4 de octubre de 2022 – 00:00 GMT+0000Compartir
FacebookXWhatsAppCopy Link
Era una jornada de lluvia. La biblioteca era un refugio aceptable ese día. Calefacción, ambiente tranquilo y miles de libros gritando mentalmente “¡léeme! léeme!”. Pero no, no había entrado en la biblioteca para leer; ese día solo quería refugiarme de la lluvia y del frío. Si acaso estaba dispuesto a ojear algo con muchas fotos y pocas letras. Me gusta pasear por los pasillos creados por las estanterías de libros, son como laberintos lineales donde los muros están hechos de ladrillos únicos, cada uno diferente a su compañero. Leyendo los títulos de los lomos de solo aquellos que están a la altura de mis ojos, comienzo la búsqueda de mi entretenimiento. Rollo; peñazo; este muy complicado, este otro tiene pocas fotos, en francés… Así fui descartando decenas de libros mientras recorría el pasillo calefactado. Al final de una de las estanterías había un libro grande que hacía las funciones de columna maestra, soportando a una la hilera de compañeros que se apoyaban en él. Era un libro sobre la historia de la Física y tenía el formato ideal para incluir, seguro, multitud de fotos. Lo retiré con cuidado de no provocar una avalancha editorial y me fui con él a una mesa próxima a una ventana.
Historia de la Física, pues sí: ¡había fotos! Imágenes de los grandes de esta disciplina. Después de ojear durante un rato dí con el capítulo de las Conferencias de Solvay. ¡Gente seria mirando a la cámara! En esa época no se sonreía en las fotos. Unos de pie, otros sentados y casi todos con el mismo traje gris. Me percato que solo hay una mujer; es Marie Curie y a su lado está Albert Einstein. Son los dos únicos rostros que reconozco; para el resto me tengo que ayudar del pie de foto: De pie de izquierda a derecha: Edouard Herzen, Émile Henriot, Jules Émile Verschaffelt […] Paul Dirac, Pyotr Leonidovich Kapitsa, Hendrik Anthony Wolfgang Pauli, J. Dorfman, John Hasbrouck van Vleck, Enrico Fermi, Werner Heisenberg. Sentados de izquierda a derecha: … Marie Curie, Niels Bohr, Albert Einstein, Blas Cabrera… ¡espera!, ¡para!: ¿Blas Cabrera? Es que este nombre no solo es español, sino que el apellido suena a canario. ¿Un canario junto a Marie Curie y Albert Einstein? ¿Y no lo conozco? Afortunadamente estaba en el lugar idóneo para saciar esta curiosidad repentina.
Inicié la búsqueda frenética por la biblioteca de una obra que me explicara quién fue este señor y cómo es que estaba sentado entre tantos eminentes físicos de la época. Por fin lo encontré, y de vuelta a mi mesa junto a la ventana, encontré las respuestas a mis preguntas, mientras en el exterior, continuaba lloviendo. Blas Cabrera Felipe, esta es su historia.
Blas Cabrera Felipe
Nació en Arrecife, la capital de la isla de Lanzarote en 1878. En esa época la gran mayoría de los habitantes de las islas era analfabeta. El no, nació en una familia ilustrada, encabezada por su padre, notario. Con pocos años de edad se muda a Tenerife donde pasó su infancia y juventud y donde estudia el bachillerato, en el único instituto de Canarias donde se podía cursar. Toca ir a la universidad y decide, o eso dice a su padre, estudiar Derecho. Se traslada a Madrid pero nunca llega a pisar la Facultad de Derecho. En realidad su vocación es otra, la Física. Dicen que, aconsejado por el mismísimo Santiago Ramón y Cajal se dedicó a la investigación. Y no le fue nada mal. Se interesó por las propiedades magnéticas de la materia, llegando a alcanzar una posición de gran prestigio en este campo de la Física.
En 1910 el gobierno de España creó el Laboratorio de Investigaciones Físicas, el primero de la historia de nuestro país… Y ¿quién sería su primer director? Nuestro Blas Cabrera. Antes, como ahora, los investigadores hacían estancias en centros de investigación del extrajero. Blas Cabrera realizó una estancia en el Laboratorio de Física de Zúrich, el mismo en lugar donde estudió Einstein. A lo largo de su carrera publicó más de 100 artículos científicos, 24 de los cuales en la selecta colección de Pierre Weis, que presumía de recoger en la misma los 180 mejores artículos de la historia del Magnetismo. Entre sus aportaciones más destacadas está la modificación de la ley Curie-Weiss sobre la susceptibilidad magnética y sobre el momento magnético del átomo. Dicen los expertos que alguna de esas medidas sentaron las bases de la Física Cuántica.
Cabrera también fue un gran divulgador. Dedicó mucho tiempo a difundir las nuevas teorías de la Física que llegaban de Europa, de las que su estrella más rutilante era la Teoría de la Relatividad Especial. Fruto de este interés y del prestigio internacional de su figura Blas fue, en 1923, el anfitrión de Albert Einstein en la única visita que hizo a España. Sin embargo el reconocimiento mayor a su trabajo llegaría unos años más tarde. A propuesta de Marie Curie y Albert Einstein, el lanzaroteño fue nombrado miembro de la VI Conferencia de Solvay, celebrada en 1930. Estas conferencias llevaban el nombre de su patrocinador, el químico belga Ernest Solvay que amasó una fortuna considerable que empleó en parte para financiar varios institutos de investigación y la serie de conferencias que llevan su nombre que a partir de 1911 reunió, cada tres años, a los físicos más importantes de la época. Después de esto todos eran vientos favorables para Cabrera: rector de la Universidad Central de Madrid, la Fundación Rockefeller subvenciona la creación del Instituto Nacional de Física y Química, es nombrado miembro de la Oficina Internacional de Pesos y medidas y rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Pero en 1936 estalla la Guerra Civil española y todo se va al traste.
Después de un periplo por Francia, en 1939 Cabrera recibe la noticia de que el régimen franquista había dictado una orden ministerial que le desposeyó del cargo de catedrático, por ser antinacionalista y antiespañolista. En 1941 se le retiran todos los reconocimientos otorgados por entidades científicas españolas. Se exilió en México, donde impartió clases en la Universidad Nacional Autónoma de México y dirigió la revista Ciencia. Sus últimos años de vida los dedicó a escribir, a puño y letra, una obra sobre la historia de la Física. Manuscrito que en estos momentos está en litigio. Blas Cabrera murió en México el 1 de agosto de 1945. El 12 de octubre de 2022, sus restos y los de su familia regresaron a San Cristóbal de La Laguna, Ciudad en la que vivió.
El conflicto de su legado
En la actualidad los herederos del físico tienen abierto un conflicto con el catedrático Francisco González de Posada. Los hechos se remontan a 2004, cuando González de Posada organiza una exposición en Lanzarote para divulgar la vida y obra de Cabrera. Después de la clausura de la exposición, la familia sostiene que el catedrático nunca devolvió los objetos prestados, entre ellos el manuscrito sobre la historia de la física y una balanza de precisión. González Posada, que no niega que los tenga en su poder, se ha defendido apelando a una disputa familiar, un conflicto que, según han manifestado los propios interesados, no existe. Sea como sea, un legado tan preciado no puede estar en la colección privada de una persona, pues es propiedad de toda la humanidad. Único reconocimiento que estaría a la altura de nuestro científico más internacional.
AUTOR Juanjo Martín
ILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 13, Artículo, Ciencia y Sociedad, Universidad de La Laguna
FGULL
jjmartin@fg.ull.es