El 27 de octubre de 2017 se cumplen los cien años del nacimiento en Los Realejos (Tenerife) del Prof. Dr. D. Antonio González González, el químico español más importante de la segunda mitad del siglo XX y el único canario que ha recibido el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, en 1986.
A iniciativa de la Real Academia Canaria de Ciencias, diferentes instituciones y colectivos sociales y culturales canarios han constituido una comisión organizadora para celebrar esta efeméride con el realce que este sabio se merece, de modo que su figura y su obra perduren en la memoria de todos los canarios y, muy especialmente, en los jóvenes. Para ello se han preparado un conjunto de actividades, entre otras: la realización de una exposición itinerante y la impartición de charlas y conferencias divulgativas en todo el Archipiélago, así como la elaboración de un cómic y la edición de un libro biográfico sobre su vida y obra, además de un documental. Porque D. Antonio –como cariñosa y respetuosamente se le llamaba– es una figura que traspasa nuestras fronteras insulares y nacionales para convertirse en un científico universal.
El comienzo de sus estudios (1934) fue duro, con una Universidad lagunera medio en ruinas. Debido a las escasas dotaciones económicas universitarias y sin el apoyo político adecuado, todos estos inconvenientes los superó siendo un estudiante extraordinario.
Ya en la década siguiente a su llegada como Catedrático de Química Orgánica y Bioquímica de la Universidad de La Laguna (1946), después de doctorarse en Madrid, se hizo con una fama de profesor serio, inteligente y perseverante. Además convenció a unos jóvenes con la carrera recién acabada para que le acompañaran en la aventura de investigar y empezó a recibir apoyos de instituciones insulares y estatales.
En una época de penuria, después de la guerra civil, y aunque no era habitual en la universidad española, tuvo la valentía de marchar al Reino Unido a perfeccionar sus conocimientos en la Universidad de Cambridge en 1949, lo que le permitió establecer contactos y forjar amistades con un grupo de químicos europeos muy relevantes y prestigiosos. Inculcó estas ideas a sus estudiantes, les insistía, les animaba y hasta les buscaba ayudas económicas, para que efectuaran estancias post-doctorales en las mejores Universidades del mundo.
Colocó a Canarias en el mapa de la investigación científica. Ciertamente, logró que las Islas Canarias fueran conocidas en el mundo por la investigación de los denominados Productos Naturales Orgánicos (PN). Estas sustancias fueron obtenidas de plantas del Archipiélago, de sus algas, líquenes, microorganismos y cultivos in vitro. Posteriormente se trabajó con plantas de todo el mundo. Los Productos Naturales aislados se someten al análisis de sus actividades biológicas y se sintetizan en los laboratorios aquellos que son escasos en la naturaleza. A todo ello hay que añadir la investigación en Química Orgánica general y la docencia universitaria en La Laguna, y cursos en diferentes universidades de Iberoamérica.
Las aportaciones científicas de D. Antonio, desde 1946 hasta el momento de su fallecimiento en 2002, apoyaron las teorías sobre la naturaleza química de las sustancias naturales y sus aspectos biosintéticos, con contribuciones que se continúan realizando desde algunos grupos de investigación. Asimismo, son de gran importancia sus trabajos en la síntesis de Productos Naturales, sus derivados y sus usos como medicamentos.
Durante su vida tuvo una relevante labor de ayuda a los países de América del Sur, Central y Caribe, siendo muy amplio el número de doctores y profesores de estos países formados en la Universidad de La Laguna. Además, hay que subrayar la estrecha colaboración que alcanzó con muchos países de Europa. También, al final de su etapa profesional, acogió a estudiantes de varios países africanos. Fruto de todo ello, fue la aparición de decenas de profesionales con una excelente formación, que ocuparon a su regreso cátedras en muchas universidades y puestos de trabajo en laboratorios e industrias a lo largo del mundo.
Viajar para mantener un contacto lúcido y colaborar con los compañeros peninsulares, europeos y americanos fue una constante en su vida que requirió sacrificios económicos, personales y contar con la comprensión y complicidad de su esposa Maruxa, que siempre le brindó su apoyo incondicional.
Fundó hace más de 60 años su grupo de investigación gracias a la ayuda inestimable del Cabildo Insular de Tenerife y de otras instituciones. Años más tarde se creó un centro de investigación, hoy Instituto Universitario de Bio-Orgánica Antonio González, de la ULL, centro puntero, toda una referencia mundial en este campo. En vida, realizó alrededor de 700 publicaciones científicas, se defendieron más de un centenar de Tesis Doctorales, se obtuvieron decenas de patentes y, después de su pérdida en 2002, sus discípulos ya han superado las 800 publicaciones.
En su etapa como Rector (1963-1968), se aumentó notablemente la oferta de estudios universitarios con la creación de las nuevas facultades de Ciencias Biológicas, Farmacia, Medicina, Matemáticas, Filología Moderna, Historia, etc. De igual manera fue decisiva su ayuda para la creación del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC) y del Instituto Oceanográfico de Canarias.
No queremos olvidar también su preocupación por los otros niveles de la enseñanza. En su época se multiplicó la creación de Institutos de Formación Profesional y Enseñanza Media y Escuelas de Primaria, constituyendo el antecedente de la actual red de centros de enseñanza primaria y secundaria de nuestro Archipiélago.
Es responsabilidad de sus continuadores científicos mantener y acrecentar su legado. Es responsabilidad de nuestra sociedad mantener su memoria, ya que un líder científico de su trayectoria, incansable al desaliento y con un continuo aprender de las fuentes más importantes, ha de servir de ejemplo para las nuevas generaciones.
Ángel Gutiérrez Ravelo
Presidente de la Comisión Organizadora