miércoles 23 de diciembre de 2020 – 00:00 GMT+0000 Compartir
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Todas las esperanzas se ponen en ella. Se le exige a la educación que solucione los grandes males de la sociedad. Oímos constantemente que todo debe empezar en la escuela, por eso, la erigimos como nuestra tabla de salvación social. La violencia de género, pobreza, delincuencia, analfabetismo, falta de pensamiento crítico, inclusión, diferencias sociales, etc. La primera solución que nos viene a la cabeza es mirar a la escuela, a la educación.
Sin embargo, paradójicamente esa supuesta importancia social no se ve reflejada en los presupuestos. La partida de educación en los Presupuestos Generales del Estado se ha situado en el 1,4% en 2023, mientras que el montante dedicado a Defensa ronda el 2%. Quizás en esa tabla de salvación debe sacrificarse uno para que otro se salve, como en el Titanic, pero ¿quién debe sacrificarse?, ¿el alumnado?, ¿el profesorado?, ¿el sistema?
A pesar de que el término educación suele ir acompañado de adjetivos como crucial, fundamental, vital o prioritario, la realidad es que aún queda mucho por hacer. Para ponerla en el foco, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 24 de enero como Día Mundial de la Educación. Bajo el lema ‘Aprender para una paz duradera’, este año la UNESCO nos pide reflexionar sobre las guerras abiertas que tenemos en varios puntos del planeta. El mundo está envuelto en una creciente ola de conflictos violentos que coincide con un alarmante aumento de la discriminación, el racismo, la xenofobia y la incitación al odio. Esta violencia impacta más allá de cualquier frontera geográfica, género, raza, religión o posición política. En este contexto, es más urgente, dice la ONU, un compromiso activo con la paz. La educación juega un papel fundamental en este esfuerzo, como destaca la Recomendación de la UNESCO sobre la Educación para la Paz, los Derechos Humanos y el Desarrollo Sostenible.
Educación y leyes educativas
Esperanza Ceballos Vacas es decana de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna e investigadora del área de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación. Quedamos con ella para planear por estos y otros problemas y retos de la educación hoy en día y conocer la opinión de los que forman a los que serán profesores y profesoras dentro de unos años. Para compensar el frío de la primera hora la mañana, comenzamos con un tema polémico que calienta cualquier conversación: las leyes educativas. En los últimos 40 años se han aprobado ocho leyes educativas. La mitad de ellas desde el 2000. Además de un baile de siglas supone un reto de adaptación y readaptaciones que obligan a los docentes a cambiar de rumbo en cada legislatura. LGE, LOECE, LODE, LOGSE, LOCE o LOE son algunas de ellas.
La decana reconoce que el profesorado está cansado de estos cambios legislativos pendulares que se mueven de un lado a otro dependiendo del color político de cada momento. ”Hay una sensación de hartazgo entre el profesorado”. La Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo, más conocida por sus siglas LOGSE, supuso un antes y después de la legislación educativa en nuestro país. “Después llegaron ajustes y ajustes de ajustes” hasta llegar a la ley que está vigente en estos momentos, la Ley Orgánica de Modificación de la LOE (LOMLOE).
La necesidad de un gran pacto por la educación es una promesa que nunca llega. En estos momentos convulsos la posibilidad de poner a todos los grupos políticos de acuerdo, aunque sea en un ámbito tan loable, se le antoja a la decana como lejano y complicado. La politización de las leyes educativas y el constante cambio de aspectos normativos “que no van al fondo del problema” hace que el profesorado esté cansado y harto de estas normas que llegan de arriba en forma de cascada, pero sin llegar a calar. “La LOGSE (año 90) sí supuso un cambio importante, las que llegaron después no han tenido tanta mella en el sistema educativo, han sido ajustes”.
