En el jardín de Ockham
2 de agosto de 2021 – 00:00 GMT+0000
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Arranca con estas líneas lo que espero que sea una larga y prolífica colaboración con esta revista, pues he aceptado con agrado el encargo de analizar, desgranar, poner del revés y hasta biopsiar estos temas que a unos les apasionan y otros rechazan: los misteriosos.
Sí, las pseudociencias de toda la vida. Vaya por delante que esta página no será imparcial; fíjese el lector o la lectora que ya lo definimos como pseudo en contra de lo que otras posturas pudieran defender; en esto la línea editorial de HIPÓTESIS está clara. Pero, aún desde la parcialidad propia de alguien que se posiciona en contra de las pseudociencias, sí prometo ser honesta analizando todos los datos, apoyen o no mis tesis. Dicho esto, comencemos el análisis de uno de los temas estrella de los amantes del misterio, el “objeto de investigación” por excelencia: los OVNIS.
No es mi intención dar, en este breve artículo, una lección sobre el origen de este (supuesto) misterio y tampoco creo que sea necesario hacer un corolario de los casos más famosos de la historia. Dadas las limitaciones de espacio iré al grano y te lanzo, estimada lectora, estimado lector una pregunta: ¿son cosas mías, o ahora se ven menos OVNIS? Como el Rock and Roll, los avistamientos de estos objetos voladores tuvieron su época dorada. En las décadas de los 70 y 80 los casos de avistamientos no solo eran multitudinarios sino que también estaban en el centro de atención de los medios de comunicación; seguramente ambos hechos se retroalimentaban mutuamente. Recuerdo cómo a esta autora ya entrada en años le contaban historias maravillosas sobre luces en el cielo en lugares tan pintorescos como Las Cañadas del Teide (Tenerife). No había excursionista que se adentrara entre esos volcanes durante la noche que no bajara con una historia fantástica que contar. Y aunque este Parque Nacional no era un lugar inaccesible sí que era muy poco transitado durante la noche. Tu historia, real o no, solo la vives tú, sin más testigos.
Ahora el Teide es visitado por miles de personas cada día y durante las noches es muy frecuente que cientos de amantes de la Astronomía se pasen las madrugadas disfrutando de su espectacular cielo estrellado. El observatorio del Teide, el Teleférico, el Parador Nacional, etc. han instalado cámaras, cuyas imágenes se pueden ver a través de internet y que retransmiten en tiempo real. Y precisamente ahora que hay más testigos que nunca, resulta que es cuando menos avistamientos de OVNIS se producen. Por primera vez en la historia cada ser humano lleva siempre consigo una cámara. Esta ubiquidad de los móviles inteligentes garantizan que podamos fotografiarlo todo, lo que nos ha permitido ser testigos de fenómenos muy raros e impresionantes. Desde la caída de meteoritos, hasta la reentrada en la atmósfera de basura espacial pasando por accidentes aéreos, terremotos, tsunamis, inundaciones, tornados, rayos, tiroteos, caída de misiles… y un montón de gatos.
Es sumamente curioso comprobar cómo en esos años dorados de la ufología a algunos testigos de estos fenómenos les daba tiempo de coger la cámara réflex, enfocar y disparar. Las primeras eran sospechosamente nítidas pero pronto entramos en el dominio más amplio de las fotos desenfocadas. Pero lo cierto es que en estos tiempos altamente tecnificados las imágenes de los supuestos objetos escasean, a no ser que otros fenómenos naturales hayan sido confundidos durante años con este tipo de objetos. Me refiero a ellos como “objetos” porque está férreamente soldado a nuestro cerebro el siguiente significado: OVNI = nave extraterrestre. Y es realmente curioso comprobar que muchas personas cuando ven una luz en el cielo imaginan inmediatamente una nave con chófer alienígena. Sin embargo, haciendo honor al nombre de esta sección ¿qué es más probable: que lo que estemos observando sea un fenómeno luminoso que no sepamos identificar o que se trate de una nave que proviene de un lejano planeta que ha llegado hasta aquí después de un largo viaje?
Los testimonios
El fenómeno OVNI se sustenta sólo en las declaraciones de los testigos. Yo ví, el vió, nosotros vimos… A pesar de lo que te puedan contar “los investigadores” de estos temas, les puedo asegurar que no existe ni una sola prueba física fehaciente que nos haga pensar en estas visitas galácticas. Como todo el peso del fenómeno descansa en las manifestaciones de los testigos, estos se han ido clasificando entre más y menos creíbles. Entre los que más gustan a los que se dedican a estos temas están los pilotos, militares, agentes de la autoridad y, curiosamente, los agricultores. Los del primer grupo pertenecen a la élite, ya que los imaginamos como hombres y mujeres profesionales, bien adiestrados y volcados en el servicio público. El testigo agricultor está en la lista por la romántica y supremacista idea de creer en la intrínseca bondad del hombre y la mujer del campo que, desde su ignorancia, siempre dice la verdad. Pero se olvida un detalle nada baladí. Aunque parezca una perogrullada, no está de más añadir que todos los testigos son personas. Un oficio no te convierte en testigo infalible. Todos, independientemente de nuestro modo de ganarnos la vida, estamos influenciados por los sentimientos, el agotamiento, los sesgos del pensamiento, nuestras creencias y las sugestiones, etc. Pensar que un piloto es un testigo infalible es muy arriesgado: basta recordar como en 2014 tres tripulaciones de sendos aviones confundieron un barco en las costas de Tenerife con un aeronave flotando en el mar, llegando incluso a afirmar que se trataba de un Boeing 737 que pertenecía a la compañía alemana Tui.
Videos desclasificados en EE.UU
A principios de junio de este año 2021, con más bombo que platillos, los medios de comunicación de medio mundo publicaron una noticia que, atendiendo a los titulares, venía a decir que el ejército de los Estados Unidos de América aceptaba la existencia de los OVNIS y desclasificaba videos que lo demostraban. A pesar de los sugerentes titulares que encabezan la noticia, el cuerpo del texto descafeinaba mucho la información. Podíamos leer, por ejemplo en el canal France 24, que “las autoridades gubernamentales no han encontrado evidencia sobre la existencia de los ovnis tras llevar una investigación realizada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos. El informe concluye que no hay pruebas de que los presuntos objetos voladores que han estado avistando en la Marina estadounidense sean ovnis”.
Estos videos demuestran lo que muestran, unos objetos físicos que viajan a mucha velocidad y que son interceptados por aviones de combate estadounidenses. ¿Qué son? Pues ni más ni menos que lo que estrictamente señala el acrónimo OVNI: Objetos Voladores No Identificados. Ahora la ciencia debe resolver el enigma. Pero hay muchas hipótesis y la menos plausible es la menos probable. Vincular unos objetos voladores a naves extraterrestres es una auténtica osadía sin ninguna prueba a nuestro favor.
Pero este “solo sé que no sé nada” de los Estados Unidos ha servido para desatar la imaginación de aquellos que, al mismo tiempo, lanzan soflamas contra el oscurantismo de la administración norteamericana. Por lo visto, todo es fruto de una conspiración a no ser, claro, que admitan las tesis que defienden los conspiranoicos. Pero como estos nunca creerán la versión oficial, hasta cuando alguien admita el origen extraterrestre de estos fenómenos, continuarán pensando que hay gato encerrado. Nunca llueve a gusto de todos.
REDACCIÓN Guillermina O. JJMS
ILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 9, Universidad de La Laguna