FECHA: 30/10/20
Verónica Pavés/
Periodista científica en El Día/
Si algo ha evidenciado la pandemia del coronavirus es que la comunicación pública es un eje fundamental de entendimiento, con poder suficiente como para paliar las consecuencias de una crisis o echarlo todo a perder en un error de cálculo. La Covid-19 ha provocado que los periodistas de todo el mundo nos enfrentemos a información difícil de procesar y no solo debido a la incertidumbre imperante en la ciencia, la continua desinformación de las autoridades gubernamentales o por la siempre posibilidad de que los poderes fácticos oculten información. Realmente lo más difícil ha sido entender, procesar y comunicar conceptos totalmente desconocidos para una buena parte del sector periodístico y de la ciudadanía.
Las redacciones dotadas con periodistas científicos han partido con ventaja en esta pandemia. Nuestra formación y especialización nos permite conocer los entresijos de la ciencia y habernos acostumbrados a escuchar, entender y ‘masticar’ para el público nuevos conceptos prácticamente a diario. Desde que comenzó la Covid-19, la relevancia de los periodistas científicos se ha visto acentuada como nunca, llegando a convertirse en una verdadera necesidad para muchos altos cargos dentro de los medios así como para los lectores. Una necesidad que, por otro lado, no debería desaparecer ni con la nueva normalidad ni con la vacuna.
La merma de las redacciones, la crisis del papel o el auge de las redes sociales han sido a menudo utilizadas como excusas para que las empresas periodísticas se nutran de un solo tipo de periodista: el generalista; el que hace de todo. Los profesionales de la comunicación se han convertido en hombres y mujeres ‘orquesta’ que tratan de tomar nota de unas declaraciones mientras graban un vídeo y adelantan un pequeño párrafo para los lectores de la web. Un periodista, efectivamente, debe tener la perspicacia suficiente como para transmitir cualquier tipo de información, ya sean las declaraciones de una rueda de prensa o la emoción vivida durante una festividad tradicional. Sin embargo, el generalismo está abocado al desconocimiento y, consecuentemente, a la producción desmedida de un tipo de comunicación vacía. Se está facilitando la aparición de un periodismo que tan solo tiene tiempo de hacerse eco de las declaraciones de una u otra fuente, sin incidir o elegir cuál de ellas pudiera tener mayor relevancia o peso y sin centrarse en buscar el relato más cercano a la realidad.
Los periodistas científicos, como otras muchas especializaciones dentro de una redacción, son un valor necesario y añadido que aporta calidad a las noticias. Además, y siguiendo los pasos del quehacer científico, el periodista especializado en ciencia va a incidir insistentemente en contrastar hechos para llegar a la verdad más cercana a la realidad. En ciencia no existen las opiniones, en ciencia se demuestran los hechos. Y esa es también la máxima que debería imperar en la profesión periodística.
Para más inri, los profesionales de la información nos hemos enfrentado a la titánica tarea -diaria durante más de tres meses- de manejar datos complejos, extrapolar y adaptar a nuestro ámbito las situaciones que sucedían en otros países así como discriminar qué información era verídica y cuál simple charlatanería. Y a esta avalancha de información que tenemos que clasificar y seleccionar, se ha unido una cantidad ingente -más de 77.000- de artículos científicos que no han tenido tiempo de pasar por ningún tipo de filtro, lo que comúnmente se conoce como artículo en preimpresión.
En el contexto de una crisis mundial también se ha vuelto a enaltecer la necesidad de un buen periodismo local. Durante las épocas más intensas de la primera ola, los ciudadanos solicitaban información con la que pudieran empatizar y entender. Y era primordial que lo hicieran, pues una gran parte del control de la enfermedad requiere de ciudadanos versados en la materia, que les permita entender por qué deben portar una mascarilla o aguantar las ganas de abrazar a sus seres queridos.
La pandemia ha servido para constatar que el periodismo científico necesita un espacio también en los medios locales. No se puede demorar más. El avance de la sociedad requiere ciencia tanto como la ciencia necesita a buenos profesionales que la comuniquen de manera accesible y clara a la comunidad.