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El gigante que nos acercará al Sol

10 de mayo de 2022 – 00:00 GMT+0000
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Quizás sea el objeto más lejano en el que podamos observar detalles en su superficie, eso sí, con protección. Su intensa luz nos ciega casi siempre, pero en ocasiones, esa atmósfera que tanto odian los astrónomos conspira con los humanos para que podamos ver su superficie dorada. En ocasiones brumas o calimas hacen de filtro para aliarse con nuestras retinas y ver su superficie; incluso, si hay suerte, podremos ver alguna mancha solar. Afortunadamente la ciencia no tiene que esperar a que esto suceda para estudiar el Sol. Desde hace muchos años dispone de una amplia batería de telescopios que apuntan constantemente a nuestra estrella y muchos de ellos están en Canarias. Dentro de unos años, esa batería de observadores diurnos tendrá entre sus filas a un gigante, el telescopio solar más avanzado jamás construido. 

A principios de la década de los 2000 se comenzó a gestar un telescopio que cogiera el relevo de las instalaciones que aún están en funcionamiento en Tenerife y La Palma. Como sería un telescopio solar de socios europeo, lo llamaron Telescopio Solar Europeo, (EST en sus siglas inglesas). La elección de su nombre no les llevó mucho tiempo porque lo importante era sacar adelante una infraestructura gigante. Estos telescopios no se compran en ningún lugar, hay que hacerlo todo desde cero. Hay que construir un edificio que nunca antes se ha hecho, instrumentos inéditos, sistemas de refrigeración nuevos, control de sistemas, óptica… todo por primera vez. 

Pero ¿por qué es interesante estudiar el Sol?

Existen varios motivos, pero quizás el más importante tenga que ver con la oportunidad de tener una estrella tan cerca. Para Manuel Collados, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias y coordinador del proyecto del Telescopio Solar Europeo “el Sol es la estrella modelo que tenemos para entender al resto de las estrellas”. Las hay más grandes, pequeñas, calientes o frías, jóvenes o viejas, pero el Sol es la manera de comprobar que nuestras teorías son correctas”. Otro de los motivos que convierte la investigación solar en imprescindible tiene que ver con nuestra posición en este barrio llamado Sistema Solar. La Tierra está influida por la actividad solar. Cada segundo una corriente constante de partículas cargadas llega a nuestro planeta. Como si de la Estrella de la Muerte se tratara, la Tierra posee un escudo de fuerza que la protege de esta radiación. Sin esta protección la vida, tal como la conocemos, sería inviable. De la misma manera que le pasaba a nuestro análogo de Star Wars, nuestro escudo de fuerza natural, llamado campo magnético, también tiene puntos débiles: polos. Una maravillosa demostración de estos puntos flacos son las auroras boreales, manifestaciones de esa radiación solar colándose en nuestra atmósfera. Pero nuestro Sol es mucho Sol y, en ocasiones, lanza hacia nosotros andanadas de partículas que ni siquiera nuestro campo magnético puede contener. En esas ocasiones la radiación se cuela y llega a la superficie. Cuando esto pasaba en la era pre-electrónica no sucedía nada; no los advertíamos, más allá de ver auroras boreales en lugares poco frecuentes como Canarias. Pero ya sabemos cómo le sientan los campos magnéticos a los aparatos electrónicos. Una gran tormenta de este tipo nos devolvería a la Edad Media, tecnológicamente hablando. Ya pasó en 1859, fue el conocido como el Evento Carrington

Predecir estas tormentas, como hacemos con las atmosféricas, es uno de los retos para este siglo de los físicos solares y el EST les ayudará  a hacerlo. “Nosotros queremos saber cómo el Sol concentra la energía magnética y cómo la libera, de qué manera se generan esas tormentas solares que dan lugar a la meteorología espacial y cómo afectan a nuestro planeta; cómo son  los procesos y condiciones que se deben dar en el Sol para que se generen esas tormentas”. 