Aun así, reconoce que, a pesar de la sensación de catastrofismo que en ocasiones se destila de las comparecencias políticas y declaraciones públicas, la educación ha mejorado mucho en este país, “a pesar de todo”. Ceballos remarca que, aunque no es un sistema perfecto, se han logrado hitos importantes en educación en España en los últimos años, como la universalización de la enseñanza, con prácticamente todo el alumnado escolarizado, la igualdad de acceso a la educación o la ampliación de la enseñanza obligatoria a los 16 años. En este punto no perdimos la oportunidad de conocer su parecer sobre la propuesta de subir la edad de escolarización obligatoria a los 18 años. En su opinión, “no es el momento más adecuado para implantar esta medida” ya que primero se deben instaurar medidas correctoras, porque, según opina, no basta con retener al alumnado en clase.
En este sentido, la decana llama la atención sobre el nivel de repetición de los escolares en España. Un aspecto que ha merecido la reprimenda de la Unión Europea y que no tiene fácil solución. “Tenemos un 22% de alumnado que ha repetido curso alguna vez antes de los 15 años”. La media de la OCDE está en el 9%. Antes de pensar en aumentar la edad de escolarización, primero hay que solucionar este problema, sentencia la decana.
Educación y pobreza
Existe una relación clara entre el nivel socioeconómico de una persona y su nivel educativo. En este sentido se da una cruel circunstancia inversa: a menos ingresos más posibilidades de no tener educación. Este problema, no exclusivo de nuestro país, muestra varias realidades incontestables, como que la función equitativa y compensatoria de la educación no es capaz de neutralizar por completo el peso de los orígenes socioeconómicos.
Otros datos interesantes del informe sobre “Pobreza infantil y desigualdad educativa en España” redactado por el observatorio FIEX, dibuja una realidad que no queremos ver, como que la mitad de las personas que crecieron en un hogar con un nivel básico de estudios no superará ese mismo nivel educativo. O la relación directa que existe entre el nivel de estudios en el hogar y la pobreza infantil. También existe una relación clara entre el abandono escolar y el nivel socioeconómico del hogar, dándose 7,5 veces más que en hogares con más ingresos.
“A igualdad de competencias educativas, el alumnado situado en el 25% más bajo económicamente tiene cuatro veces más posibilidades de repetir que el que está situado en el 25 % más alto”. Esto quiere decir que el nivel socioeconómico pesa mucho en el nivel educativo y que no se puede mejorar la educación si no mejoramos la pobreza. “Otro punto importante es el abandono escolar que afecta al 11% de las chicas y el 16% de los chicos”. Aunque hemos mejorado mucho en los últimos años, matiza la decana, la media europea está en torno al 9%.
Observando estos datos se entienden mejor los resultados del último informe PISA, donde se observa una relación entre el PIB de las comunidades autónomas y sus resultados académicos. Las comunidades más pobres son las que peor nota sacan: Canarias, Andalucía y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. “Con matices, por ejemplo, en el País Vasco donde tienen una gran inversión han sufrido una bajada, pero de manera general vemos una relación determinante entre el nivel socioeconómico en los resultados en este informe”.
Tecnología y educación
No hay día que no escuchemos alguna declaración sobre la implantación de la tecnología en la educación. Pantallas sí, pantallas no, móviles dentro o fuera de las aulas, son debates que están en la calle en estos momentos. Nos guste o no, la competencia digital es indispensable. Nuestra vida ya no se entiende sin el mundo digital, y por lo tanto los alumnos y alumnas deben aprender a manejarse con seguridad en ellas. El debate está en cómo hacerlo. Todos los expertos coinciden en que el sistema educativo no puede vivir de espaldas a la digitalización, pero ¿cómo se deben utilizar esas herramientas tecnológicas en el aula?
En opinión de Esperanza Ceballos, “no se trata de digitalización sí o no, se trata de qué uso hacemos. Hay corrientes de pensamiento que apuestan por retirar las pantallas de los centros educativos. Hay centros escolares donde su uso está completamente naturalizado, con el uso de tablets y ordenadores. Ya es impensable dar clase sin contar con estas herramientas”. Aunque también reconoce que en contextos específicos se han dado problemas, sobre todo como distractores de la atención del alumnado. Pero distracciones ha habido siempre, matiza. “En mi época decían que la televisión impedía que los niños y las niñas hicieran las tareas”. Antes era la televisión, anteriormente la plaza del barrio, y ahora Instagram o TikTok.
