8 de marzo de 2023 – 00:00 GMT+0000Compartir
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En defensa de la evidencia
Ignorar la ciencia y la evidencia constituye un riesgo creciente en muchas democracias occidentales; riesgos a los que se ven expuestas por fuerzas populistas que ponen por encima de aquellas, la subjetividad y las emociones. Se trata de planteamientos en los que, unas veces explícitamente, pero en muchos casos de manera subliminal, se manifiesta un claro desapego a la reflexión, a la seriedad y el rigor de los análisis y a reconocer verdades incómodas.
No están libres de este peligro las cámaras legislativas, lo mismo que los distintos niveles del gobierno y del sistema judicial. Y es que, hoy por hoy, no hay ningún requisito que obligue a unos y otros a que la ciencia sea tenida en cuenta en su toma de decisiones. Porque, si bien es cierto que ni un diputado, ni una directora general o una jueza tienen que ser científicas, también lo es que todos y todas tienen la obligación de, cuando no sepan de algo, la mejor estrategia de cara a conseguir la mejor gestión de lo público y la mejor justicia, es buscar la información correcta desde la convicción de que la evidencia científica es la que presenta los estándares más alto de calidad. Sin embargo, muchas veces el respeto a la ciencia y a la evidencia se ve obstaculizado por pruritos técnicos o ideológicos. Se corre así el riesgo de caer en un oscurantismo que apunta en muchos casos a futuros distópicos, esos de los que tanto nos ha advertido la ciencia ficción.
Desde la aceptación de que el buen gobierno debe basarse en la evidencia científica muchos parlamentos nacionales europeos se han dotado de estructuras que facilitan el acceso a la misma. En el caso de España el Congreso de los Diputados cuenta ya con la Oficina de Ciencia y Tecnología del Congreso de los Diputados (Oficina C). Se trata de un servicio patrocinado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología que tiene entre sus funciones recoger la evidencia científica y tecnológica existente sobre temas de interés y facilitar el diálogo entre la comunidad científica, los Diputados y las Diputadas y la sociedad. La Oficina C, que cuenta con representantes de las principales instituciones, organismos y asociaciones de investigación, elabora informes en los que se recoge el consenso científico y técnico en distintos temas. Entre estos están algunos tan relevantes como la neurociencia, sus aplicaciones e implicaciones éticas; las enfermedades neurodegenerativas; la calidad del aire; el envejecimiento y su relación con el bienestar; la desinformación en la era digital o los incendios forestales y la restauración de zonas quemadas.
Muchas evidencias contienen los artículos de este número; que se organizan en cuatro bloques temáticos. El más extenso es el dedicado a las Biociencias. Aquí nos encontramos con Cristina Yuntas, que repite como colaboradora de HIPÓTESIS, y que nos habla en esta ocasión de la contribución de una rama de la biología, la biología estructural al progreso de esta disciplina a través de la dilucidación de la estructura tridimensional de las complejas moléculas de la vida. También relacionado con ese fenómeno que es la vida está la contribución de Lucas P., nuevo en plaza, que nos informa de la supervivencia de una secuela cultural de la edad media en nuestros días, como es el vitalismo. Maritza Omana encabeza una contribución en la que nos advierte de los riesgos de unas amebas depredadoras, a las que se debería prestar atención. Rosalia Guerrero-Arenas aparece como primera firmante de un interesante artículo sobre los icnofósiles; esas huellas, rastros o heces fosilizados, registros de nuestro pasado remoto y que nos informa sobre cómo fue la vida entonces. Guillermo Burillo, por su parte, nos avisa de los riesgos que conlleva la banalización del consumo de cannabis. Este bloque se cierra con el análisis de los métodos de diagnóstico e investigación que se han desarrollado al rebufo del COVID19, a cargo de Aida Córdoba.
El segundo bloque engloba las contribuciones referidas a aspectos relacionados con la Tecnología. Christopher Expósito no habla sobre las aplicaciones de la Inteligencia Artificial (IA) en la gestión del transporte marítimo, un tema de candente actualidad dada la presencia de la IA en nuestra vida cotidiana. Del otro es autor Fermín Delgado, que nos adentra en el concepto y la relevancia del número áureo. Una relación matemática ubicua y que tiene mucho que ver con, entre otras cosas, cómo percibimos la música y las técnicas de marketing del mercado musical.
Las Humanidades y la Ciencias Sociales están presentes a través de las aportaciones de Ruth Martinón, con un artículo sobre una de las fronteras del derecho internacional, la denominada Ley Blanda (Soft Law) de importancia creciente en las relacione entre los estados; y del trabajo de la historiadora Teresa González, sobre la forma y estructuras que adoptaron los movimientos de mujeres en el la España franquista.
En el apartado de Medio Ambiente encontramos tres artículos. Uno es el firmado por Carlos Boluda, profesor del I.E.A. Alonso Pérez Díaz de La Palma que nos expone el dilema entre progreso económico y conservación, ilustrado en este caso por la oportunidad que supone la existencia de yacimientos de tierras raras en nuestros fondos marinos. Otro, del que es autor Pablo García, nos describe el estado del arte de una de las técnicas de fabricación del compost, basada en la acción de las lombrices de tierra. El último, de nuestro redactor Juanjo Martín, aborda en sendos artículos, dos asuntos que han despertado interés en los medios. Es el caso de la ralentización de la velocidad de rotación del núcleo de la tierra; algo que tiene implicaciones de gran calado y globales; el otro trabajo trata sobre la posible existencia del noveno planeta de nuestro sistema solar.
Además, contamos con las secciones fijas, ya habituales. El Filo de la Navaja, que firma como siempre Larry Darrell; con la Ciencia a Otra parte de Raquel Villar, que nos lleva en esta ocasión a las oscuras tierras danesas donde una canaria, Paula Fernández, observa apasionadamente la vida de las mitocondrias. Guillermina O., dirige su mirada escéptica al fenómeno de las Casas Encantadas. Por fin, el Aula Cassiopeia, de la mano de Rodrigo Salvador, nos regala una vez más con un apasionante recorrido por vericuetos (¿imposibles?) del universo.
Los sistemas genuinamente democráticos tienen siempre, pero especialmente en periodos de máxima complejidad como los que estamos viviendo, la responsabilidad de gestionar con eficacia y desde la moderación, el apego a los valores fundamentales de la ciencia y la verdad. La sociedad en su conjunto no puede permanecer ajena a esta inquietud. El informe Cultura Científica de la Fundación BBVA indica que, si bien la mayoría de la población europea se interesa por la ciencia y cree que el conocimiento científico es el más objetivo y válido, también muestra que hay una gran distancia entre este interés y el nivel real de conocimientos. Nuestros representantes en el Congreso de los Diputados cuentan ya, afortunadamente, con instrumentos que orienten y guíen su actividad legislativa. Pero esto no nos sustrae de la responsabilidad de combatir el déficit antes citado de la población. Para combatir este déficit se requiere reactivar la formación en ciencia en el sistema educativo y transmitir de manera comprensible el conocimiento que se produce en las instituciones científicas.
REDACCIÓN NÉSTOR TORRES DARIAS
DIRECTOR DE HIPÓTESIS
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 14, Artículo, Arte y Humanidades Universidad de La Laguna
Bioquímica, Microbiología, Biología Celular y Genética
ntorres@ull.es