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Los molinos de mano guanches

4 de octubre de 2022 – 00:00 GMT+0000
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Los primeros pobladores de Canarias procedentes del Norte de África probablemente conocieran y manejaran las herramientas de metal en sus lugares de procedencia, pero, una vez asentados en las islas, la ausencia de recursos metalíferos les obligó a usar exclusivamente las rocas volcánicas como materia prima para fabricar sus utensilios. La producción de instrumental lítico fue por tanto una actividad esencial para los aborígenes de todas las islas.

En los trabajos especializados se han distinguido dos grandes conjuntos de artefactos de piedra, los tallados y los modificados mediante abrasión, piqueteado o pulimento. En esta segunda categoría se incluyen los instrumentos para moler granos o frutos (molturación), que pueden ser molinos circulares, de vaivén o morteros. En Tenerife el único instrumento de molturación reconocido arqueológicamente es el molino circular rotatorio, formado por dos piezas circulares contrapuestas, una muela inferior o pasiva y una muela superior o activa, que presenta una perforación central por donde se introducía el grano para ser molido por fricción con un movimiento giratorio o semi-giratorio. Las dimensiones de las piezas oscilan entre los 25-35 cm de diámetro, medida que viene condicionada por su acción manual y la necesaria adaptación a la longitud del antebrazo humano para realizar el movimiento giratorio de forma cómoda y eficaz. (Figura 1, a, b y c)

«Son precisamente estos poros y sus irregularidades los que confieren la capacidad abrasiva a la superficie de las muelas y su eficacia para las labores de molienda»

Para fabricar estos molinos circulares se seleccionaban preferentemente piedras volcánicas con presencia de vacuolas o poros en su estructura, derivadas de erupciones con magmas muy gasificados. Son precisamente estos poros y sus irregularidades los que confieren la capacidad abrasiva a la superficie de las muelas y su eficacia para las labores de molienda. Existe una amplia variedad de rocas de esta naturaleza atendiendo a la densidad, combinación de tamaños y ordenamiento en la distribución de los poros. (Figuras 2 y 3).

Los molinos guanches realizados con estos materiales se han conservado muy bien en los yacimientos arqueológicos. Son objetos muy conocidos desde los inicios de la arqueología canaria y se exponen en muchos museos. Sin embargo, este instrumento tan popular, relacionado con el gofio y símbolo de la identidad canaria, ha sido muy poco estudiado por los especialistas en lo concerniente a los procesos técnicos de su fabricación. El hallazgo, en los últimos años, de dos grandes canteras-taller de molinos guanches en Las Cañadas del Teide, en condiciones excepcionales de conservación, ha permitido llenar este vacío y facilitado la realización de estudios multidisciplinares para conocer mejor los procesos de extracción, elaboración, distribución y uso de los útiles de molienda guanches. (Figura 4)

Las canteras-taller de molinos son yacimientos de gran extensión, donde se explota en superficie las rocas volcánicas de tipo poroso. Se definen como los lugares donde se encuentra la materia prima en bruto en su localización original, junto a las evidencias de su extracción y transformación. En las mismas se puede reconocer un registro arqueológico particular. Dichos registros incluyen elementos tales como las primeras formas de las muelas en sus distintas fases de elaboración, llamadas preformas, que fueron en su momento desechadas por haberse fracturado durante el proceso de construcción o por no cumplir con los requisitos buscados. (Figura 5). Forman parte de los registros también las lascas del desbastado y tallado de las piezas, que muestran golpes de impacto y aristas de formas características. (Figura 6). Por último contienen las herramientas utilizadas en el trabajo, generalmente piezas de forma apuntada fabricadas en rocas más densas, compactas y tenaces. (Figura 7 a y b).

Uno de los principales resultados obtenidos de estos estudios ha sido la identificación de cuatro fases de trabajo, atendiendo a la morfología de las preformas y a las huellas o estigmas técnicos que presentan sus superficies. La primera fase corresponde a la selección del bloque adecuado, por su tamaño y forma. En estos bloques apenas se observan signos de transformación, no tienen todavía forma circular y lo que los distingue de los bloques naturales es la presencia de negativos de lascado de talla multidireccional. En la segunda se procedía a dar la forma circular a la pieza; se observan los negativos de lascado y las huellas de piqueteado en los bordes. Esta fase del trabajo es la de mayor riesgo de fractura y requiere del mayor grado de pericia técnica para evitar los accidentes de talla. Le sigue otra fase en la que se acomete la regularización de las distintas superficies de las muelas. Las aristas de los negativos de las lascas extraídas en las primeras fases se van eliminando mediante picado y abrasión y se da ya la forma circular adecuada a la muela. Por último, se procedía a dar la forma final mediante abrasión y a culminar la pieza ejecutando la perforación central y los hoyuelos de apoyo para el movimiento giratorio. (Figura 8)

La metodología empleada en el trabajo arqueológico de campo, realizadas por nuestro grupo en el marco de varios proyectos de investigación financiados  tanto por el Ministerio de Economía como por la Fundación CajaCanarias consistió en registrar geoespacialmente todas estas evidencias relacionadas con la fabricación de los molinos para proceder posteriormente a su análisis espacial mediante el Sistema de Información Geográfica. (Figura 9)

Para poder adscribir las muelas terminadas y usadas a la cantera de origen se realizaron estudios geoquímicos de la roca porosa utilizada en las principales áreas de trabajo de molinos. Para ello se han analizado mediante técnicas de fluorescencia de rayos X. Los resultados obtenidos muestran diferencias en la composición de algunos elementos químicos presentes en los materiales procedentes de las principales fuentes de extracción. Esto nos permitirá estudiar los comportamientos sociales, vinculados con esta actividad, de la población guanche; sobre todo los relativos a la movilidad e intercambio de las piezas de molturación y su circulación por el territorio insular.

Por otra parte, a partir del registro arqueológico de las canteras, hemos podido diseñar un programa experimental que incluye no solo la elaboración de muelas y de las herramientas utilizadas en su proceso de fabricación, sino también el análisis biomecánico de los gestos técnicos empleados en todo el proceso artesanal del trabajo. Con esto podremos documentar el papel que estas actividades jugaron en las improntas musculares que se observan en algunos huesos guanches, conocidas como “marcas de actividad o profesionales”. (Figura 10)

Estos estudios sugieren que la producción de muelas fue una importante actividad durante la ocupación estacional de los guanches en la cumbre, mucho más organizada y especializada de lo que se creía hasta ahora.

AUTORA Matilde M. Arnay de la Rosa

ILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO


Archivado en: Revista Hipótesis
Etiquetas: Número 12, Artículo,  Universidad de La Laguna

Doctora por la Universidad de La Laguna con la tesis La alta montaña de Tenerife un estudio cerámico 1982. Dirigida por Dr/a. Mauro S. Hernández Pérez.

Arqueología