FECHA: 27/09/2019
REDACCIÓN: JOSÉ M. MÉNDEZ PÉREZPresidente de la REAL ACADEMIA CANARIA DE CIENCIASDepartamento de Análisis Matemático
Las primeras Academias se crearon en el Renacimiento (s. XV y XVI) y proliferaron entre los siglos XVI y XIX. Quizás aparecieron porque la universidad medieval no respondía a los nuevos retos científicos y tecnológicos que iban surgiendo. En 1603 ya funcionaba la Accademia Nazionale dei Lincei, germen de la Academia Nacional de Ciencias de Italia, posiblemente la más antigua de todas. En 1660 nace la Royal Society, que se considera hoy como la Academia Nacional de Ciencias del Reino Unido; en 1666, durante el reinado de Luis XIV, se crea L ́Académie des Sciences de France; en 1700 surge la Academia Prusiana o Academia de Berlín. ¿Y en España? Aunque hubo intentos de fundarla en 1734 y 1754, no fue hasta 1834 cuando se aprobó la creación de la Real Academia de Ciencias Naturales de Madrid, que pasó más tarde a convertirse en la actual Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Ello ocurrió dos siglos más tarde del nacimiento de las primeras academias europeas, lo que muestra la desidia de nuestros políticos y justifica el retraso secular que ha sufrido España en el desarrollo científico.
Tras la llegada de la democracia, España experimentó una profunda descentralización. Prácticamente, si ya no la tenía, cada Comunidad Autónoma crea su Academia de Ciencias. En nuestro Archipiélago el Profesor Nácere Hayek, a la sazón Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de La Laguna, consigue el apoyo del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Ciencias Químicas, del Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias, de las Facultades de Química, Biología y Matemáticas de la ULL, así como de los Decanos del Centro Universitario Superior de Ciencias del Mar y de la Facultad de Informática de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, para solicitar la fundación de la Academia Canaria de Ciencias. Finalmente, el Gobierno de Canarias la crea por el Decreto 65/1987, de 24 de abril (BOC 76, de 12 de junio de 1987), modificado recientemente por el Decreto 117/2013, de 19 de diciembre (BOC 251, de 31 de diciembre de 2013). El título de Real fue concedido por el Rey Juan Carlos I el 1 de septiembre de 2014.
La RACC está constituida por cinco Secciones, las cuatro clásicas de toda Academia de Ciencias (Química, Física, Biología y Matemáticas), a las que se añade la de Ciencias de la Tierra y del Espacio, en base a las especiales características de Canarias. De una parte, es la región de España de mayor actividad volcánica y, de otra, por la extraordinaria calidad de sus cielos para la observación, es la sede del Instituto de Astrofísica de Canarias, centro de élite y un referente a nivel mundial en la investigación del cosmos.
Forman la RACC distintos tipos de Académicos:
Seis Académicos de Honor, personalidades con un excepcional currículo y prestigio internacional. Es el caso de Dr. Antonio González (†) de la Dra. Margarita Salas y del Dr. Avelino Corma. Son 50 los Académicos de Número, 10 por cada una de las Secciones. Se requiere tener el grado de Doctor, poseer un buen currículo, residir en Canarias y contar con un mínimo de 10 años de actividad profesional. Deben ser propuestos por ocho Académicos de Número y su ingreso aprobado por mayoría absoluta de la Junta General. También forman parte de la RACC 50 Académicos Correspondientes, 10 por cada una de las Secciones, residentes en este caso fuera de nuestro ámbito territorial. Se les exige los mismos requisitos que a los de Número. La RACC cuenta también con Académicos Eméritos. Pasan a esta condición los Académicos de Número que, por su edad, enfermedad u otra razón justificada, no puedan cumplir con sus obligaciones estatutarias. Tras una modificación de sus estatutos se contempla la figura del Académico Colaborador, a fin de que pueda haber representantes de nuestra Academia en todas las islas. Actualmente, hay 4 en La Palma y uno en Tenerife, y nuestra idea es seguir promocionando el ingreso de Colaboradores en todo el Archipiélago.
