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Educando centauros digitales

18 de julio de 2023 – 00:00 GMT+0000Compartir

 

¿Estamos enseñando a nuestros jóvenes lo que saben hacer las máquinas? Esto sería un error imperdonable, ya que las máquinas lo harán no solo mejor, sino más barato y sin cansarse ni pedir vacaciones. Hemos de aprender a colaborar con las máquinas, no a luchar contra ellas, ya que el resultado de esta colaboración será superior al que se consigue de forma separada. La competición no irá de humanos contra la inteligencia artificial (IA), sino que se dará entre humanos-con-IA y humanos-sin-IA. Por ello debemos educar a humanos aumentados, buscando esa suma de inteligencias, la que resulte de poner a trabajar juntas la inteligencia natural y la artificial.

Aunque la IA es una disciplina que lleva casi siete décadas entre nosotros (el término fue acuñado en 1956 en el congreso de Dartmouth), y aunque hace años que se habla de ella en los medios de comunicación, en los últimos meses se ha armado un revuelo nunca visto. La principal causante de ello ha sido una IA generativa creada por OpenAI y que nos ha tenido entretenidos (¿y enganchados?; ¿y sorprendidos?) a muchos con sus conversaciones. ChatGPT ha alcanzado los cien millones de usuarios en tan solo dos meses. Para hacernos una idea, TikTok que hasta ahora había sido la plataforma de crecimiento más rápido tardó nueve meses, e Instagram casi dos años y medio. 

A esta extraordinaria velocidad de penetración hay que añadir la amplitud de su impacto. Ha revolucionado todos los ámbitos de la sociedad. Como indicio del interés despertado en el gobierno de las universidades, la European University Association publicó en febrero de 2023 su posicionamiento respecto a su uso responsable en la docencia universitaria (nuestros estudiantes ya lo están utilizando), que posteriormente fue suscrito por Crue Universidades Españolas y el Ministerio de Universidades.  También preocupa, y mucho, al profesorado. Como ejemplo, en febrero el Instituto de Ciencias de la Educación de mi Universidad ofertó el curso ChatGPT: oportunidad y reto para la docencia. ¿Qué vas a hacer? con 20 plazas y tras la inscripción me llamaron diciendo que había cien personas en la lista de espera. 

Cuando hablamos del impacto de la IA en educación solemos pensar en la personalización del aprendizaje, los tutores inteligentes (aunque defiendo que se aprende más intentando enseñar a un aprendiz torpe), los asistentes virtuales y la utilización de los datos para mejorar el desempeño de los estudiantes y asistir al profesor en la detección temprana de posibles fracasos. Pero ahora quiero reflexionar sobre otro asunto, más amplio, como es el de la educación en tiempos de IA, ya que implica prepararse para un mundo en el que esta tecnología afectará a todos los aspectos de la vida: el trabajo, los estudios, el ocio, las relaciones personales … Y por eso, más allá de mejorar el proceso educativo, es importante que se comprenda cómo funciona la IA y los beneficios y riesgos de su uso. Se necesitan nuevos conocimientos, habilidades, competencias y valores para desenvolverse en la era de la IA.

«En lugar de intentar poner puertas al campo, lo que deberíamos hacer es diseñar actividades de aprendizaje en las que el estudiante aprenda al realizarlas»

La primera tentación como humanos es menospreciar y desprestigiar a ChatGPT, diciendo que es un charlatán, un loro sofisticado, que no entiende de lo que está hablando. Mis primeras pruebas fueron proponerle los ejercicios de lógica que estaba corrigiendo. Y no los hizo correctamente, pero eso sí, muy bien presentados y argumentados. Ni tampoco resolvió los acertijos lógicos que le propuse, entre ellos el del pastor que debe cruzar un rio con un lobo, una cabra y una col. Un mes después, la nueva versión basada en GPT-4 ya lo resuelve correctamente. Nos podemos sentir más tranquilos si demostramos que no sabe lógica ni matemáticas y se inventa lo que no sabe. Y eso es verdad, pero no hay que olvidar que ChatGPT es un modelo avanzado de lenguaje de gran tamaño. Ya le conectarán sistemas que sí que lo sepan hacer. Además, las cosas que se invente, las denominadas alucinaciones, son la base de su creatividad.

Algunos sugieren prohibir el uso de ChatGPT en las universidades. Otros van a pedir los trabajos escritos a mano, para que al menos tengan que leerlos y transcribirlos. En lugar de intentar poner puertas al campo, lo que deberíamos hacer es diseñar actividades de aprendizaje en las que el estudiante aprenda al realizarlas. Para que mi docencia sea a prueba de IA seguiré alguna de estas tres vías. Una: que no salga a cuenta utilizar la IA para realizar la tarea. Dos: que aunque se utilice la IA para realizar la tarea, el estudiante aprenda, que a fin de cuentas es nuestro objetivo como profesores. Tres: pedirles explícitamente que utilicen la IA ya que eso permite mejores resultados y enseñarles a hacer un buen uso de ella (con transparencia, ética y responsabilidad).

El término centauros digitales salió en una conversación con Marc Alier. Los centauros son seres mitológicos, mitad caballo mitad humano, mezcla que le confería un valor sobrenatural. Pero pueden estar basados en la realidad, como simplificación de jinetes a caballo, que parecían una sola criatura. El centauro más famoso es quizá Quirón, conocido por su gran sabiduría y por ser tutor de héroes y dioses. Y quisiera utilizarlo como metáfora de los humanos que a lomos de la IA serán más sabios y tomarán mejores decisiones. Disponemos de una herramienta poderosa que mejorará y ampliará las capacidades y conocimientos de cualquier persona. Se discute poco la idea de utilizar la tecnología para producir una prosperidad generalizada ampliando las capacidades y la experiencia humanas a toda la población.

Soy optimista, lo sé, pero va en el ADN de ser profesor. Tenemos un sistema educativo diseñado para un mundo con escasez de información, en el que había que ir a buscarla y guardarla para cuando la necesitásemos. Eso justificaba la etapa de nuestras vidas en la que nos formábamos y acudíamos a la universidad. Pero ahora vivimos en una sociedad con sobreinformación (verdades, medias verdades y falsedades), con acceso inmediato y a demanda a la misma. Las universidades, cumpliendo nuestro compromiso con la sociedad de creación, transmisión y preservación del conocimiento, ¿sabremos dar respuesta a este reto? 

 

AUTOR: Faraón Llorens

ILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO


Archivado en: Revista Hipótesis
Etiquetas: Número 15, Artículo, Ciencia y Sociedad, Universidad de La Laguna