Feminismo y Universidad

FECHA: 27/03/2019

AUTORA YOLANDA PERALTA SIERRA

Departamento de Historia del Arte y Filosofía
Instituto de Estudios de las Mujeres – IUEM
Universidad de La Laguna

Mi vocación docente se manifestó de forma temprana tras finalizar mis estudios de Historia del arte en la Universidad de La Laguna cuando, con 22 años, me trasladé a la ciudad mexicana de Puebla, a su Facultad de Humanidades de la Universidad de las Américas. Me habían concedido una de las becas Intercampus del Ministerio de Asuntos Exteriores (AECI). Era el año 1994. En década de los 90 los compromisos sociales parecían haber caído en desuso en favor del concepto de pensamiento débil y a pesar de ello, yo creía firmemente que una disciplina como la Historia del arte, dedicada a estudiar y analizar los fenómenos sensibles de todos los tiempos, no debía permanecer al margen de los problemas de la sociedad y de la generación a la que yo pertenecía. Asumí en esos años el feminismo como lo que es: una teoría en renovación constante que traía consigo un cambio de paradigma a insertar en todos los campos de conocimiento, incluyendo la Historia del arte. De esta forma me proyecté en el compromiso con el feminismo y los estudios de género en el plano académico. Todo esto sucedía en una década en la que el feminismo acometía el cumplimiento de su agenda: la de la paridad, los derechos, las libertades y las oportunidades, y cuando se constataba la existencia del denominado techo de cristal en diferentes ámbitos de poder, entre ellos el académico y el de la creatividad.

Estar en la universidad no significa solo estudiar y aprender contenidos: el nivel de libertad que proporciona la condición de profesora universitaria me ha permitido, desde la responsabilidad, orientar en un doble plano mi compromiso con la institución académica: por una parte en lo relativo a la investigación esencial de las categorías que estudia la Historia del arte, una actividad que, por otro lado, no es incompatible con tareas y proyectos en los que se establece un contacto y un compromiso más directo con la sociedad y sus problemas, y especialmente a la situación de desigualdad que sufren las mujeres.

A pesar de mi temprana vocación docente e investigadora, pasaron veinte años antes de que pudiera acceder a la Universidad de La Laguna como docente: como profesora asociada en 2014 y recientemente como profesora ayudante doctora. En esos 20 años emprendí la tarea de poner en marcha una galería de arte contemporáneo para la promoción de jóvenes artistas, en su mayoría mujeres, y amplié mi formación en el campo de la tasación de obras de arte ejerciendo como perito judicial. En el año 2008, accedí por oposición al puesto de conservadora en TEA Tenerife Espacio de las Artes, un centro de arte contemporáneo dependiente del Cabildo de Tenerife, que me permitió vincular mi práctica a proyectos artísticos comprometidos que hacían visibles problemáticas fundamentales de la realidad social.

Mi línea de investigación tiene como objetivo general el estudio de la presencia de las mujeres en la reconstrucción del pasado, para documentar su experiencia histórica en el campo del arte teniendo en cuenta las condiciones sociales en las que se produce la creación femenina; estudiar la construcción masculina de las figuras e iconografías femeninas; analizar el papel desempeñado por las creadoras en el desarrollo del arte; rescatar a artistas desconocidas y exponer sus obras a interpretaciones alejadas de los parámetros de la historia del arte tradicional; esbozar una historia de las condiciones sociales de la producción artística de las mujeres; detectar la existencia de prejuicios en la recepción crítica de la obra de las artistas y analizar críticamente las diferencias entre hombres y mujeres en el campo del arte en relación a temas como la legitimación social, las características y aceptación social de su producción y la circulación de sus obras. Para ello ha resultado esencial mirar el pasado de forma diferente, elaborando desde el feminismo nuevas perspectivas y herramientas.

Pero, ¿puede hablarse de una metodología feminista? Más que una metodología feminista deberíamos hablar de las tareas que son necesarias para impulsar una investigación feminista. En primer lugar, y aunque resulte obvio decirlo, una investigación feminista en Historia del arte -y en cualquier disciplina- debe partir de los principios tanto teóricos como filosóficos del feminismo, debe cuestionar la objetividad y neutralidad del conocimiento, desmontar el androcentrismo, desvelar el sexismo en la disciplina, criticar la universalidad del punto de vista masculino e introducir nuevos objetos de estudio que estén relacionados con los intereses y las experiencias de las mujeres.

La consolidación del movimiento feminista, la institucionalización de los estudios de las mujeres en el ámbito universitario y el afianzamiento de los contactos entre las historiadoras y feministas españolas con la historiografía de las mujeres a escala internacional, ha contribuido a la adquisición de nuevos recursos teóricos y metodológicos. Desde los años noventa del siglo pasado y dentro del ámbito académico español, el feminismo ha propiciado que se produzcan en la investigación avances significativos que han generado un importante caudal de conocimientos. Y son las dinámicas sociales las que están demandando que todos esos conocimientos dejen de permanecer en los márgenes del saber científico para revertir en la formación del alumnado universitario y contribuir al entendimiento y resolución de los conflictos y problemáticas en las sociedades contemporáneas.

Mi tesis doctoral, dirigida por el catedrático Fernando Castro Borrego, Mujer y arte en Canarias: mujeres creadoras e iconografías femeninas, fue el resultado de 8 años de investigación. Presentada en año 2006, fue la primera tesis doctoral que en la Universidad de La Laguna abordaba la Historia del arte en el marco de los denominados Estudios de las Mujeres. A día de hoy, y a pesar de mis intentos, este trabajo de investigación permanece aún inédito.