda, pecho, movimiento de manos y pies. Por último, trata la manera de nadar «artificialmente» con escafandra, así como las diferentes técnicas de socorrismo. Está escrito de forma sencilla y directa para animar a la gente a practicar este deporte, que consideraba debía popularizarse.

Nuestra obra corresponde a la 4ª ed. impresa en París por Lamy en 1782 que contiene además la Dissertations sur les bain, obra del médico Antoine Timony, publicada por primera vez en 1762, y el suplemento realizado para esta 4ª ed. por M. Le Roux, físico de la Universidad de París, donde se establece un proyecto de creación de una Escuela de Natación. A esta última obra con portada y paginación propias acompañan 23 láminas representando el proyecto de la Escuela con grabados de personas nadando en diferentes estilos. Como curiosidad podemos señalar que en este ejemplar parte de las hojas son de un tenue color azul. Lamentablemente desconocemos a quién perteneció la obra pero sí sabemos, por la etiqueta que conserva en el verso de la portada, que fue comprada en la Librería de Juan Miguel Melquiond en la ciudad de Cádiz.

Camir Gómez-Pablos

Wikipedia

Llana Belloch, S., Pérez Soriano, P.,  Aparicio Aparicio, I. Historia de la Natación I: desde la Prehistoria hasta la Edad Media. Citius, altius, fortius: humanismo, sociedad y deporte: investigaciones y ensayos, 2011, Vol. 4, Nº. 2, p. 51-84

Historia de la Natación II: desde el Renacimiento hasta la aparición y consolidación de los actuales estilos de competición. Citius, altius, fortius: humanismo, sociedad y deporte: investigaciones y ensayos, 2012, Vol. 5, Nº. 1, p. 9-43.