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Parques acuáticos y lentes de contacto: los riesgos de las amebas de vida librel

8 de marzo de 2023 – 00:00 GMT+0000
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Las amebas son organismos unicelulares que pueden adoptar distintas formas en su ciclo de vida. En una de ellas, se presentan como amebas. Las amebas se alimentan de bacterias, algas y otras amebas y se reproduce por lo que se conoce como “fisión binaria”, una forma de reproducción asexual en la que el ADN se duplica y el citoplasma se divido en dos, dando lugar a dos células hijas. Cuando las condiciones del medio son adversas bien sea por escasez de alimentos o por bajas temperaturas, pueden adoptar una segunda forma, como quistes resistentes de los que, cuando las condiciones mejoran, emergen de nuevo. Las amebas son “cosmopolitas”, lo que quiere decir que pueden habitar cualquier tipo de medio, tanto acuático como terrestre. Juegan un papel relevante en los ecosistemas en los que se encuentran, tanto en el control biológico de poblaciones bacterianas como agentes enriquecedores de minerales en el suelo. Hay un tipo de amebas que pueden desarrollarse tanto como organismos de vida libre como parásitos del ser humano, de animales y de plantas. A este tipo se las denomina amebas anfizóicas. 

De entre las amebas anfizoicas, de “doble vida”, hay dos géneros especialmente bien conocidas por los riesgos que suponen para el ser humano:  Naegleria fowleri y varias especies de Acanthamoeba.

«Estas amebas son capaces de penetrar, a través de las fosas nasales, hasta el encéfalo causando, en pocos días, inflamación y daños en los tejidos con alto riesgo de muerte»

En el caso de Naegleria fowleri, además de presentarse tanto como trofozoíto como en forma de quistes pueden adoptar una tercera forma, en la que aparecen provistas de un flagelo, una estructura que les permite moverse. Esta especie es la responsable de la enfermedad conocida como meningoencefalitis amebiana primaria (MEAP); que afecta principalmente a niños o adultos jóvenes que llevan a cabo actividades acuáticas recreativas. Estas amebas son capaces de penetrar, a través de las fosas nasales, hasta el encéfalo causando, en pocos días, inflamación y daños en los tejidos con alto riesgo de muerte. El cuadro clínico de la MEAP se inicia con dolor de cabeza intensos, pérdida del olfato y del gusto, fiebre, náuseas, vómitos y encefalitis. Si bien hasta ahora se han probado algunos medicamentos, en la mayoría de los casos no hay una respuesta positiva. De la gravedad de la situación da idea el hecho de que en la mayoría de los casos el diagnóstico sólo es posible postmortem. 

Por su parte, entre las amebas del género Acanthamoeba se encuentran algunas especies que pueden producir infecciones en el sistema nervioso central, en la córnea y la piel. Las Acanthamoeba son las responsables de un tipo de encefalitis granulomatosa sobre todo en personas que padecen enfermedades crónicas o inmunosuprimidas. La infección puede durar de semanas a meses y como en el caso anterior su diagnóstico es difícil, hasta el punto de que en la mayoría de los casos también es postmortem. La enfermedad se manifiesta con confusión, dolor de cabeza, convulsiones, fiebre, visión borrosa, cambios en la personalidad y problemas con el habla, la coordinación o la vista; se paraliza un lado del cuerpo o la cara. La mayoría de las personas infectadas fallecen entre los 7 y 120 días a partir del inicio de los síntomas. Pero los daños que pueden causar estas amebas no se quedan aquí. También ocasionan, sobre todo en los en los usuarios de lentes de contacto, la queratitis amibiana; una infección que afecta la córnea, la parte transparente del ojo y que en el caso de que no sea diagnosticada a tiempo puede causar la ceguera o la pérdida del ojo. Se manifiesta como sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo, lagrimeo, fotofobia, dolor y visión borrosa. En general no se dispone de un registro de las infecciones que provocan estas amebas; especialmente en los países en vías de desarrollo. .

El Instituto de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de la Universidad de la Laguna junto con la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional de México han venido colaborando en la investigación de los mecanismos mediante los cuales la amebas afectan y dañan los tejidos que invaden para a partir de ese conocimiento abordar la búsqueda de estrategias terapéuticas de base farmacológica. Para ello se han empleado modelos animales y cultivos celulares, siguiendo en todo momento las normas y protocolos establecidos en este tipo de investigaciones. Resultado de estos trabajos nuestro grupo de investigación ha podido determinar que las amebas, al entrar en contacto con el tejido que van a invadir, se adhieren a la superficie y migran hacia las uniones entre células otra. Después, por un efecto mecánico o por acción de enzimas, invaden las capas más profundas, desestabilizando el tejido. En una fase final, las amebas proceden a capturar y digerir partículas sólidas de las células invadidas, proceso conocido como fagocitosis. Con los conocimientos adquiridos hemos iniciado la búsqueda de moléculas con aplicación terapéutica para el tratamiento de estas infecciones. Nuestra atención está dirigida a encontrar compuestos capaces de eliminar al trofozoito y al quiste, pero sin dañar al tejido humano y/o animal y evitando reacciones inflamatorias. 

«En primer lugar, es importante evitar nadar en piscinas o áreas recreativas no cloradas. Los usuarios de lentes de contacto deben cuidar la limpieza de las mismas, renovando frecuentemente las soluciones de almacenamiento y realizando las operaciones de cambio de lentes con las manos limpias»

En cualquier caso, hoy por hoy la mejor estrategia para prevenir estas patologías pasa necesariamente por la prevención. En esta línea hay una serie de recomendaciones que conviene seguir. En primer lugar, es importante evitar nadar en piscinas o áreas recreativas no cloradas. Los usuarios de lentes de contacto deben cuidar la limpieza de las mismas, renovando frecuentemente las soluciones de almacenamiento y realizando las operaciones de cambio de lentes con las manos limpias. Asimismo, se debe evitar el uso de lentes de contacto durante actividades acuáticas. Y en el caso de detectarse molestias, acudir al médico oftalmólogo. Siguiendo estas recomendaciones podremos reducir en gran medida los riesgos de contacto con estas amebas y prevenir las infecciones de las que son responsables.

 

AUTORES Maritza Omaña Molina, Lizbeth Salazar Villatoro, Jacob Lorenzo Morales

ILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO


Archivado en: Revista Hipótesis
Etiquetas: Numero 14, ArtículoUniversidad de La Laguna