10 de mayo de 2022 – 00:00 GMT+0000Compartir
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La invasión rusa a su nación vecina Ucrania está mostrando la peor cara del ser humano. Una faceta ambiciosa, supremacista y fanática. El abusón ruso ha decidido atacar a su excompañero soviético por unos motivos que hasta los analistas más sesudos se le escapan en su totalidad. Esta actitud de Rusia contra el mundo choca frontalmente con el espíritu de la ciencia, competitiva pero abierta a la cooperación y el debate. Con broncas y rencillas, pues sus protagonistas son humanos, pero con conflictos que nunca van más allá del papel. Lo que estamos viviendo en Ucrania, no es solo la pérdida irreparable de seres humanos, que es lo más importante, también estamos siendo testigo de cómo se queman ingentes cantidades de dinero con el único fin de matar a sus semejantes. En un contexto social donde no sobra ningún euro/rublo es exasperante ver cómo se lapidan miles de millones en material bélico, destinado a segar vidas. Un presupuesto que, evidentemente, se ha retirado de otras partidas mucho más honrosas. Sin ser frívolos, y teniendo en cuenta que lo más importante en este conflicto es la crisis humanitaria, nos gustaría poner cifras a todo esto, queremos poner los números sobre la mesa y comprobar cuál es la factura de esta guerra y qué se podría hacer con ese presupuesto si quisiéramos avanzar y no regresar a la Edad Media.
Según unas cifras calculadas por Renaud Foucart de la Universidad de Lancaster, las estimaciones ucranianas sitúan el coste material para Putin por la destrucción de tanques, aviones y armas en alrededor de 4.500 millones de euros solo en los dos primeros días de la guerra. Esto en cuanto a las pérdidas materiales. El exministro de defensa de Ucrania, Rito Terras, calculó en una entrevista que la guerra le cuesta a Rusia 17.000 millones de euros cada día, entre sanciones, embargos y gasto militar. Pero echemos un vistazo al coste del equipamiento que se está utilizando y destruyendo cada día en la guerra:
Un tanque de guerra cuesta alrededor de 2,3 millones de €. Cada lanzamisil 750.000 €, cada avión Mig ruso tiene un coste de 30 millones de €, y Rusia posee una flota de casi mil aparatos. Cada misil antitanque ronda los 200.000 € y cada unidad aire-tierra los 150.000 €. Pero vayamos al campo de batalla, entre fusiles y ametralladoras. Según los cálculos del periodista Jorge Herrero, una ametralladora pesada tipo M2 cuesta 14.000 dólares y el “cinturón” para la munición unos 6.500 dólares. El cálculo nos dice que cada disparo nos sale a 6,5 dólares por bala. Si sabemos que el M2 es capaz de disparar entre 450 y 600 disparos por minuto, esto nos arroja un coste de hasta 3.000 dólares por cada minuto de uso.
Si hablamos solo de gasto militar in situ, el gasto ruso puede rondar los 2.000 millones de euros por cada día de conflicto. Ahora nos hemos hecho la siguiente pregunta ¿qué se puede hacer en ciencia con solo lo que cuesta un día de guerra?
Un día de guerra es más que el presupuesto anual de la Universidad de La Laguna y Las Palmas de Gran Canaria juntas. Con lo que se gasta Rusia en un día se pueden construir cuatro hospitales o fabricar 20 telescopios como el Gran Telescopio Canarias. Con el gasto de un solo día de contienda se podrían contratar a unos 55.000 investigadores/as durante un año. Con lo que se gasta Putin en una jornada se podrían comprar 2.000 microscopios electrónicos, 400.000 respiradores automáticos de UCI, 200.000 aparatos de rayos X o 8.500 aparatos de tomografía. Con lo que se gastan en un día de guerra se podrían construir 48 Plataformas Oceánicas de Canarias. Rusia se gasta casi 30 veces más en un día de conflicto que el Gobierno de Canarias en I+D en un año. Se podrían comprar 40 millones de libros, solo con lo que gastan en un día destruyendo.
Estas cifras no van a amedrentar a los invasores, ni desmotivarán las ansias por aumentar el presupuesto militar. No lo harán porque el conocimiento nunca ha sido una prioridad para el ser humano, o por lo menos en tiempos de conflicto. Cuando tememos a un enemigo estamos dispuestos a todo, no existe inversión cara ni pérdida irreparable. Contra el odio no hay vacuna.
AUTOR Juanjo Martín
ILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 11, Artículo, Universidad de La Laguna
Unidad de Cultura Científica. Fundación General Universidad Universidad de La Laguna
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