miércoles 2 de octubre de 2019 – 00:00 GMT+0000Compartir
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El término Macaronesia, procedente de los vocablos griegos makarios (los felices) y nesos (islas), literalmente las Islas Afortunadas, designa a una serie de archipiélagos localizados en la zona oriental del Atlántico Norte, que comparten origen volcánico y cierta afinidad de su biota. La región macaronésica incluye los archipiélagos de Azores, Madeira, Salvajes, Canarias y Cabo Verde, en orden decreciente de latitud. Suman unos 15.000 km2 divididos en más de 40 islas y un centenar de islotes, con una población de tres millones de personas y 20.000 especies terrestres diferentes, 6.000 de ellas endémicas. El concepto es, sin embargo, discutido, ya que la afinidad biótica entre los archipiélagos es variable y, en todo caso, más patente en el medio terrestre que en el marino. En lo que no hay discrepancias es en el hecho de que Macaronesia alberga la mayor densidad de endemismos del mundo.
Hoy en día el término Macaronesia ha trascendido su inicial acepción biogeográfica y recientemente ha dado el salto al lenguaje político.
El historiador británico William Stearn atribuye al botánico, geólogo y filántropo británico Philip Barker Webb la autoría del término Macaronesia alrededor de 1850, cuatro años antes de morir. Que Webb lo propusiera tiene sentido, pues fue una persona culta, políglota y con certeza conocedor de los textos clásicos, por lo que fácilmente era familiarizado con el griego clásico y la historia de las Islas Afortunadas. De hecho, algunos años antes, en 1832, el explorador francés Jules Dumont D’Urville empleó términos similares para referirse a conjuntos de archipiélagos del océano Pacífico, como Micronesia, Melanesia y Polinesia, hecho en el que el botánico inglés pudo haberse inspirado.
En un intento de escudriñar en qué momento y con qué contenido aparece el texto citado por primera vez en la literatura científica, he buscado su rastro en documentos de la época. Aunque existen referencias tempranas a la similitud biótica de las islas atlánticas y al interés de analizar el origen de la biota que comparten, el término Macaronesia no aparece sin embargo en las obras sobre Canarias de los exploradores germanos de la primera mitad del siglo XIX Humboldt y von Buch, algo de esperar ya que dichas obras fueron previas a la fecha en que Stearn atribuye a Webb la propuesta. Curiosamente, tampoco la he encontrado en la obra magna de Webb y Berthelot, Histoire Naturelle des Iles Canaries, publicada entre 1836 y 1850, en donde tuvieron muchísimas ocasiones de utilizarlo.
Tampoco el prolífico botánico y ornitólogo alemán Carl Bolle (Notes on the Botany of the Cape Verde Islands, 1852), ni el botánico alemán Herman Schacht (Madeira und Teneriffa mit ihrer Vegetation, 1859) usan el término. He encontrado además que el biogeógrafo británico Joseph Dalton Hooker no lo menciona en su célebre conferencia de 1866 en Nottingham titulada Insular Floras. Pese a que Hooker diserta ampliamente de la flora paleoendémica de los archipiélagos atlánticos, creo que si Hooker no utiliza el término de Macaronesia es, sencillamente, porque no existía previamente dada la gran erudición de la que hacía gala. Finalmente, ni el geólogo Karl von Fritsch (Reisebilder von den Kanarischen Inseln, 1867) ni el zoólogo Ernst Haeckel (Eine Besteigung des Pik von Teneriffa, 1870), este último conocido como el Darwin alemán y quién propuso el término de Ecología, usaron Macaronesia en sus obras. Es decir, dos décadas después de que supuestamente Webb hubiera acuñado el término, éste aún no había aparecido en ninguna de las obras más importantes referidas a los archipiélagos atlánticos.
