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Uno de los principios que viene informando la política editorial de HIPÓTESIS desde su primer número es su alineamiento con el ambicioso proyecto de fusionar las Ciencias y las Humanidades. El objetivo, y las tareas, que esto conlleva, lejos de perder
relevancia tienen, si cabe, más sentido que nunca en los inicios de lo que parece ser la era de la Inteligencia Artificial. Y es que aún queda mucho camino por recorrer hasta llegar a la denominada “consiliencia”, término utiliza do por Edward O. Wilson en su libro de 1998 Consilience: La unidad del conocimiento, en la que venía revisitar los planteamientos pre sentados anteriormente por C. P. Snow en su libro, de 1959, Las dos culturas y la revolución científica.
Por consiliencia debemos entender la fusión de los conocimientos y la información de disciplinas diversas que configuran un marco único para el entendimiento de la realidad. La pro puesta tiene antecedentes que se remontan a la filosofía de la Grecia clásica y que eclosionó de manera evidente con la Ilustración. La reaparición de esta propuesta en la segunda mitad del siglo pasado se explica como reacción a la fuerte tendencia a la fragmentación y la especialización de las disciplinas científicas que experimentó la ciencia de la época y que contribuyó a extremar la separación entre las Humanidades y las Ciencias. Tanto Wilson como Snow vinieron a proponer, contracorriente de este movimiento fragmentador, la creación de una “Tercera Cultura” en la que se amalgamaron las aportaciones de la ciencia, a cultura y la historia al servicio del bienestar humano y del planeta.
La “metodología” del proyecto consiliente consiste en que cada rama del conocimiento estudie una parte de la realidad que, no obstante, depende de elementos de esa realidad que son, a su vez, estudiados en otras ramas.
Así, los fenómenos objeto de interés de la psicología en sus distintas especialidades, de la antropología, la sociología y la economíaaparecen como propiedades emergentes de los sistemas biológicos que, a su vez se basan en el comportamiento de distintos sistemas celulares como las neuronas. Sistemas neuronales que operan sobre la base de las propiedades de las moléculas que intervienen en los procesos bioquímicos; propiedades moleculares que son, a su vez, explicadas por la física atómica.
Son muchas las dimensiones en las que la consiliencia juega un papel central de cara a amplificar y expandir el conocimiento. De todas ellas quiero destacar dos, que conver gen con los objetivos y la línea editorial de HIPÓTESIS. La primera tiene que ver con la repercusión del enfoque consiliente en la educación. Se trata aquí de destacar la importancia de una educación que supere los planteamientos “aislacionistas” entre las disciplinas, desde los contenidos curriculares hasta las metodologías docentes y abandonar muchos de los planteamientos predominantes hasta hora. Hoy, cuando la Inteligencia Artificial deviene ubicua, poderosa y omnisciente, el llamamiento de la consiliencia es imperativo. Un segundo desafío que se deberá afrontar necesariamente desde la perspectiva consiliente es el que plantea la complejidad inherente a los grandes problemas de la ciencia del siglo XXI, como son el control y la prevención del cambio climático y la comprensión del cerebro humano y el fenómeno de la inteligencia.
En ambos casos ninguna aproximación que no pase por la combinación de conocimientos en áreas tan diversas como como la medicina, la ingeniería y la ecología puede resultar viable.
