Carlos Santamaría
Universidad de La Laguna
Puedo imaginar que tengo un jardín con un magnífico cerezo. La imagen me agrada, y puedo verme a mí mismo recogiendo algunos frutos cada mañana durante el verano. Sin duda, a diario elegiré los más maduros y apetitosos y dejaré el resto para el día siguiente. Mañana tal vez hayan madurado algunos más y volveré a hacer lo mismo.
El comportamiento que acabo de describir me parece de lo más razonable (si obviamos el pequeño detalle de que no tengo ningún cerezo). Sin embargo, dicha actividad da nombre a una falacia lógica (Cherry Picking: recoger cerezas; en adelante, CP). Es más, ahondando un poco en Internet, cualquiera puede ver que esta falacia se relaciona con el negacionismo del cambio climático, el populismo, la proliferación de bulos, la irrupción del extremismo, la justificación de la violencia, el racismo, los datos sobre las vacunas de COVID-19 y hasta el número de fallecidos por esta enfermedad.
Tal vez debería dejar de imaginarme a mí mismo realizando una actividad de tan devastadoras consecuencias. Sin embargo, voy a tratar de defender mi derecho a ello con ciertas consideraciones sobre el alcance de dicha falacia.
En primer lugar, veamos en qué consiste la CP. Hablamos de ella cuando alguien utiliza evidencia parcial para apoyar un argumento omitiendo datos que serían imprescindibles para sostener tal argumento con rigor.
Por ejemplo, si leemos en un medio que: “La gestión económica de Obama fue desastrosa: en su primer año de mandato la evolución anual de PIB de Estados Unidos fue de -2,78%, mientras que en el primer año de Trump fue +2,27”, deberíamos plantearnos por qué se elige precisamente el primer año de mandato de dichos presidentes. Hace sospechar que tal vez el medio simplemente buscó unos datos que apoyaran una conclusión que quería defender. Las cerezas del primer año de ambos presidentes (2009 y 2017, respectivamente) estaban más maduras para sus conclusiones que las del segundo año, donde se da un patrón más equilibrado (2010: +2,53; 2018: +2,90).
Los datos que presenta este supuesto medio son correctos. Efectivamente esas son las variaciones anuales del PIB, pero al seleccionarlas, el autor (imaginario) de la noticia salió a por cerezas. Un medio de distinto signo podría haber redactado así: “La gestión económica de Trump fue desastrosa: en su cuarto año de mandato la evolución anual de PIB de Estados Unidos fue de -4,20% (estimada), mientras que en el cuarto año de Obama fue +2,22”.
Si un medio quiere beneficiar en su análisis a la gestión de Trump elegirá el primer año, caracterizado en la presidencia de Obama por la crisis de Lehman Brothers (que explotó en octubre de 2008), y si prefiere beneficiar a Obama elegirá el cuarto año de Trump: el fatídico 2020.
La falacia CP consiste en apoyar un argumento con evidencia incompleta. No sencillamente en recoger evidencia incompleta: si no hay argumento, no hay falacia. Decir simplemente que el PIB subió más en unos años que en otros es una mera descripción de la realidad (en la medida en que cada uno considere que el PIB es una descripción adecuada de la realidad, pero ese es otro asunto). Seleccionar esos datos para sustentar la superioridad gestora de un presidente sobre otro es un truco falaz.
Lo que resulta irracional es construir creencias o cambiar nuestras ideas previas (o pretender hacerlo con las de otros) en base a información incompleta. Seleccionar las cerezas que más nos gusten no es irracional en absoluto. Si una persona trae una cesta de apetitosas cerezas que nos ha seleccionado cuidadosamente, solo podremos agradecérselo. En cambio, si nos dice que todas las cerezas del árbol o de la finca son iguales, nos estará engañando (y si ella misma lo cree, se estará engañando a sí misma).
El filósofo de la Universidad de Princeton, Gilbert Harman planteó (ya en 1976) una distinción entre razonamiento teórico y práctico. La inferencia teórica crea o cambia creencias, mientras que la deliberación práctica conduciría o modificaría decisiones, intenciones y planes. Es decir, que sólo la inferencia teórica (pasar a creer que todas las cerezas de la finca están maduras, o que un presidente fue mejor que otro) debe cumplir el criterio racional de basarse en una información tan exhaustiva como sea posible.
Es muy probable que la evolución de nuestra especie no estuviera especialmente marcada por el razonamiento teórico, sino por la necesidad de tomar decisiones tales como elegir la fruta (o el abrigo, o la pareja…) adecuada. La mente usada para cazar y recolectar en el Pleistoceno no se beneficiaba tanto de la búsqueda de la verdad sino de la toma de decisiones más adecuada para la acción. Y esa es la mente que alberga nuestro cerebro actualmente, aunque ahora se use en ocasiones para tareas bastante diferentes.
La Ciencia surgió en gran medida para evitar esta tendencia humana. En su Discurso del método, Descartes le dedica uno de los cuatro principios generales “hacer en todo recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada”. Casi podría parafrasearse diciendo “evitar recoger cerezas para formar mis conclusiones”.
En la sociedad actual, es decir, en tiempos de la Web 2.0 donde el usuario no es un mero consumidor de información, sino que crea sus propios contenidos a través de redes sociales (Facebook, Twitter…), alojamientos de videos (YouTube, Vimeo, TikTok), y otras formas de comunicación, el esfuerzo debe ser mayor.
Por ejemplo, la gente parece más feliz en el mundo virtual que en la calle. Instagram, y Facebook están llenas de gente bailando, cantando, celebrando fiestas, jugando con sus gatos y comiendo sushi. Si durante el confinamiento de la primavera de 2020 un extraterrestre hubiese querido enterarse de lo que estaba pasando sólo por los vídeos que la gente colgaba, habría pensado que se trataba de algún tipo de gran celebración con bailes, bizcochos, aplausos y cánticos populares. Hasta las televisiones parecieron contagiarse de tal algarabía en muchos momentos.
El fenómeno se conoce como autopresentación positiva y ha sido bastante estudiado en las redes virtuales. La gran mayoría de la información colgada en redes es positiva. Es decir que las personas tendemos a recoger las mejores de nuestras cerezas para mostrarlas a los demás en redes. No hay nada malo en tratar de presentar al mundo nuestra mejor cara. De hecho, los mensajes positivos autorreferidos reciben más interacciones en redes que los negativos. Lo que sería una conclusión falaz y tal vez deprimente es sacar la consecuencia (teórica) de que soy la única persona del mundo que no tiene un gato al que le guste bailar.