Pero este telescopio no solo traerá sabiduría, nuevos libros de astronomía y un mayor conocimiento de nuestra estrella. La construcción de una infraestructura de este tipo también tiene su traducción económica. Según un informe publicado por el consorcio EST “El análisis pormenorizado de los datos disponibles actualmente ha permitido estimar unos retornos económicos para Canarias, relacionados con este proyecto, de unos 54 millones de euros durante el periodo de construcción, y de unos 364 millones de euros durante los 30 años de operación (incluyendo el efecto inducido sobre la economía regional)”. También tendrá impacto en el empleo “se generarían unos 10.565 nuevos puestos de trabajo de un año de duración en Canarias (considerando tanto el periodo de construcción, 2021-2027, como el periodo de operación, unos 30 años). Estos puestos de trabajo serían equivalentes a 213 empleos a tiempo completo durante los seis años de construcción y a 309, también a tiempo completo, durante el periodo de 30 años de operación o de cooperación tecnológica del Instituto de Astrofísica de Canarias con el entorno productivo e innovador, con el que maximizar el retorno tecnológico e industrial y contribuir a la generación de un tejido empresarial en Canarias competitivo en alta tecnología”.

El inicio y puesta en marcha

Este telescopio comenzó gestándose con una idea, un pensamiento que rondaba en la cabeza de algunos físicos solares. A principios de la década de los 2000 la idea cristalizó para, en 2008, iniciar el camino que aún se está recorriendo. Desde 2011 se tiene una idea precisa sobre cómo se quiere que sea el telescopio. Así, tendrá un espejo primario de 4,2 metros de diámetro, que estará sobre una torre de 40 metros que se edificará en el Roque de Los Muchachos (La Palma). Esta mega estructura acogerá la última tecnología astrofísica y una de las más importantes está diseñada para evitar nuestra atmósfera. Aunque nos sirve para respirar, para los astrónomos esa capa de gases que llamamos atmósfera, supone una pesadilla que emborrona sus imágenes. Para solventar este problema hay dos opciones: mandar telescopios al espacio o corregir el efecto de la atmósfera. Esto es lo que hará el EST, mediante un potente e inédito sistema de óptica adaptativa. Como explica Collados “tendremos espejos que deformaremos 2.000 veces por segundo para acomodarse a los cambios que introduce la atmósfera en cada momento, de tal manera que nuestro espejo contrarresta la deformación que ha introducido la atmósfera para obtener una imagen de calidad”.  

En estos momentos el telescopio está en fase de diseño; por ahora solo son números, simulaciones e infografías. Pero en 2024 comenzará a ser una realidad. Después de cinco años de construcción esperan que el EST esté operativo a finales de 2029. Veintiún años después de su puesta en marcha. Parecen muchos años para la construcción de una instalación, se podría pensar que van muy lentos, pero no es así. Estos plazos se justifican por el hecho de que prácticamente todo se tenga que hacer desde cero y los exquisitos detalles técnicos que necesita una instalación científica de este tipo; gracias al trabajo de decenas de personas durante muchos años. Aunque se trata de un proyecto en el que participan más de 30 instituciones de 18 países, la coordinación recae en el Instituto de Astrofísica de Canarias. El EST se está gestando actualmente en  las laguneras instalaciones del IACTEC, la estructura de transferencia tecnológica del centro astrofísico canario. 

El diseño y la construcción del telescopio son un reto en sí mismo, pero su puesta en funcionamiento supondrá abrir una nueva puerta al Sol que en estos momentos no existe. Como está haciendo el Gran Telescopio Canarias, cada nuevo instrumento astronómico no solo nos acerca más al Cosmos, nos muestra una cara inédita del mismo que nos ayuda a comprender mejor lo que ocurre en esta burbuja en la que vivimos. Aunque por cada respuesta que nos da, nos plantea muchas nuevas preguntas.

AUTOR Juanjo Martín

ILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO


Archivado en: Revista Hipótesis
Etiquetas: Número 11, Artículo,  Universidad de La Lagun

Juanjo Martín
Técnico de proyectos de Comunicación Científica

Fundación General Universidad Universidad de La Laguna

jjmartin@fg.ull.es