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¿Alguna vez te has preguntado cómo puede afectar nuestro estilo de vida a generaciones futuras?
La palabra «epigenética» deriva del griego, donde «epi» representa sobre o encima de y «genética» que significa relacionado con los genes. En esencia, son pequeñas adiciones químicas al ADN que indican un cambio en la expresión génica sin alterar la secuencia de este. Es la epigenética la que permite explicar estas variaciones como un proceso reversible y hereditario a corto plazo que se encuentra bajo la influencia de factores ambientales o culturales durante diversas etapas del desarrollo y la edad adulta.
El genoma humano almacena la información y las instrucciones que permiten que nuestro cuerpo se desarrolle y funcione, pero cada individuo también necesita un mecanismo para reaccionar y adaptarse al entorno en el que se encuentra. «Los genes influyen en nuestro comportamiento, pero no lo determinan. El resto de las influencias provienen del ambiente», señala el Dr. Bueno, profesor e investigador de genética en la Universidad de Barcelona. Los mecanismos epigenéticos actúan como un traductor del entorno y son capaces de modificar la función de los genes actuando como registros ambientales, es decir, son la memoria del medio ambiente y del entorno físico, social y cultural al que han estado expuestos. Las modificaciones epigenéticas son señales añadidas al ADN que determinan cuándo se debe activar o silenciar un gen en particular. Estos cambios muchas veces se añaden de manera programada y en otras ocasiones mediante la interacción con el entorno, de modo que la función de los genes puede adaptarse al medio específico en el que vive cada individuo. Por lo tanto, el contacto con el entorno puede, en última instancia, provocar cambios en nuestra estructura genética, esto significa que un mismo genoma puede tener diferentes epigenomas, dependiendo de las diversas condiciones físicas y culturales a las que está expuesto. Mucha gente piensa que no existe ninguna conexión entre los genes y el entorno en el que nos encontramos. Sin embargo, lo que pocas personas saben es que la mayoría de los rasgos y enfermedades complejas de los seres humanos como puede ser la diabetes, el cáncer, o enfermedades del corazón, son el resultado de la interacción de uno o más genes con factores ambientales o culturales. Estos factores pueden incluir desde sustancias químicas en el aire o el agua, la radiación ultravioleta del sol, hasta el tipo de nutrición, la crianza, el estrés entre otros. Por ejemplo, cada persona puede estar predispuesta a una enfermedad específica por genética, pero es posible que no la contraiga a menos que exista un factor ambiental desencadenante presente.
El Instituto universitario de neurociencia de la universidad de La Laguna en Tenerife, específicamente la investigadora Silvia Herrero experta en epigenética ha centrado su investigación en el estudio de la negligencia materna, comprobando las diferencias entre el funcionamiento cerebral entre madres responsables y madres negligentes utilizando resonancia magnética. Se ha observado la diferencia de volumen entre la sustancia gris y la blanca lo cual está relacionado con la «empatía afectiva» lo que contribuye a la disfunción emocional. Con este estudio han podido comprobar como las alteraciones epigenéticas asociadas a la negligencia están asociadas a su vez con la cantidad de eventos traumáticos que han vivido estás madres, lo cual tiene que ver con la salud mental. Estás madres presentan un mayor envejecimiento epigenético, es decir, una mayor edad biológica en comparación con su edad cronológica. A menudo estas variaciones epigenéticas pueden llegar a mantenerse intergeneracionalmente, por lo tanto, estos datos revelan la necesidad de nuevos estudios y prevención de la crianza negligente.
En conclusión, podemos apreciar cómo la epigenética es un área muy importante de la investigación actual que nos permite comprender cómo distintos factores afectan la expresión de nuestros genes, impactando tanto en nuestra salud como en la de futuras generaciones. Estas modificaciones alteran la actividad genética, lo que explica por qué diversas enfermedades o condiciones resultan de la interacción entre los genes y el ambiente. Investigaciones como las de Silvia Herrero, revelan que estas alteraciones pueden influir en nuestra salud y ser heredadas enfatizando la importancia de abordar y prevenir factores negativos para proteger el bienestar a largo plazo.
Autora: Cinthia Torres Díaz
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 17, Artículo,