FECHA: 30/10/20
Inmaculada Menéndez/
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria/
La calima es el polvo procedente del desierto del Sahara que desde hace millones de años llega regularmente a Canarias y, atravesando el Atlántico, a muchos otros lugares del mundo, desde Europa (de sur a norte) al Caribe y al Amazonas. Se pueden seguir estas plumas de polvo sahariano, su recorrido, extensión y concentración en partículas por medio de las espectaculares imágenes de los satélites de la NASA y la AEMET. Asimismo, la Agencia de Calidad del aire del Gobierno de Canarias, a partir de numerosas estaciones de registro instaladas en todo el archipiélago, aporta datos muy precisos sobre concentraciones de polvo Sahariano y parámetros meteorológicos, que se pueden seguir hora a hora.
Básicamente, la calima es un fenómeno de transporte eólico a escala global, gracias al cual, partículas mayoritariamente minerales (cuarzo, carbonatos, feldespatos, óxidos de hierro en diferentes formas, illita, kaolinita, fosfatos), viajan desde el desierto del Sahara dependiendo del alcance de las plumas de aire sahariano y del tamaño de las partículas. Por ejemplo, las partículas que llegan a Canarias son principalmente limos (tamaños entre 64 y 2 micras). Al Amazonas y Caribe llegan sobre todo arcillas (tamaños menores de 2 micras) después de haber recorrido miles de kilómetros y haber perdido en el trayecto sus fracciones más gruesas. Este polvo, a su vez, puede atrapar contaminantes en la fuente o a lo largo de su recorrido, en un proceso que se conoce como ageing.
La sedimentación del polvo sahariano en tierra y océanos se produce por decantación (vía seca), y por lavado atmosférico con la lluvia (vía húmeda), siendo en este último caso su depósito mayor y más rápido, como en ocasiones hemos visto en las superficies de los coches después de llover. Gran parte de este polvo sahariano termina luego sedimentado en los faldones insulares submarinos y en los grandes fondos oceánicos del Atlántico y del Mediterráneo, atravesando para ello la columna de agua oceánica y aportando de esta forma nutrientes como el hierro y el fósforo a la cadena trófica. Lo mismo ocurre en tierra en donde aporta nutrientes y limo a los suelos. En un estudio muy revelador en la isla de Fuerteventura, el profesor de la Universidad de La Laguna Constantino Criado puso de manifiesto que el depósito de este polvo sahariano puede dar lugar a pseudo-paleosuelos, es decir, superficies con acumulación de polvo sahariano que dan un falso aspecto de desarrollo edáfico. Cuando este depósito se acumula en tierra, en suficiente cantidad, forma lo que se conoce como loess. En Canarias no se ha encontrado loess como tal ya que no se llegan a alcanzar las cantidades mínimas para formarse (más de 0.5 mm/año frente a los 0.01 mm/año de promedio que se sedimenta de polvo sahariano en Canarias). Por eso, los depósitos identificados son una mezcla fluvio-eólica. Como excepción, algunos depósitos encontrados en la isla de La Graciosa y en Las Vegas de Lanzarote sí podrían considerarse loess, acumulados en trampas eólicas, por canalización del viento.
La proximidad de Canarias al Desierto del Sahara hace que la llegada de su polvo eólico sea habitual, aunque los grandes eventos no son frecuentes, manteniéndose normalmente en umbrales bajos de concentración de partículas en el aire. Predominan las partículas relativamente gruesas (limos), menos dañinas que las más finas (arcillas) que alcanzan una concentraciones en torno a un 20% del total. Estas cantidades de polvo sahariano no suelen afectar a la calidad del aire (25 μg/m3 para partículas menores de 2.5 micras en 24h). Sin embargo, estas calimas no tienen un efecto inocuo en personas especialmente sensibles como aquellas con enfermedades coronarias. Se considera que la contaminación por gases y partículas de combustión de ciudades e industrias, al ser de menor tamaño, son más dañinas que las de calima.
La calima es un fenómeno natural, con el que desde siempre han convivido las poblaciones canarias. La llegada de plumas de polvo al archipiélago no se puede frenar, mientras el Sáhara siga siendo un desierto. De las oscilaciones climáticas de este desierto dependerá la mayor o menor llegada de calima a Canarias. Según los registros geológicos, este aporte eólico ha aumentado en los periodos más fríos (glaciares a escala global); por el contrario, en un actual escenario de calentamiento global, comparativamente, la llegada de polvo sahariano sería menor.
Animación sobre la última calima que afectó a Canarias a finales de junio del 2020. Fuente: https://dust.aemet.es/forecast