El contenido de este número de HIPÓTESIS, en la línea de los anteriores, abarca un amplio espectro de temas, que se abordan en muchos casos desde, precisamente, la visión consiliente que tanto nos interesa. Un grupo de artículos, con una línea argumental común es el conformado por una serie de tres en los que se aborda, desde distintas perspectivas, la teoría de la evolución (una teoría que viene siendo avalada por una ingente y siempre creciente de evidencias) del que son autores investigadores del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones científicas, Miguel Ángel Puig-Samper y Francisco Pelayo (autores de sendos artículos) y Ricardo Noguera Solano, en este caso de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Otros ejemplos de ejercicios de convergencia de disciplinas son los firmados por una serie de profesoras y profesores de la Universidad de La Laguna (ULL). Ana Martín Rodríguez, nos muestra la importancia de aunar los planteamientos del derecho con la psicología cuando de la defensa del medio ambiente se trata. Se suma a esta demostración de la necesidad de la transdisciplinariedad requerida para el abordaje de las cuestiones ambientales el trabajo de Patricia Delponti, que estudia el cambio climático desde la dimensión periodística y comunicativa. Otro artículo de este bloque es el de Natalia Égüez, en el que se funden los principios de la geología y la arqueología para desentrañar las huellas del ser humano en la Tierra. Dolores Serrano-Niza, en su artículo titulado “Un sambenito de emociones” combina historia y sentimientos, mientras que Benjamín González Díaz ilustra cómo el abordaje de la transición energética es, por definición, multidisciplinar. Mónica Calderón y Rosa E. del Río Torres, ambas desde México, nos hablan de la bioprospección como un recurso para la cura de enfermedades. Le siguen trabajos sobre la efectividad de los tratamientos psicológicos, a cargo de Wenceslao Peñante; del uso del vosotros en nuestras islas, de la también profesora de la ULL María José Serrano. Se abordan a continuación temas que aluden (más) directamente a las biociencias: las posibilidades que ofrece la biotecnología para hacer frente a las cada vez más pertinaces sequías, tema que desarrolla una colaboradora habitual de HIPÓTESIS, como es Cristina Yunta Yanes y el potencial de las algas que pueblan las aguas canarias a cargo de Nereida M Rancel-Rodríguez. Miguel Ángel Boluda y sus colaboradores del IES Alonso Pérez Díaz de La Palma nos presentan una primicia científica, como es el avistamiento del aguilucho pálido, una especie inusual en las Islas Canarias. En este bloque se incluye una contribución de Lucas P.; un interesante relato sobre el fin del Sistema Solar, de la vida en la Tierra y de la especie humana.
No falta tampoco la sección “Con mi ciencia a otra parte”, de nuestra corresponsal para el mundo más allá de nuestras fronteras Raquel Villar. En esta ocasión no narra las aventuras y las cuitas de un canario en Nueva York interesado en el estudio de las neuronas. A esta contribución se suma la celebración de un aniversario. Y es que se cumple este año el vigésimo día desde la creación del Aula Cultural de Divulgación de la Ciencia. Sus actuales directores, Julio Capote y Carlos Álvarez, dibujan en 1000 palabras la imagen de lo que este Aula Cultural de la ULL ha sido durante sus veinte años de vida.
Hablamos antes de la importancia de que los planteamientos de la consiliencia impregnaran los contenidos, los enfoques y las metodologías de los programas formativos. En este sentido, desde HIPÓTESIS no queremos quedarnos en la prédica, sino también “dar trigo”.
Y lo hemos hecho promoviendo un proyecto educativo dirigido a los estudiantes de varios centros de educación secundaria de nuestro archipiélago que ha tenido como objetivo la práctica de la indagación científica y el análisis crítico. El resultado es un monográfico, presentado por nuestro redactor Juan José Martin, en el que se recogen siete artículos elaborados por otros tantos grupos de estudiantes, resultados de las actividades que realizaron en curso pasado en torno a cuestiones de interés para las que la aproximación científica puede dar respuestas. En algunos casos se trata de problemas acuciantes; los que van desde la contaminación atmosférica a la presencia de plásticos en el medio ambiente o los riesgos de la descongelación de superficies terrestres hasta ahora congeladas. Otros temas que han captado la atención de nuestros jóvenes estudiantes son las peculiaridades del ornitorrinco, las extinciones masivas que han sido, las bases fisiológica de las “agujetas” que sufren los deportistas (y los que no lo son) y las posibilidades de terraformación de Marte. Sus contribuciones son doblemente meritorias y nos hacen pensar que tenemos razones para el optimismo y la esperanza al poder seguir contando con nuevas generaciones de científicos y científicas… conscilientes.
Es la mentalidad consiliente la que contempla, simultáneamente, las perspectivas científica y humanística y, así lo creemos, la única que asegura el progreso de la humanidad. A la misma, la cultura de la ciencia aporta una serie de buenos valores, que se operativizan a través de prácticas como el debate abierto, la revisión por pares y los métodos de doble ciego; garantías que permiten esquivar los “pecados” a los que están expuestos, como seres humanos que son, también, los científicos y las científicas. Por su parte, la perspectiva humanística contribuye a dotar de sentido profundo lo que hacemos, situando al ser humano en el centro de su interés.
REDACCIÓN NÉSTOR TORRES DARIAS
DIRECTOR DE HIPÓTESIS
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 16, Opinión, Editorial, Néstor Torres Darias, General
Licenciado en Química y Doctorado en Bioquímica y Biología Molecular por la Universidad de La Laguna. Miembro del Instituto de Tecnología Biomédica (ITB), ha impartido docencia en varias universidades nacionales y extranjeras. Especializado en Modelización Matemática y Biología de Sistemas.
Bioquímica y Biología Molecular