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El turismo en la encrucijada

miércoles 23 de diciembre de 2020 – 00:00 GMT+0000       
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El turismo, nuestra principal fuente de ingresos, el motor económico por excelencia de esta zona del planeta. Una actividad que inyecta un flujo de capital fundamental para la economía española y representa una parte significativa del Producto Interno Bruto del país: antes de la pandemia de COVID-19, contribuía con alrededor del 12-14% de este indicador. Se estima que, aproximadamente, el 12-13% de la fuerza laboral del país está empleada en el sector, lo que incluye personal en hoteles, restaurantes, agencias de viajes y otros servicios relacionados.

Pero estas son las cuentas sencillas, pues detrás del turismo también están las inversiones en infraestructuras públicas como aeropuertos, puertos o autopistas, y las privadas relacionadas con la construcción de establecimientos hoteleros y de ocio. Estas inversiones y actividades inyectan mucho dinero a los ayuntamientos que, a su vez, lo reinvierten en servicios públicos que hacen más atractivos los destinos. Tan importante es para la economía mundial que tiene su propia jornada de celebración: el 27 de septiembre, Día Mundial del Turismo.

En Canarias su relevancia es mayor, pues insufla el 30% del PIB regional. Es, sin lugar a dudas, la principal fuente de ingresos de esta comunidad y la que ocupa a más personas, con el 35% de los empleos relacionados con el sector servicios. El Archipiélago es turismo-dependiente, un hecho que aporta muchas ventajas, pero también inquietantes amenazas.

El turismo en estas islas comenzó casi con el comienzo de la propia actividad. Primero llegaron los exploradores en busca de nuevos descubrimientos naturales. Atraídos por la diversidad de entornos y paisajes, los primeros científicos decimonónicos fueron descubriendo y difundido internacionalmente nuestra privilegiada naturaleza, lo cual contribuyó a atraer a cada vez más personas. Luego llegaron quienes buscaban un clima mejor, primero por prescripción médica, luego por placer. Y desde ahí, hasta llegar a los 15 millones de turistas que recibidos cada año.

Sabíamos que hacer. Tenemos playas y buen clima, solo había que construir los hoteles necesarios para que nuestros inquilinos se broncearan plácidamente. Y así estuvimos explotando el turismo de sol y playa durante décadas. Pero las personas cambian, y una nueva generación de viajeros ha llegado con otras inquietudes, el sol y la arena de la playa ya no son suficientes y buscan disfrutar un modelo turístico alternativo.

El turismo alternativo

El turismo, como actividad económica y social que es, se estudia, analiza, predice y evalúa. Una de las personas que lo tienen como principal campo de estudio es Carlos Fernández Hernández, docente del Departamento de Economía Aplicada y Métodos Cuantitativos de la Universidad de La Laguna y perteneciente al grupo de investigación Turismo: competitividad y sostenibilidad.

En su opinión, “ese turismo alternativo ha venido a considerarse como el de intereses especiales. De hecho, conceptualmente se asociaba este tipo de turismo que tenía un foco específico en determinadas actividades, con lo que se consideraba turismos ‘complementarios’ más que ‘alternativos’. Claro, esto fue hace 20 o 25 años, ahora entramos en el contexto del cambio climático.”

Esas modalidades de turismo que están muy vinculadas a la esfera de lo eco tienen una fuerza y una pujanza creciente extraordinaria. “No sabemos hasta qué punto se modifica la mente de los turistas, pero cambian las actitudes, las acciones, las preferencias, los comportamientos. Sabemos que hay un gran disparador de elección en torno a estos turismos llamados alternativos, intereses especiales o ecoturismos de banda ancha, por así decirlo. Este tipo de modalidades han venido para quedarse”.

El turista de 2023 quiere un producto responsable, busca establecimientos que no contaminen, medios de transportes con bajas emisiones y actividades poco lesivas con el medio ambiente. Más aún, está en auge el turismo regenerativo, aquel que ayuda a recuperar un lugar. “Quiero que mi práctica de viaje contribuya a restaurar, restablecer elementos que tengan que ver con las personas y los ecosistemas del destino. Es una tendencia en la cual veremos una profundización muy importante en los próximos años”.

Turismo y cambio climático

El sector se enfrenta en la actualidad a una disyuntiva, pues casi todas las instalaciones hoteleras canarias están adaptadas a un turismo poco ecológico y devorador del territorio, representado por el binomio sol y playa. Y ahora que, como se ha visto, los turistas comienzan a buscar justo lo contrario, ¿pueden convivir ambos modelos o hay que acabar con el primero para instaurar el segundo? Para Carlos Fernández, la clave está en el cambio climático.

“Estamos en un contexto de cambio climático local, regional y global donde, además, tenemos que estudiar cómo cohabitan la capacidad de carga de los territorios. Millones de habitantes más millones de visitantes hacen insostenible cualquiera estrategia medioambiental. Millones de personas necesitan alimentarse, trabajar, actividades de ocio, moverse, energía, etc. Todo esto sin contar con el cambio de temperaturas que vamos a vivir en el futuro”. La respuesta podría estar en los sistemas híbridos de turismo.

