FacebookXWhatsAppCopy k
Una de las revoluciones más trascendentes que ha experimentado la medicina moderna en los últimos 50 años ha sido la propiciada por la Resonancia Magnética y la posibilidad de obtener imágenes que esta pone a nuestro alcance, algo a lo que nos referiremos como IRM.
Los dispositivos IRM permiten la visualización de los sistemas internos del cuerpo humano “sin tocarlos”; es decir, sin necesidad de realizar ningún procedimiento quirúrgico, ni de exponer al cuerpo a radiaciones generalmente dañinas o de la inyección de químicos tóxicos, lo que ha hecho que las técnicas IRM estén desempeñando actualmente un papel clave en el desarrollo de las neurociencias.
El cerebro es un órgano con un sistema vascular complejo que contiene muchos tipos de tejidos y de neuronas, así como abundante líquido circulante, tanto circulante como constitutivo. Pues bien, la IRM es capaz de “fotografiar” muchos de los aspectos tanto estructurales como funcionales del cerebro, tal como se puede apreciar en las imágenes que acompañan a este texto. Así, mediante estas técnicas es posible detectar las diferencias entre la materia gris (donde están las neuronas) y la materia blanca (las conexiones entre neuronas), que sirven, por ejemplo al diagnóstico clínico de la enfermedad de Alzheimer. De la misma forma otro tipo de imágenes IRM proporcionan información precisa sobre las conexiones de la materia blanca, sobre las zonas del cerebro donde se encuentra líquido o sobre la integridad de su sistema vascular. Estas imágenes son útiles en la investigación y el diagnóstico clínico de la esclerosis múltiple, en la detección de tumores y del accidente cerebrovascular; la IRM permite también determinar la concentración de ciertas moléculas en áreas específicas del cerebro. En fin, la gran utilidad de la IRM radica en la capacidad de esta técnica para proporcionar información sobre muchos aspectos diferentes del cerebro.
Uno de los descubrimientos más intrigantes de las últimas dos décadas en ese campo ha venido de la mano de una versión de la IRM denominada IRM funcional (IRMf). La gran ventaja de esta radica en que es capaz de detectar cambios en el cerebro que directamente relacionados con la actividad neuronal. La IRMf se usó primero para medir la actividad cerebral en respuesta a estímulos. Una cuestión recurrente en el ámbito de la neurología tiene que ver con las áreas del cerebro implicadas en tareas cognitivas (como son la memoria o el lenguaje). Y otra se refiere a lo que ocurre en el cerebro en ausencia de tareas explícitas. Gracias, en gran medida a la IRMf, hoy sabemos que el cerebro mantiene una intensa actividad incluso en estado de reposo (es decir, cuando no estamos realizando una tarea), de tal manera que en estas condiciones hay áreas cerebrales activadas, a las que se denomina “red por defecto”. Se trata de un mecanismo preservado por la evolución, ya que se ha observado también en monos y ratones. La importancia y el papel que juega la red por defecto siguen siendo, en gran medida, desconocidas si bien estudios recientes sugieren que puede verse alterada en enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia, envejecimiento y el Alzheimer, lo que nos lleva a pensar que la causas de estas patologías es más compleja de lo que se pensaba.
En nuestro laboratorio hacemos uso intensivo de la IRMf en el estudio de los cambios cognitivos que se dan en el cerebro durante el envejecimiento normal y anormal. Sabemos que algunas capacidades cognitivas disminuyen con la edad, pero la razón (o razones) de esto siguen sin ser bien entendidas. Nos interesamos también por las razones por las que para algunas personas el declive cognitivo se desvía de lo normal y conduce a la demencia y el papel que juega en ello el sistema vascular cerebral. La función del sistema vascular es proporcionar nutrientes a todos los tejidos del cerebro; nuestra hipótesis es que problemas en este sistema pueden acelerar o inducir un envejecimiento cognitivo anormal, algo para a lo que la IRMf puede hacer aportaciones significativas. Con esta técnica podemos obtener información cuantitativa sobre el estado del sistema vascular del cerebro en distintos grupos humanos, tales como jóvenes sanos, mayores sanos o con alguna patología (demencia o enfermedad cardíaca). Esto nos permite conocer cómo se relaciona el suministro de sangre con el declive cognitivo y distinguir así entre envejecimiento normal y anormal; conocimiento que está en la base del desarrollo de nuevos medicamentos que alivien o detengan el declive cognitivo asociado a la edad.
La IRM sigue evolucionando y desarrollándose. Continuamente se presentan innovaciones que mejoran y expanden las posibilidades de obtener imágenes más precisas e inclusivas, o que acortan el tiempo necesario de exposición para obtenerlas. Esto es especialmente importante en entornos clínicos, en los que es crítico reducir el tiempo que el paciente tiene que pasar dentro del escáner y maximizar el número usuarios por unidad de tiempo. Las mejoras en la calidad de imagen supone la posibilidad de obtener información más detallada sobre los tejidos subyacentes que sin duda contribuirán a aumentar nuestros conocimientos sobre la función cerebral y sus patologías asociadas. Por último, otro aspectos en el que se avanza es en la capacidad de detección de moléculas que permita salvar las diferencias entre los modelos animales y humanos.
En resumen, la IRM ha producido valiosas contribuciones tanto desde el punto de vista clínico como en el de la investigación biomédica. Se trata, en fin, de una tecnología con gran proyección de futuro que aportará nuevos y emocionantes conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro, tanto en la salud como en la enfermedad.
REDACCIÓN NIELS JANSSEN
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 5, Artículo, Biomedicina y Salud, Hipótesis, NielsJanssen, Universidad de La Laguna
Su investigación se centra en el cerebro humano. Utilizando diversas técnicas de neuroimagen, trata de aprender cómo funciona el cerebro. Se encuentra utilizando tanto EEG como fMRI para estudiar la dinámica de activación cerebral, con el objetivo de relacionar los resultados de su investigación a los problemas de salud y enfermedades neuro-degenerativas como Parkinson y Alzheimer.
Psicología Cognitiva, Social y Organizacional
njanssen@ull.edu.es