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La delincuencia juvenil, como fenómeno social, ha resistido los intentos de ser comprendido plenamente a lo largo de décadas, desafiando tanto a investigadores como a profesionales de la Psicología y la Criminología, lo que ha llevado a una reflexión sobre las raíces y factores que contribuyen a la conducta delictiva en la juventud. Un reciente estudio en el que han participado los autores ahonda en los factores que rodean este fenómeno, buscando desentrañar algunas de sus claves, en la intersección entre la neurobiología y la psicología de los jóvenes infractores.
En este artículo nos gustaría destacar los descubrimientos cruciales de esta investigación, cuyo propósito fue arrojar luz sobre la posible relación entre las características corticales del cerebro y el perfil de riesgo psicológico de los delincuentes juveniles, en su transición desde la adolescencia tardía a la juventud temprana, tomando como referencia sus pares no delincuentes. Entre los factores psicológicos que distinguen ambos grupos está el trauma infantil, los rasgos de personalidad psicopáticos (trastorno de la personalidad, caracterizado por la alteración del carácter o de la conducta social) y la psicopatología, que afectan al desarrollo y la trayectoria de la conducta delictiva. El avance en la comprensión de estas relaciones nos abre oportunidades para mejorar nuestra capacidad de abordar y prevenir la delincuencia juvenil y para el diseño de estrategias más efectivas de tratamiento.
La investigación puso de manifiesto que había una mayor anchura en el grosor cortical de la circunvolución temporal de los delincuentes juveniles. Se trata de un área que es responsable del procesamiento de los estados mentales. Se observó también una menor superficie en otra área cerebral del grupo de delincuentes, la corteza orbitofrontal lateral en este grupo, área responsable de la función de regulación cognitiva de las emociones. Estos resultados sugieren un desarrollo cerebral alterado de los procesos de cognición social y control emocional.
El análisis identificó también otros factores, psicológicos en este caso, que contribuyen al perfil de riesgo en ambos grupos. Algunos de estos fueron el trauma infantil, la indiferencia, la depresión, la ansiedad y el comportamiento obsesivo-compulsivo, que se asociaron al grupo de delincuentes juveniles. Otros, como la grandiosidad, la impasibilidad y la búsqueda de emociones, así como la amplitud de la memoria de trabajo, contribuyeron a identificar al grupo de control.
Por último pudimos comprobar que la combinación entre las características corticales y el perfil psicológico antes señaladas es efectiva para distinguir entre ambos grupos.
Implicaciones para la prevención y la intervención. Explorando los marcadores neuronales y rasgos psicológicos
Los resultados de esta investigación constituyen un avance en la comprensión de las bases neurobiológicas de la delincuencia juvenil. La alteración en la circunvolución temporal media derecha sugiere un vínculo con un desarrollo cerebral atípico en los procesos de cognición social. Esta alteración estructural puede afectar a la comprensión de los otros y su respuesta adecuada en las relaciones sociales del adolescente que delinque. Identificar y comprender esta alteración específica es fundamental para el diseño de estrategias de prevención y programas de intervención dirigidos a fortalecer las habilidades de cognición social en la juventud en riesgo.
Por otra parte, la reducción de la corteza orbitofrontal lateral sugiere un desarrollo cerebral inmaduro en los procesos de control emocional en la adolescencia que puede dificultar la regulación emocional en el periodo de transición de la juventud a la adultez. Este hallazgo no solo subraya la importancia de abordar la madurez emocional en programas de intervención para la población juvenil, sino que también destaca la necesidad de considerar enfoques diferenciados según las características cerebrales individuales. Adaptar estrategias que aborden específicamente las deficiencias en el control emocional puede tener un impacto significativo en la prevención de comportamientos delictivos y en la promoción de la salud mental en la juventud.
Hacia una intervención efectiva. Desafiando modelos y forjando nuevos caminos
El estudio no solo ha servido para identificar áreas de mejora en la investigación y la intervención, sino que desafía los modelos existentes para la comprensión de la delincuencia juvenil. La identificación de marcadores neuronales y rasgos psicológicos específicos en la juventud delincuente constituye una oportunidad para la personalización de estrategias preventivas. Al reconocer la diversidad en las bases neurobiológicas y psicológicas, los profesionales pueden diseñar intervenciones más precisas y eficaces que aborden las necesidades individuales de los jóvenes en riesgo.
Los resultados ponen de manifiesto la complejidad inherente en la relación entre la conducta delictiva y la psicopatología, sugiriendo que no hay un enfoque único para abordar la diversidad de factores involucrados. Por ende, la necesidad de enfoques interdisciplinarios se vuelve apremiante. La colaboración entre expertos en neurociencia, psicología clínica y justicia juvenil podría conducir a intervenciones más holísticas y eficaces a partir de diagnósticos que aborden tanto los aspectos neurobiológicos como los psicosociales de la delincuencia juvenil. En última instancia, este estudio plantea un desafío inspirador: el de forjar nuevos caminos en la prevención y la intervención, allanando el terreno para un enfoque más comprehensivo y efectivo de la delincuencia juvenil.
En conclusión, este viaje a través de las características corticales y psicológicas ofrece una perspectiva fascinante sobre la conexión entre el cerebro en desarrollo y la conducta delictiva en la juventud temprana. A medida que desentrañamos los misterios de la mente adolescente, nos acercamos a estrategias más efectivas para la prevención y la intervención, abriendo un camino hacia un futuro donde la delincuencia juvenil pueda ser entendida y abordada de manera más completa y efectiva que permita reconducir a una vida normalizada.
Autores: Iván Padrón, María José Rodrigo y Ana Martín
Instituto Universitario de Neurociencia. Universidad de La Laguna.
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas:Número 17, Artículo, Biomedicina y Salud, Hipótesis, Universidad de La Laguna IUNE
Psicología Evolutiva y de la Educación
ivpadron@ull.es
Doctor por la Universidad de La Laguna con la tesis Bases neuronales de la conducta de riesgo de los adolescentes en escenarios simulados de la vida real. 2015. Dirigida por Dra. María José Rodrigo López, Dr. Manuel de Vega Rodríguez.
Es Licenciada en Psicología y Doctora por la Universidad de Salamanca. Catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación y Profesora Emérita de la Universidad de La Laguna. Ha sido directora del Máster Interuniversitario en Intervención y Mediación Familiar, Social y Comunitaria y coordinadora del Programa de Doctorado en Psicología de la ULL. Es miembro del Instituto Universitario de Neurociencia. Ha sido Directora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de La Laguna y miembro de la Comisión Ética de dicha Universidad.
ammartin@ull.es