“En Canarias observaremos cada vez más modelos híbridos, veremos como la planta hotelera convencional sirve de canal para hacer prácticas de turismo más responsables con esos nichos de ecoturismo. Lo vemos en el mar, en el interior y en las zonas de montaña”. ¿Cómo será la transición global hacia el turismo que viene? “Es una gran incógnita, no sabemos si el turismo va a seguir creciendo al ritmo que vemos con los límites que tiene el planeta. La fase en la que estamos es de una cohabitación de esas modalidades y de productos turísticos. Yo diría que en los próximos años en Canarias, el debate de la capacidad de carga va a estar presente en el sentido de la limitación de los recursos, el consumo energético”.

Los modelos climáticos para los próximos años arrojan datos preocupantes para el sector, con un aumento de los días poco confortables. Esto quiere decir que, en el futuro, las temperaturas serán menos agradables, con días tórridos y noches infernales. Pero ese aumento de grados centígrados será para todos, también para quienes huyen de sus países en invierno. Los expertos señalan que también en estos países emisores de turistas, las futuras temperaturas harán de sean lugares más llevaderos climáticamente. ¿Tanto como para no querer viajar?

Turismo y sector primario: aliados necesarios.

Uno de los mejores reclamos del turismo alternativo es aquel que tiene que ver con la naturaleza, más concretamente con el mundo rural, algo en lo que Canarias es rica, con explotaciones agrarias, fincas y bodegas. El turismo enológico, aquel que tiene que ver con el cultivo de la vid, está arraigado en muchas regiones del mundo. Es un tipo de actividad que atrae a una gran cantidad de turistas ávidos de probar los productos locales y, en ese sentido, las islas cuentan con la ventaja de poseer muchas denominaciones de origen en un territorio muy concentrado y con un abanico muy amplio de marcas de una gran calidad.

Los territorios volcánicos generan unos vinos completamente diferentes a los del continente, por lo que son de gran atractivo para los coleccionistas de sabores “Hay bodegas en Canarias que son muy señeras en el enoturismo, y eso se traduce en múltiples efectos, no solo en la venta de vino local, también en un efecto de cadena y de arrastre de otros productos. Esto hay que ponerlo en el contexto del tremendo desconocimiento que sobre el sector tiene el turismo. Y, por contra, la gran sorpresa y satisfacción que tienen los viajeros cuando visitan las bodegas y prueban los vinos”.

Uno de los retos a los que se enfrenta Canarias tiene que ver con el movimiento asociativo, “una bodega individualmente lo tiene muy complicado para aflorar en el mercado. Tenemos el clúster, tenemos la Cátedra de Agroturismo y Enoturismo de Canarias y otras organizaciones que ofrecen la oportunidad de proyectar una imagen turística propia”.

El archipiélago posee uno de los corredores enológicos más amplios y diversos del mundo, con bodegas y plantaciones en casi todos los paisajes, desde la costa a la alta montaña, generando experiencias de enoturismo inigualables. “En este aspecto, estamos en unas fases iniciales, hay territorios en el mundo que cuentan con décadas de experiencia. Nosotros estamos en otra etapa. Tenemos turistas y queremos conectarlos con el sector vitivinícola para ofrecer experiencias extraordinarias”.

Por ahora, la solución llega desde la hibridación del producto turístico. Visitantes que, aunque se alojan en grandes resorts, buscan experiencias alternativas, o turistas que vienen atraídos por la calidad del cielo de las islas y que también disfrutan con la gran variedad de vinos canarios.

¿Se puede convertir una bodega en un parque temático?

El capitalismo tiene la capacidad de convertir en un producto casi cualquier cosa que toca. El turismo alternativo puede morir de éxito y convertirse en una actividad de masas, algo que también podría suceder con el sector primario: existen ejemplos de explotaciones azucareras o de algodón que ingresan más gracias a sus visitantes que a la venta de productos. ¿Podría llegar a desviarse el sentido de esos proyectos hasta su total banalización?

“En España hubo un gran movimiento para convertir grandes operaciones inmobiliarias en bodegas. Estructuras gigantescas que atraían al turista por el lugar, su moderna arquitectura de firmas famosas, museos… Pero, en cierta manera, se desvirtuaba el producto estrella, el vino. Canarias está en otra esfera. Somos un territorio con producciones muy pequeñas, donde el elemento característico es el paisaje que genera la viticultura y la combinación del entorno con la bodega crea el elemento de valor para esa experiencia turística”. Un ejemplo paradigmático es Lanzarote, donde el paisaje de la Geria tiene un peso esencial en la venta del producto y la visita de turistas.

El turismo puede ser una bendición o una condena, todo depende de cómo se proyecte y planifique. Puede ser un recurso sin fecha de caducidad o una canción de verano que cae en el olvido con la llegada del otoño. Como casi todo, depende de nosotros.

Unidad de Cultura Científica y de la Innovación (Cienci@ULL)