10 de mayo de 2022 – 00:00 GMT+0000Compartir
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Tras un corto pero intenso período pre-eruptivo, el 19 de septiembre de 2021 se inició en La Palma una erupción volcánica que ha tenido una importante repercusión científica y social. La erupción tuvo una duración de 85 días (la más larga de las acaecidas en La Palma en tiempos históricos) finalizando el 13 de diciembre de 2021. La lava emitida ha cubierto un área algo mayor que 12 Km2 (con espesores, en algunas áreas de decenas de metros), haciendo desaparecer, en esta superficie, las edificaciones, las infraestructuras públicas (líneas de electricidad y de telefonía, carreteras, canales, etc) y el terreno agrícola existente antes de la erupción.
Desde el año 2017 se habían observado enjambres sísmicos entre 10 y 30 kilómetros de profundidad, una coyuntura que aconsejó hacer un seguimiento más atento de la zona. El pasado 11 de septiembre la sismicidad aumentó, con seísmos más someros (entre 10 y 12 kilómetros de profundidad) que comenzaron a ser perceptibles por la población. El proceso pre-eruptivo fue inusualmente corto si se compara con otras erupciones históricas, ya que apenas duró una semana hasta que, finalmente, el domingo 19 del mismo mes comenzó la erupción propiamente dicha.
Se trató de una erupción típicamente fisural, en la que, inicialmente fueron apareciendo pequeñas fisuras de dirección Este-Oeste, que, en profundidad partían de un dique de dirección Noroeste-Sureste, con fuerte inclinación hacia el Suroeste, dando lugar, con el tiempo, a una alineación eruptiva orientada en esta misma dirección (cuyo extremo noroccidental estuvo representado por 2 salideros de lava en una fisura Este-Oeste formada el 1 de octubre, Foto 1), en relación a la cual se fueron formando diversos cráteres y conos de piroclastos coalescentes.
El 25 de noviembre se abrieron nuevas fisuras eruptivas (Foto 2) relacionadas con la prolongación, desde el extremo más suroriental de la primera alineación volcánica, hacia el Oeste-Suroeste de una nueva alineación, que, posteriormente sufrió dos nuevas prolongaciones hacia el Oeste-Suroeste, con apertura de nuevas fisuras eruptivas, el 4 (Foto 3) y el 8 de diciembre.
Por otra parte, el 28 de noviembre se produjo la prolongación hacia el Este de las fisuras eruptivas de dirección Este-Oeste de la alineación volcánica principal lo que originó la apertura de nuevos focos en la parte oriental de la base de la alineación de conos de piroclastos, uno de los cuales fue muy activo durante varios días formando un nuevo cono y cráter secundario abierto al Este.
La erupción se caracterizó por una actividad estromboliana y efusiva, con pulsos freatomagmáticos e, incluso freáticos (Foto 4), con puntuales aumentos y disminuciones de su explosividad en función de la mayor o menor presencia de gases y la interacción con el agua de los acuíferos. El Índice de Explosividad Volcánico de la erupción (V.E.I, que tiene una escala de 0 a 8) fue de 3. Entre los piroclastos, predominaron los de menor tamaño, cenizas, aunque en las zonas más próximas a las columnas estrombolianas también se depositaron escorias, lapilli y bombas volcánicas de gran tamaño (Foto 5). La columna eruptiva (Foto 6) llegó a tener una altura máxima de 8500 metros el último día de la erupción.
La lava arrojada hasta la interrupción que la erupción experimentó el día 27 de septiembre (Foto 7 y Foto 8), , Era más diferenciada, con mayor cantidad de vapor de agua disuelto (lo que explica la alta explosividad que caracterizó a la erupción los primeros días) que la que se emitió con posterioridad a esta detención de la actividad magmática procede de la intrusión de magma que ascendió desde la base de la Corteza bajo la Isla hasta unos 4 o 6 kilómetros de profundidad desde el 11 hasta el 19 de septiembre. Este magma resultó de la diferenciación magmática que se produjo en el magma almacenado en la base de la Corteza, al menos desde la aparición de los primeros enjambres sísmicos del año 2017.
La lava que se emitió a partir de esta interrupción, fue de composición basanítica, menos evolucionada, más primitiva,, y procede de reservorios magmáticos más profundos, de entre 15 y 30 kilómetros de profundidad. Coincidiendo con la reanudación de la actividad eruptiva, comenzaron a producirse terremotos profundos (entre 20 y 30 kilómetros de profundidad) que marcan el movimiento de este magma más primitivo desde esta profundidad.
La morfología de las coladas fue, principalmente de tipo “aa”, aunque, asociadas a pequeños salideros efímeros y cerca del punto efusivo también se formaron lavas “pahohehoe”. Fueron también muy frecuentes los tubos volcánicos que canalizaron la lava favoreciendo el alcance de éstas a grandes distancias.
En diferentes momentos de la erupción las lavas llegaron hasta la línea de costa dando lugar a la formación de 4 deltas de lava (Foto 9) que se fueron sucediendo en el tiempo y que hicieron que la tierra ganara al mar unas 48 hectáreas.
El proceso pre-eruptivo, eruptivo y post-eruptivo vino acompañado por una intensa actividad sísmica (sismos con intensidades máximas en torno a IV-V (EMS), con una magnitud máxima de sismo de 5,1 mbLg, terremoto ocurrido el día 19 de noviembre de 2021) y deformaciones en el terreno. Por otro lado, durante el proceso eruptivo, y, en menor medida, el post-eruptivo se emitieron importantes cantidades de gases a la atmósfera (principalmente vapor de agua, CO2 y SO2).
Uno de los procesos más espectaculares que se dieron fue la formación de grietas en las que se produjo la salida o surgencia de la lava, como las que se abrieron el día 25 de noviembre en la zona del Corazoncillo (Foto 2) o el día 4 de diciembre, al Oeste del cementerio de Las Manchas (Foto 3), relacionadas con la prolongación, desde el extremo más suroriental de la primera alineación volcánica, hacia el Oeste-Suroeste, de una nueva alineación eruptiva
El proceso post-eruptivo más preocupante resulta ser la desgasificación persistente que se mantiene actualmente en la zona de La Bombilla y Puerto Naos, asociada las grietas que secuencialmente se abrieron el 25 de noviembre, el 4 y 8 de diciembre relacionadas con la prolongación, desde el extremo más suroriental de la primera alineación volcánica, hacia el Oeste-Suroeste de una nueva alineación eruptiva. Asociadas a estas grietas se produce una importante liberación de vapor de agua, Dióxido de Carbono, Monóxido de Carbono, compuestos orgánicos inflamables y Ácido Sulfídrico que se difunden en el subsuelo, circulando por las zonas de mayor permeabilidad (contactos escoriáceos entre antiguas coladas “aa”, fracturas entre los prismas de disyunción columnar en las coladas, pozos-galerías, alcantarillado, pozos negros, etc), gases procedentes de un sistema hidrotermal. El CO2, más pesado que el oxígeno, desplaza a éste en zonas deprimidas, originando zonas anóxicas muy peligrosas.
AUTOR Ramón Casillas
ILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 11, Artículo, Biodiversidad y Medioambiente, Universidad de La Laguna,
Doctor por la Universidad Complutense de Madrid con la tesis Las asociaciones plutónicas tardihercinicas del sector occidental de la Sierra de Guadarrama, Sistema Central Español, (Las Navas del Marques San Martin de Valdeiglesias) petrología, geoquímica, génesis y evolución 1989. Dirigida por Dr/a. Mercedes Peinado Moreno.
Biología Animal, Edafología y Geología
rcasillas@ull.es