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Herencia de caracteres adquiridos

lunes 8 de enero de 2024 – 00:00 GMT+0000

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La idea de que un rasgo “adquirido” podía mantenerse en el material hereditario dentro de una raza o variedad de una especie es una idea antigua. Durante siglos fue usada para explicar cambios accidentales que no “alteraban la estabilidad de las especies”. Fue a finales del siglo XVIII y principios del XIX que empezó utilizarse para explicar la transformación. Erasmus Darwin y J.B. Lamarck consideraron que la acumulación “de rasgos adquiridos” generaba la transformación de las especies.

A finales del siglo XVII John Ray afirmó que las variaciones que se producen en los individuos eran variaciones accidentales,
e interpretó que las características de una especie eran siempre iguales. Ray sugirió que de las semillas de un árbol nace siempre
el mismo tipo de árbol, de tal manera que a través de la reproducción las especies mantenía su estabilidad natural. Para Lamarckla especie, en ese sentido, era considerada una constancia absoluta de la naturaleza, y se propuso combatir esa idea. Asumir que de robles nacen robles y de lobos, nacen lobos, no era una opción. Para Lamarck, de lobos, con suficiente tiempo y cambios en las circunstancias, empezaron a nacer perros. 

La idea de “rasgos adquiridos”, se convirtió en la explicación de Lamarck, en una idea radical que destruía la creencia de “la estabilidad de las especies”; una creencia que siguió teniendo defensores, entre ellos Frederick Cuvier, quien contribuyó a la formulación que más tarde se conocería como l’hérédité des modifications acquises (la Herencia de Caracteres Adquiridos) (HCA), pero en su caso fue para rechazar la idea de la transformación de las especies.

Para Lamarck, la HCA, tenía dos sentidos: Uno, la idea conocida como Lamarckismo, ligada al origen de rasgos nuevos generados por influencia del ambiente, uso y desuso, y su transmisión a la siguiente generación. Dos, la idea de que las características adquiridas por una serie de ancestros formaban nuevas características específicas y que de manera  progresiva y acumulativa daban origen a nuevas especies. Charles Lyell llamó a esta idea la doctrina de la modificación continua de las especies.

Bajo esas perspectivas lamarckianas, É.G. Saint-Hilaire, hipotetizó un modelo embriológico para investigar el origen común de  vertebrados e invertebrados. Para Geoffroy el ambiente influía a nivel embrionario, generaba modificaciones que se acumulaban y eso generaba nuevas especies. En su explicación Saint-Hilaire rechazó la noción de “uso y desuso”, por lo que HCA adquirió un significado distinto, pero con la misma consecuencia, la transformación de las especies.

 

«Para Lamarck y Geoffroy, las

características adquiridas eran

parte de la causalidad natural

de la transformación»

El concepto de herencia de Lamarck y de Saint-Hilaire no coincidió con las ideas de la herencia defendidas por Prosper Lucas
(quien influyó en Francis Galton y otros autores). Para los primeros, la herencia es un aspecto indisociable de la transformación,
es un aspecto “histórico” y acumulativo, con un efecto de cambio continuo. Para Lucas las especies estaban determinadas desde “el
principio” y era imposible su transformación; rechazó la idea de la acumulación de rasgos adquiridos como una posibilidad de transformación y consideró que, en las ideas de Lamarck y Saint-Hilaire, el concepto de herencia se perdía en el vacío y en la oscuridad del horizonte, pues carecía de una base sólida con la que se pudiera explicar su regularidad. 

Para Lamarck y Geoffroy, las características adquiridas eran parte de la causalidad natural de la transformación. Con ese mismo compromiso Charles Darwin intentó dar evidencias de la HCA. Para explicar cómo se adquieren y transmiten “los rasgos adquiridos” elaboró su hipótesis provisional de la pangénesis; con ella explicó la variación como resultado del uso y desuso y de la influencia del ambiente. Consideró que en ocasiones algunos rasgos adquiridos podían surgir de manera “accidental” y “espontánea” sin aparente conexión con el ambiente; no obstante, fuera cual fuera el origen (o tipo) de variación, era una modificación adquirida heredable  sujeta al filtro de la selección natural (conservación de variación favorable y eliminación de variación desfavorable).

 

«Pensar los ejemplos anteriores

como HCA, lejos de ser una herejía,

es muestra de la pluralidad explicativa

de la biología evolutiva, y muestra de que, no solo se

transforman las especies, también los conceptos,

y en este caso, un concepto que, desde el nacimiento

del pensamiento evolutivo, ha tenido una historia controversial

y provocativa»

 

Históricamente se ha escrito que August Weismann rechazó la HCA, el uso y desuso, y la influencia del ambiente. Sin embargo, Weismann aceptó que los cambios ambientales, actuando durante el desarrollo embrionario, eran las causas necesarias de la variación en el material hereditario, rechazó el uso y el desuso, y consideró irrelevante, en términos evolutivos, la influencia del ambiente en el somatosoma. Sin embargo, sostuvo que la variación adquirida del germoplasma se heredaba; pensaba en una explicación mecanicista alternativa del papel del ambiente actuando en la etapa del desarrollo y a nivel de estructuras embrionarias. De tal manera que rechazó la herencia de los efectos del uso y el desuso, pero no la herencia de los efectos “mecánicos del ambiente”.

Con la teoría sintética, la fuente de variación se empezó a explicar como resultado de mutaciones aleatorias (en los genes) y recombinaciones genéticas (de los genes), procesos desvinculados de influencias ambientales, y se abandonaron los significados que en el siglo XIX se le había dado a la HCA: 1) la relación causal entre la influencia del ambiente y la generación de “rasgos adquiridos” adaptativos y no adaptativos; y 2) la acumulación de rasgos adquiridos transmitidos a las siguientes generaciones cuyo efecto era la transformación de las especies. 

El segundo sentido se ha incorporado a nociones actuales de HCA, sin que se incluya “el uso y desuso” y “la influencia del ambiente”. Por ejemplo, para Lynn Margulis y Dorian Sagan, HCA significa la adquisición de juegos completos de “características” a través del proceso de simbiogénesis, en la que un juego completo de genes o genoma se incorpora a otro sistema genético, sin perder funcionalidad, y si hay adquisición de nuevas características, hay por lo tanto HCA. Posteriormente, los genes adquiridos serían heredado a la descendencia como ocurre con la transmisión del DNA de las mitocondrias y cloroplastos. Los virus también llevan fragmentos de DNA o RNA funcional de un sistema genético a otro, esto se llama transferencia horizontal de genes, y al igual que en la simbiogénesis, también hay “rasgos adquiridos”. Pensar los ejemplos anteriores como HCA, lejos de ser una herejía, es muestra de la pluralidad explicativa de la biología evolutiva, y muestra de que, no sólo se transforman las especies, también los conceptos, y en este caso, un concepto que, desde el nacimiento del pensamiento evolutivo, ha tenid ouna historia controversial y provocativa.

REDACCIÓN RICARDO NOGUERA SOLANO


Archivado en: Revista Hipótesis
Etiquetas: Número 16, Sección, Ciencia y sociedadHistoria Evolutiva, Ricardo Noguera Solano, Revista HipótesisUniversidad Nacional Autónoma de México

Ricardo Noguera Solano
Profesor de Historia y filosofía de la biología de la Facultad de Ciencias de la UNAM

Profesor de Historia y filosofía de la biología, en la Facultad de Ciencias, UNAM. Ha impartido clases de Licenciatura y Posgrado desde 1996. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores Nivel II.

Biología Evolutiva

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