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«Nada en biología tiene sentido excepto a la luz de la evolución»Theodosius Dobzhansky
«Nada en biología tiene sentido excepto a la luz de la evolución»
Theodosius Dobzhansky
Hace casi doscientos años que el joven naturalista Charles Darwin embarcaba en el Beagle para realizar una exploración por Tierra de Fuego, acompañando al capitán FitzRoy, fascinado por seguir los pasos de Alexander von Humboldt. No era previsible que este geólogo de 22 años llegase a ser el creador de una teoría evolutiva que revolucionaría el mundo de la biología y trastornaría los cimientos de la sociedad victoriana inglesa.
En 1859 publicaba Darwin su Origen de las Especies, en la que explicaba su teoría evolutiva basada en la selección natural como mecanismo clave, obligado a publicitarla por los hallazgos similares de Alfred R. Wallace. Es cierto que hubo algunos pequeños antecedentes a la idea de evolución en la naturaleza, que el propio Darwin destacó en las diferentes ediciones de su libro, como la de su propio abuelo Erasmus o el tantas veces citado Jean-Baptiste Lamarck. La realidad es que la obra de Darwin era mucho más profunda y cambiaba el paradigma explicativo con la nueva biología evolucionista. Se propugnaba la universalidad del origen de los seres vivos, la selección natural como mecanismo explicativo de los individuos favorecidos en los procesos de adaptación, en la “lucha por la existencia”, lo que les daba mayor capacidad de transmitir sus caracteres a su descendencia. Había también otro mecanismo presentado por Darwin: la selección sexual. Además, se propugnaba un cambio gradual en un proceso evolutivo de larga duración, apoyado en la antigüedad de la Tierra, demostrada por el registro fósil, que había dado lugar a la gran biodiversidad existente y el hombre se situaba definitivamente en la esfera biológica.
«Hace casi doscientos años que el jovennaturalista Charles Darwin embarcabaen el Beagle para realizar una exploración por Tierra de Fuego, acompañando alcapitán FitzRoy, fascinado por seguir lospasos de Alexander von Humboldt.»
«Hace casi doscientos años que el joven
naturalista Charles Darwin embarcaba
en el Beagle para realizar una exploración por Tierra de Fuego, acompañando al
capitán FitzRoy, fascinado por seguir los
pasos de Alexander von Humboldt.»
Una de las dificultades explicativas de esta teoría darwiniana fue cómo se producía la transmisión de caracteres y cómo se modificaba la información biológica. Esto se produjo con el redescubrimiento primero de las leyes de Mendel y del desarrollo posterior de la genética, especialmente con la experimentación con la mosca Drosophila melanogaster, iniciada por Thomas H. Morgan. Se pudo demostrar la existencia de genes alineados en los cromosomas celulares, capaces de cambiar su naturaleza por medio de un mecanismo de mutación, descrito por Hugo de Vries, lo que explicaba una de las fuentes de la variación biológica imprescindible en la evolución.
La teoría de la selección natural, puesta en duda por el neolamarckismo, se consolidó en los años 20 y 30 con la aparición y desarrollo de la genética de poblaciones. John B.S. Haldane publicó The Causes of Evolution (1932), en la que hacía converger los principios mendelianos con la teoría de Darwin para explicar la evolución. Otro autor importante en esta línea fue Ronald A. Fisher, quién publicó en 1930 The Genetical Theory of Natural Selection, demostrando que en el proceso de selección natural darwinista, actuando sobre una población grande y variada desde el punto de vista genético, favorecería la difusión de genes beneficiosos. El tercer autor considerado como uno de los padres fundadores de la genética de poblaciones es Sewall Wright, quién publicó en 1931 su Evolution in Mendelian Populations, en la que dio a conocer su teoría sobre la función de la «deriva genética» y la selección dentro de y entre poblaciones como factores de un mecanismo evolutivo en el que las frecuencias alélilcas de una población cambiaban a lo largo de varias generaciones debido al azar, siendo sus efectos muy fuertes en poblaciones de poco tamaño.
«Un salto fundamental fue la descripción de la naturaleza física del gen y su composición química, debida a Rosalind Franklin en su estudio de la estructura del ADN en 1953 y a James Watson y Francis Crick, muy reconocidos por su teoría de la doble hélice»
Una obra clave en el desarrollo de la teoría evolutiva fue la de Theodosius Dobzhansky, quien publicó en 1937 su obra fundamental Genetics and the rigin of Species, que armoniza y divulga los principios de la nueva teoría sintética de la evolución, ya que logra exponer los avances de la teoría evolutiva en los campos de la genética de laboratorio (citogenética, genética factorial y estudios de mutación), en la genética de poblaciones y la biometría, en las observaciones de campo en botánica, zoología y ecología, o en sistemática, apoyándose siempre en la teoría darwiniana de la selección natural. Como indican Rosaura Ruiz y Francisco J. Ayala, el otro tema de gran trascendencia en la obra de Dobzhansky es la evolución humana, especialmente a partir de su obra Mankind Evolving: The Evolution of the Human Species (1962), con un nuevo enfoque influenciado por la síntesis de la genética y el darwinismo. Hay que destacar su consideración sobre la doble naturaleza humana, la biológica y la cultural, ambas interrelacionadas e imprescindibles para entender la evolución de la especie.
Uno de los autores más influyentes en las nuevas teorías de la moderna síntesis evolutiva fue sin duda Ernst Mayr, artífica de la incorporación de la sistemática a la teoría evolutiva en su obra systematics and the Origin of Species (1942). Mayr contribuyó poderosamente a la aceptación de la gradualidad de la evolución y a la relativa importancia de la deriva genética, además de conseguir imponer la selección natural como mecanismo principal de la evolución en las dos fases evolutivas, la adaptación y la diversificación.
Un salto fundamental fue la descripción de la naturaleza física del gen y su composición química, debda a Rosalind Franklin en su estudio de la estructura del ADN en 1953 y a James Watson y Francis Crick, muy reconocido por su teoría de la doble hélice. El siguiente paso fue el descubrimiento de un código genético universal, debido especialmente a Severo Ochoa y Sydney Brenner, lo que era una prueba inequívoca de la evolución. Finalmente habría que destacar la genética del desarrollo, con avances tan importantes como la universalidad del diseño animal bilateral y el hallazgo de los genes homeóticos (Hox; genes reguladores que dirigen el desarrollo de estructuras o segmentos particulares del cuerpo). Los proyectos genómicos que han permitido secuenciar el ADN de muchas especies y comparar la información biológica, así como los descubrimientos actuales y futuros con técnicas como las CRISPR, confirman la validez de la teoría evolutiva.
REDACCIÓN MIGUEL ÁNGEL PUIG-SAMPER
ILUSTRACIÓN HIPÓTESIS
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 16, Artículo, General, Miguel Angel Puig-Samper , Revista Hipótesis, Instituto de Historia CSIC
Actualmente es Profesor de investigación del Instituto de Historia del CSIC. Ha sido Director de la Editorial del CSIC (2005-2013).Con anterioridad fue Vicedirector del Instituto de Historia, Jefe del Departamento de Historia de la Ciencia del IH y Jefe de la Unidad de Historia y Documentación del Real Jardín Botánico de Madrid, responsable de su Archivo Histórico y redactor jefe de los Anales de dicha institución.
Historia de la Ciencia
miguelangel.puig@cchs.csic.es