Pero como todo, la cualidad está en encontrar el equilibrio entre la tecnificación completa y tomar apuntes en papiro. A la decana no le gustan las clases que son un circo, llena de artificios y convertidas en un show de entretenimiento. Eso sí, el uso de la tecnología debe ser natural, porque lo es en nuestras vidas. Desde que nos levantamos hasta que cerramos los ojos por la noche, la tecnología está junto a nosotros y la clase no debe ser muy diferente a lo que vemos fuera. La escuela no debe estar ajena a esta realidad. Para Ceballos el secreto está en cómo introducirla y de qué manera darle un buen uso, por eso se inclina más por la regulación que por la prohibición.
La Inteligencia Artificial (IA) ha llegado para quedarse, también en la educación. Los métodos de evaluación deben cambiar, pues ya los clásicos trabajos de análisis y resumen la IA los pueden realizar en segundos. Los enfoques reproductivos para evaluar son ya ineficaces. Ceballos Vacas no cree que la IA sea un problema para la educación, al contrario, es una oportunidad. “La IA está ahí, no podemos ignorarla, hay muchos centros escolares que animan al alumnado a utilizarla. Lo importante es diseñar tareas que sean provechosas para ellos utilizando esta nueva tecnología. Lo interesante es que el alumnado aprenda a hacer buenas preguntas, esto sí se puede evaluar”.
Educación y diversidad
Canarias no es la región con mayor multiculturalidad del país, pero es indudable que tenemos un nivel elevado. Según el Consejo Escolar de Canarias la procedencia de escolares foráneos está encabezada por Latinoamérica, seguidos por ciudadanos de la Unión Europea, británicos y marroquíes. Hay centros escolares donde conviven más de una veintena de nacionalidades diferentes, algo que puede ser un reto y al mismo tiempo una oportunidad para la comunidad educativa.
Aunque la decana reconoce que en nuestra comunidad la multiculturalidad del alumnado siempre ha sido un punto importante en su estrategia educativa, echa de menos más recursos y recuerda cómo en algunos institutos los escolares que no conocen el español no tienen apoyo idiomático hasta que no supongan un número mínimo en una clase. “Eso quiere decir que puede llegar un niño o una niña que habla otro idioma y no va a recibir un apoyo en su idioma si no podemos reunir a cuatro más que estén en las mismas condiciones”.
La primera barrera es esta, la idiomática. Luego vendría la formación del profesorado en cuestiones como tolerancia, la apreciación de la riqueza de otras culturas e interculturalidad. Evitando un modelo asimilacionista, donde pidamos al inmigrante que se integre pareciéndose a nosotros, sino con un modelo que aproveche la riqueza de otras culturas.
Educando para pensar
El ámbito competencial de la actual ley educativa le aporta mucho valor a la necesidad de que el alumnado sea capaz de pensar de manera crítica. Para el Ministerio competente, el pensamiento crítico “es fundamental tanto para resolver problemas cotidianos como para enfrentarse al mundo académico y laboral”. Habilidades como argumentar, discutir, entender, analizar o discernir, ¿se enseñan a los que formarán a nuestros hijos e hijas?
El Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes, siguiendo las directrices del Consejo de la Unión Europea de mayo de 2018, referentes a las competencias para el aprendizaje permanente, incluye “aprender a aprender, para el aprendizaje y la participación en la sociedad desde la perspectiva de toda una vida”. La decana de la Facultad de Educación destaca que ahora se hace mucho énfasis en el enfoque competencial, en la universidad también.
Este enfoque lo que nos dice es que son necesarios los conocimientos de las disciplinas, pero también son necesarias habilidades prácticas que nos ayuden a resolver problemas de la vida real. ¿Se está enseñando a resolver problemas de la vida real en la universidad? “Se supone que la universidad es la cuna del pensamiento crítico, se supone que debemos enseñar al alumnado a pensar por sí mismo. En esta facultad se anima mucho al alumnado a desplegar su pensamiento crítico, en mis clases lo tengo claro”.
REDACCIÓN Unidad de Cultura Científica y de la Innovación (Cienci@ULL)
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Arte y Humanidades, Universidad de La Laguna
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