La Academia está regida por una Junta de Gobierno compuesta por su Presidente/a (cuyo mandato dura cuatro años y no puede ser reelegido más de dos veces consecutivas), Vicepresidente/a, Secretario/a, Vicesecretario/a, Tesorero/a, Bibliotecario/a y una Vocalía por cada una de sus Secciones. No obstante, el órgano supremo de la Academia es la Junta General constituida por todos los Académicos de Número.
Por mandato estatutario, los objetivos de la RACC son el estudio, fomento y difusión de las Ciencias en general y de sus aplicaciones. La divulgación científica no ha terminado por calar definitivamente en nuestra sociedad; es más, hay una cierta renuencia a considerar la ciencia como parte de la cultura. Convendría recordar que los países más desarrollados son los que más invierten en investigación básica. La sociedad debería promocionar, apoyar y estimular la investigación científica, porque ello repercute positivamente en el desarrollo tecnológico y, en consecuencia, en la mejora de las condiciones de vida y el bienestar social de los pueblos. Y nuestro principal objetivo, divulgarla y dar a conocer los resultados logrados de una forma asequible. Para alcanzar estas metas, realizamos seminarios, charlas, conferencias, cursos monográficos… Destacaría los seminarios sobre el cambio climático –cuando aún no era actualidad, pero ya se percibía–, energías renovables, especies invasoras, la gestión integral del agua, entre otros muchos. Colaboramos con las autoridades elaborando informes, dictámenes o propuestas sobre cuestiones científicas de interés. Por ejemplo, el Gobierno de Canarias nos podría haber consultado sobre el tema de las microalgas, que tanta controversia provocó en el verano de 2017, y así se hubiera evitado la politización de un asunto netamente científico. Otro aspecto fundamental es la recuperación y preservación del legado científico de nuestros investigadores. Lo hemos experimentado en el centenario del nacimiento de Antonio González González, prestigioso químico a nivel internacional. Colaboramos también con otras Academias. Así, y a iniciativa del Cabildo de Tenerife, realizamos anualmente unas Jornadas Multidisciplinares con las otras dos Reales Academias de Canarias, la de Bellas Artes y la de Medicina. Editamos anualmente la Revista de la Academia Canaria de Ciencias (Folia Canariensis Academiae Scientiarum) de la que se llevan publicados 30 números, con trabajos de las distintas Secciones que constituyen la Academia. Se intercambia con las publicaciones de otras universidades. Es accesible en nuestra web institucional.
Comentábamos antes que las Academias surgieron en el Renacimiento porque las Universidades no funcionaban. Por contra, a partir del siglo XIX se produce un auge de las universidades no solo como entidades que monopolizan la enseñanza superior, sino como centros de investigación. Pero ello no implicó necesariamente un ocaso de las Academias. Por el contrario, siguen desempeñando un papel fundamental en los países más desarrollados. ¿Quién pone en duda el prestigio de la Academia de Francia, de Estados Unidos, de Alemania o de Rusia? ¿O de la Royal Society en el Reino Unido pese a contar con universidades punteras en el Mundo, como Oxford y Cambridge? Para los profesores de estas universidades es un honor pertenecer a la Royal Society y pocos lo consiguen. ¿Y, por qué? Por el prestigio de sus académicos y por su historia. Muchos profesores se jubilan en la Universidad de La Laguna y en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria o en los institutos de enseñanza secundaria y quieren –y pueden– seguir haciendo cosas. En la Academia podemos beneficiarnos de su experiencia y conocimientos. Sin embargo, la RACC tiene un grave problema: no tenemos sede. Esta carencia lastra nuestro funcionamiento y nuestro futuro. Es la única Real Academia de España que no tiene unos locales donde centralizar su organización y administración. Esperamos lograr una mayor implicación de nuestros gobernantes en la búsqueda de una solución.