Según mi pesquisa, la primera vez que aparece el término es en la obra Niger Flora or An Enumeration of the Plants of Western Tropical Africa, editada en 1849 por William Jackson Hooker y dedicada a la memoria del Prof. Theodore Vogel. Esta obra contiene un capítulo titulado Spicilegia Gorgonea dedicado a la Flora de Cabo Verde, del que Webb es autor y en donde se atribuye haber acuñado el término: “The region to which the genus Sinapidendron belongs we have elsewhere called Macaronesian. The two Sina- pidendrons of the Cape de Verd islands differ from the Madeira and Canarian species”. Con esta frase parece que quedan implícitos dos hechos. En primer lugar, que él (tal vez utilizando un plural mayestático o de modestia) o él junto a otro(s) colega(s) acuñaron el término en otro texto que desafortunadamente no cita. Y en segundo lugar, para él Macaronesia comprende los archipiélagos que cita expresamente.
Me ha llamado mucho la atención que el biogeógrafo británico Joseph Dalton Hooker, hijo del anteriormente citado William Jackson Hooker, no menciona el término Macaronesia en su célebre conferencia de 1866 en Nottingham titulada Insular Floras. Pese a que Hooker diserta ampliamente de la flora paleoendémica de los archipiélagos atlánticos, creo que si Hooker no utiliza el término de Macaronesia es sencillamente porque no lo conocía en aquel entonces, lo que contrasta enormemente con la gran erudición de la que hacía gala.
Tras esta primera mención, el término parece desaparecer hasta que es rescatado más de dos décadas después, en 1872, por el geobotánico August Grisebach, en su libro Die Vegetation der Erde nach ihrer klimatischen Anordnung, quien lo utilizará en el capítulo dedicado a las islas oceánicas, aunque sin indicar referencia alguna, pero sí especificando que englobaría a los tres archipiélagos septentrionales, es decir, lo que hoy llamamos la Macaronesia europea.
Phillip Barker Webb 1793-1854
Años más tarde, Joseph Dalton Hooker utiliza por primera vez el término en 1878 en su libro Journal of a Tour in Marocco and the Great Atlas, al que recoge en un apéndice titulado On the Canarian Flora as compared with the Maroccan. Atribuye, en un pie de página, que el término fue acuñado por Webb para referirse exclusivamente a la flora de Canarias (algo que como hemos visto no es cierto), aunque Hooker reivindica su ampliación al resto de los archipiélagos comentados. En 1879, aparece la primera referencia del geobotánico prusiano Adolf Engler a este vocablo en su trabajo Versuch einer Entwicklungsgeschichte der extratropischen Florengebiete der Nördlichen Hemisphäre, en donde afirma que Webb se refirió con él exclusivamente a Canarias (lo que parece falso), aunque propone que debería incluir también los archipiélagos de Azores y Madeira, además del canario.
La que creo que es la primera aparición del término en lengua española se hace esperar hasta 1880, cuando el médico militar catalán Ramón Masferrer y Arquimbau, quien durante los años que pasó destinado en Tenerife se destacó como un gran estudioso de la vegetación y flora de Canarias, presentó en la sesión anual de la Sociedad Española de Historia Natural una consulta acerca de si fue Webb el primero en utilizar el nombre de Región Macaronésica para los archipiélagos atlánticos. Ese mismo año su obra “Recuerdos botánicos de Tenerife, o sea, datos para el estudio de la flora canaria” incluye el término y, dos años más tarde en la obra “Las laureles de Canarias”, Masferrer lo atribuye a Webb.
Como conclusión, podría decirse que si el término Macaronesia es unánimemente atribuido a Webb, existen aún dudas razonables respecto a qué entendió éste por Macaronesia, y en qué texto y momento apareció el vocablo por vez primera.
REDACCIÓN JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ PALACIOSILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 4, Artículo, Energía, Biodiversidad y Medio Ambiente, José María Fernández Palacios, Universidad de La Laguna
Catedrático de Ecología de la Universidad de La Laguna desde 2011 y coordinador del grupo de investigación en Ecología y Biogeografia Insular de dicha universidad. Entre sus líneas de investigación destacan, además de la Ecología y Biogeografía Insular, la Dinámica Forestal de la laurisilva y del pinar, así como la Paleoecología. Ha sido autor de unos 200 trabajos, entre ellos un centenar en revistas de impacto, amén de una docena de libros relacionados con la Ecología de Islas en general y la de las Islas Canarias en particular.
Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal
jmferpal@ull.es