Antonio Eff-Darwich Peña
Universidad de La Laguna
“Creo firmemente que el método más apropiado para enseñar Ciencia a los niños es aquel en el que el profesor lleva a cabo experimentos enfrente de toda la clase, para posteriormente discutir sobre las aplicaciones prácticas de los principios que muestran esos experimentos”. Estarán de acuerdo conmigo en que ese texto parece sacado de la última reforma educativa y fruto de los estudios pedagógicos más novedosos. Sin embargo, fue escrito en 1917 por Herbert Davison, un profesor de secundaria, en la revista Science Education. Han pasado más de 100 años desde que el profesor Davison publicó su trabajo, y creo que no le hemos hecho mucho caso.
Personalmente, uso a diario la estrategia a la que se refería Davison, y muchos autores más, para enseñar contenidos y procedimientos científicos al alumnado del Grado de Maestro en Educación Primaria de la Universidad de La Laguna. Dicho de otra forma, cuando trabajo con experimentos en el aula, intento desarrollar en mis alumnos aptitudes y actitudes hacia la Ciencia, que espero que ellos transmitan cuando sean docentes y trabajen en un colegio. Sin embargo, hay razones más poderosas para poner en práctica este tipo de metodologías: me divierten muchísimo, me fascina ver a la Naturaleza en marcha y, como consecuencia, le pongo pasión, una pasión inconsciente, a esto de enseñar cómo enseñar Ciencia. Curiosamente, allá por 1859, el gran físico Michael Faraday hablaba de la importancia de las emociones en la relación profesor-alumno. Y les contaré un secreto: uso los recursos didácticos desarrollados por Faraday en mis clases, totalmente vigentes en su contenido y en la forma de aplicarlos.
Puede parecer que usar sencillos experimentos para hablar de ciencia es caro y dificultoso. Nada más lejos de la realidad; por ejemplo, dejar caer piedras al suelo desde una cierta altura puede ser un experimento increíble. Si, además, lo envolvemos en una historia y lo conectamos con el mundo que rodea al alumnado, estaremos ante un “caballo didáctico» ganador. Mi admirado Faraday no usaba piedras para enseñar, sino velas, de esas que encendemos cuando hay un corte eléctrico. Cabe recordar que tenemos electricidad en nuestras casas gracias a generadores eléctricos que se basan en el fenómeno de la inducción electromagnética, descubierto por Faraday. Traten de imaginar un mundo sin este colosal descubrimiento o traten de analizar su impacto en la estructura actual de nuestra sociedad. Por ejemplo, disponer de lavadora, nevera, cocina, horno o agua potable en los hogares no sería posible sin electricidad. Todas estas comodidades han reducido significativamente el tiempo que las mujeres pasaban y pasan cuidando del hogar, con lo que han podido dedicarse a otro tipo de actividades (económicas, académicas, …). Esto ocurrió en el mundo desarrollado a mediados del siglo XX y sigue pasando en la actualidad en países en vías de desarrollo, que cuentan con una importante población rural a la que está llegando el suministro eléctrico. ¿No creen ustedes que sería muy interesante que aprendiéramos sobre inducción electromagnética a la par que estudiamos su profundo impacto en el modelo de sociedad actual? Recuerden que queremos desarrollar aptitudes y actitudes hacia la Ciencia.
Hasta aquí una bonita declaración de intenciones, pero en el título del artículo aparece un nombre, Billy Gibbons, al que no he hecho aún mención. Puede que algunos ya lo conozcan y los que no, lo hayan buscado por internet. No se asombren, porque es él, el guitarrista. Para mí, Billy Gibbons es un recurso didáctico con el que aprender electromagnetismo y, a la vez, aprender sobre historia de la música y sobre historia en general.
En Billy Gibbons es muy característica su larga barba pelirroja y su sombrero. Gibbons es considerado como uno de los guitarristas más influyentes en el rock, en especial en el estilo vinculado con el blues. Lo que es capaz de hacer con una guitarra eléctrica está en manos de muy pocos. Además, su banda, ZZ Top, que mantiene a los mismos componentes desde hace más de 40 años, es un referente del rock clásico. Como en Ciencia, la Música evoluciona y aparecen nuevos estilos basados en otros ya existentes. La impronta que ha dejado Gibbons en la Música, tiene como referente a otro grande de la guitarra, pero tenemos que remontarnos hasta los años 40 y 50 del pasado siglo XX. Hablamos de Muddy Waters, el “inventor” del Chicago Blues. Si a alguno de ustedes les gusta los Rolling Stones, que sepan que ese nombre proviene de una canción de Waters. Este guitarrista fue el primero en usar una guitarra eléctrica en el blues que provenía del empobrecido sur de los Estados Unidos, el llamado blues del Delta (del Mississippi). Un artista como Waters, tiene referentes más antiguos, en su caso, podemos hablar del gran Charley Patton, que a principios del siglo XX ponía su melancólica voz y guitarra para darle cuerpo al blues del Delta. Los orígenes del blues lo encontramos unos años antes, entre las comunidades negras del sur de Estados Unidos tras la Guerra Civil (1861-1865).
Este interesante recorrido desde el rock actual hasta las plantaciones de algodón del sur de Estados Unidos, con todo su complejo contexto socio-económico, tiene otros protagonistas en el mundo de la ciencia y la tecnología. Y este nexo lo encuentro sumamente atractivo para los estudiantes. Mientras los estadounidenses se desangraban en su guerra civil, el gran físico James Maxwell publicaba sus trabajos sobre el electromagnetismo, donde daba cuerpo matemático, entre otros, a los experimentos de inducción electromagnética que llevó a cabo mi admirado Faraday en 1831. Maxwell nos viene a explicar cómo se puede inducir una corriente eléctrica en un hilo conductor, si este se encuentra bajo el efecto de un campo magnético que cambia en el tiempo. Dicho de otra manera, nos describe lo que ocurre cuando jugamos con imanes, corriente eléctrica y bobinas de hilo conductor. Viajemos otra vez en el tiempo hasta la actualidad; en 1925, Kellogg y Rice ‘pegan’ una bobina de cobre a una membrana, la acerca a un imán potente y le hacen circular una corriente eléctrica en forma de música, o sea, inventan los altavoces que todos conocemos. En 1931, Beauchamp hace vibrar una cuerda imantada sobre una bobina de cobre; la bobina convierte esa vibración en una corriente eléctrica rítmica que se amplifica en un altavoz. Ha nacido la guitarra eléctrica, esa que Muddy Waters usa para reinventar el blues, desechando la guitarra acústica clásica. Esa guitarra que tan magistralmente toca Billy Gibbons bajo la inspiración de Waters.
En definitiva, dos mundos aparentemente distantes como son la música blues y el electromagnetismo que, como casi todas las aventuras creativas del ser humano, terminan por encontrarse. ¿Qué les parece si empezamos a enseñar y a aprender de esta manera?