Isla Surrealista

FIN DE FIESTA

El desarrollo de las vanguardias en España implicó una efervescencia cultural con un legado que, un siglo después, aún despierta la admiración del público y de la crítica. En Canarias, de hecho, estos movimientos contaron con manifestaciones literarias y pictóricas excepcionales que dieron lugar a la visita de André Breton a Tenerife. Sin embargo, estas redes de colaboración artística y el contexto de libertad creativa terminaron en las islas en 1936 con un abrupto «fin de fiesta»: la guerra civil española. La carta del 15 de julio de ese año de un Breton desconcertado, en el que se lamenta a Eduardo Westerdahl –sin imaginar la catástrofe que se desencadenará en España– por no haber recibido noticias de él ni de Óscar Domínguez en cierto tiempo, simboliza el final de los intensos vínculos que mantuvo con la vanguardia canaria. A partir de ese momento, los proyectos que hasta entonces se habían llevado a cabo en torno al surrealismo y a otros movimientos, como proyecciones cinematográficas, exposiciones y conferencias, no fueron posibles. La rebeldía y la transgresión de las vanguardias entraban en conflicto con la dura represión franquista. Además, la ideología progresista o republicana de creadores adheridos al arte nuevo empeoró la situación personal de varios de ellos.

Una carta de Agustín Espinosa durante la guerra revela las penurias por las que pasaron algunos miembros de la vanguardia de Tenerife. En este documento, con sello de la Falange, el autor explica a Eduardo Westerdahl que ya no tiene sueldo, que vive «de prestado» con su suegra y que existe la posibilidad de que vaya al frente. Las autoridades educativas lo habían apartado de su puesto de profesor de Lengua y Literatura en un instituto. Un final aún más cruel sufrió Domingo López Torres, quien en febrero de 1937, después de haber estado encarcelado en la prisión tinerfeña de Fyffes, fue arrojado al mar en un saco. Su asesinato muestra el horror al que este grupo de escritores y artistas se enfrentaron después de una intensa actividad creativa.

No obstante, la censura, las ejecuciones y las depuraciones laborales no acabaron con el espíritu de las vanguardias, que aún hoy sigue vivo. A pesar de que el origen de estos movimientos responda al contexto sociocultural del primer tercio del siglo XX, su inagotable capacidad de inspiración, en especial la del surrealismo, se constata en exposiciones, en reediciones literarias y en efemérides en las que se conmemora la obra vanguardista de escritores o artistas. Por eso, explorar sus creaciones no solo sirve para conocer mejor una etapa extraordinaria de la historia cultural de España y, en particular, de Canarias. También supone una oportunidad para celebrar el espíritu de rebeldía, de libertad y de imaginación desbordante que trajeron consigo las vanguardias y que no ha perdido actualidad en el siglo XXI.

Fotografía superior de Eduardo Westerdahl.