Damián de Torres Domínguez
Carlos Morán Rodríguez
Universidad de La Laguna
Los residuos pueden ser materia prima para obtener nuevos materiales. Esto es precisamente lo que ha conseguido la Universidad de La Laguna para el papel, aprovechando restos de vegetales y plantas invasoras, en el marco de un proyecto de transferencia de la investigación desarrollado dentro del Programa “Agustín de Betancourt” financiado por el Cabildo de Tenerife. Un proyecto que ha contado con la colaboración de la empresa EWASTE CANARIAS S.L. y del programa MEDI-FDCAN 2016-2025 (Marco Estratégico de Desarrollo Insular)
Son muchos los antecedentes en el uso de técnicas para el tratamiento de la fibra de papel como materia prima para otras aplicaciones (papel maché, cartapesta, decoupage, papelón, etc.), con aplicaciones para la realización de bocetos tridimensionales y otras obras efímeras, pero son escasas las referencias a la formulación o las proporciones de las mezclas utilizadas. Este fue, precisamente, el objetivo de una tesis doctoral defendida en la Universidad de Salamanca por Carlos Morán, y dirigida por un profesor de la Universidad de La Laguna que marcó el punto de partida del proyecto de transferencia.
Durante meses, se realizaron numerosas formulaciones, de las que se midió su comportamiento a tensión-deformación hasta rotura en el Laboratorio oficial de Ensayo de Materiales de Santa Cruz de Tenerife, perteneciente a la Consejería de Obras Públicas del Gobierno de Canarias. Estos estudios dieron como resultado, en 2018, la concesión de dos Patentes de Invención gracias a la colaboración de la Oficina de Transferencia de los Resultados de la Investigación de la Universidad de La Laguna.
La tecnología patentada permite obtener unas pastas modelables, útiles para la elaboración de formas complejas de alta resistencia mecánica y de aplicación en sectores como la construcción, el bricolaje, las artes plásticas y la industria en general. Estos nuevos materiales presentan, entre sus características, algunas tan sorprendentes como la de ser modelables y moldeables; de endurecer a temperatura ambiente; carecer de materiales tóxicos para la piel y presentar una alta resistencia a torsión y compresión.
Después de un largo proceso de cientos de formulaciones y ensayos, se obtuvo un material con unos valores de resistencia a la deformación que sorprendieron a todos los que participaron en los ensayos. Se observó que cúpulas de tan solo 3 milímetros de espesor presentaban valores de resistencia a compresión superiores a los 600 kilogramos antes de la rotura; muy superiores a la mayoría de los materiales plásticos conocidos. La composición del producto puede ser modificada o adaptada mediante la adición de espumantes, que al incorporar aire en su interior, lo hacen más ligero y permite ahorrar material y acortar el tiempo de fraguado. Una vez endurecido, el producto puede ser procesado mecánicamente con herramientas de uso común (sierras, gubias, radiales, etc.). A partir de estos resultados y después de un largo proceso de prototipado, surgió una imagen corporativa, a la que se ha llamado formaché.
El siguiente paso fue estudiar la viabilidad comercial del producto. Se determinaron los costes en función de la economía de escala; la cantidad de producto mínimo viable; su fiscalidad y la logística de producción y transporte; fases en las que se contó con la colaboración de la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife.
Con una idea más clara de su potencialidad, se lanzó el formaché en la modalidad de crowdfunding de recompensa, en la que los interesados hacen la pre-compra del producto y, una vez terminado el desarrollo, se procede a la entrega del mismo. Esta fase permite conectar con los futuros compradores y conocer la percepción que tienen del producto. Por este procedimiento se vendieron más de 350 unidades de 1 kilogramo en menos de un mes. Durante la campaña de crowdfunding se realizaron, además, acciones divulgativas en medios de comunicación (televisión, radio, prensa escrita y digital) y se intensificó la difusión de los resultados de la investigación en foros especializados como la “Patents Week 2019” celebrada en el museo Elder de Las Palmas de Gran Canaria, donde fue presentada la patente junto con las comunicaciones de otros científicos.
Como consecuencia de este proyecto de transferencia, se ha creado la empresa de base tecnológica FORMACHÉ S.L., una Spin Off de la Universidad de La Laguna que permitirá la explotación de las patentes. Se continúa trabajando en la mejora del producto en sus distintas versiones: materia base para modelado; espumas inyectables y elementos de construcción, al tiempo que se siguen ensayando nuevas fórmulas. Los resultados de las experiencias comerciales permitirán el diseño de estrategias para posicionar estos productos en el mercado.
formaché ha quedado finalista en varios premios nacionales como el de la Fundación Everis España 2020, en la categoría de “tecnologías industriales”. Como empresa emergente quedó entre las 10 mejores españolas, entre más de 700 proyectos. También obtuvimos excelentes resultados en los Premios Nacionales de la Fundación Princesa de Girona 2020, en la categoría de “investigación científica”.