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En el cambiante mundo de la alimentación, los insectos emergen como una fuente sorprendente y sostenible de nutrientes, con civilizaciones históricas aprovechándose por su abundancia y beneficios nutricionales. Ya están presentes en nuestra dieta, desde harina de insectos en productos hasta residuos en verduras. La Unión Europea avanza hacia la entomofagia o alimentación a base de insectos, mientras que el 22 de mayo de 2024, el Parlamento de Canarias aprobó una iniciativa para permitir el consumo de la cochinilla como alimento, destacando su importancia económica e histórica en la región. Este insecto, usado para producir tinte carmín, obtuvo la Denominación de Origen Protegida en 2016. La inclusión de insectos en la alimentación también plantea cuestiones éticas y ambientales, con debates sobre la cría y el consumo sostenible.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que alrededor de 2000 millones de personas en el mundo consumen insectos de manera regular, aprovechando sus propiedades nutritivas y la facilidad con la que pueden ser criados. Este dato demuestra el potencial de los insectos como una fuente alimenticia importante, especialmente en un mundo donde la seguridad alimentaria y la sostenibilidad son temas cada vez más urgentes.
La inclusión de insectos en la dieta humana se presenta como una solución nutricional, ecológica y económica para alimentar a una población en crecimiento, al mismo tiempo que se reducen los impactos negativos asociados a la producción de alimentos tradicionales. Es importante informar sobre esta alternativa alimentaria, impulsar su aceptación y fomentar la investigación y el desarrollo en este campo emergente.
Los insectos son una fuente rica en proteínas, grasas saludables, vitaminas y minerales esenciales como el hierro y el zinc. La larva de Tenebrio molitor, aprobada recientemente para su comercialización en la UE, contiene altos niveles de proteínas de alta calidad, convirtiéndose en una excelente opción para complementar dietas vegetarianas o veganas. Asimismo, los insectos son una fuente natural de colágeno, un nutriente clave para la salud de la piel, las articulaciones y los huesos.
Se estima que para el año 2050, la población mundial alcanzará los 9600 millones de personas, lo que plantea un desafío significativo en términos de disponibilidad de alimentos y recursos naturales. La cría de insectos ofrece numerosas ventajas en comparación con la ganadería tradicional: requiere un menor consumo de agua y suelo, y genera menos sustancias contaminantes. Los cerdos generan entre diez y cien veces más gases atmosféricos por kilogramo de peso que los insectos. Además, los insectos pueden alimentarse de restos biológicos como residuos alimentarios, abono y estiércol, lo que los convierte en una opción más sostenible y eficiente desde el punto de vista ambiental.
En la gastronomía, los insectos han despertado el interés de chefs y foodies que buscan nuevas experiencias culinarias. Platos como tacos de chapulines, gusanos de maguey en mezcal, tempura de grillos o hamburguesas de insectos se han popularizado en restaurantes de alta cocina y food trucks alrededor del mundo. La creatividad en la cocina se ve potenciada por la versatilidad de los insectos, que pueden ser preparados de múltiples formas y combinados con una amplia variedad de ingredientes.
A pesar de todas estas ventajas, la producción de insectos para consumo humano en Europa sigue siendo limitada, lo que se traduce en precios elevados en el mercado. Según el investigador Diego Garrido, una caja de insectos de quince gramos puede llegar a costar hasta cinco euros en grandes superficies. Sin embargo, se espera que, a medida que la insecticultura se desarrolle y se popularice, los precios disminuyan considerablemente, haciéndolos más accesibles para el público en general.
En Tenerife, proyectos innovadores como el liderado por el investigador Diego Garrido en la Universidad de La Laguna están enfocados en diseñar dietas específicas para la cría de diferentes especies de insectos destinados al consumo humano. El objetivo principal de estos proyectos es estandarizar la calidad, el crecimiento y la reproducción de los insectos, contribuyendo así a la obtención de productos más seguros y con un alto valor nutricional añadido. Esta investigación es crucial para garantizar la calidad y la seguridad de los productos derivados de los insectos, así como para aumentar su aceptación entre la población.
En el ámbito de la salud, diversos estudios han demostrado los beneficios de incluir insectos en la dieta. Por ejemplo, investigaciones recientes sugieren que los insectos contienen compuestos bioactivos con propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y antimicrobianas que pueden contribuir a la prevención de enfermedades crónicas como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Además, la elevada concentración de proteínas y nutrientes en los insectos los convierte en una opción ideal para personas con necesidades dietéticas específicas, como deportistas, niños en crecimiento, personas mayores o pacientes en recuperación.
A pesar de todos estos beneficios, la aceptación de los insectos como alimento en la sociedad sigue siendo un desafío. Existen barreras culturales y psicológicas que dificultan su incorporación en la dieta cotidiana de las personas. Sin embargo, a medida que se difunde información objetiva sobre las propiedades nutritivas, ambientales y gastronómicas de los insectos, la percepción pública está empezando a cambiar y cada vez hay más personas dispuestas a probarlos.
En definitiva, los insectos representan una oportunidad única para diversificar y enriquecer nuestra alimentación de manera sostenible y saludable. Su alto valor nutricional, su bajo impacto ambiental y su versatilidad en la cocina los convierten en una alternativa prometedora para alimentar a la creciente población mundial de manera más eficiente y equitativa. Es responsabilidad de todos contribuir a la promoción y normalización de los insectos como alimento, fomentando su producción, comercialización y consumo de manera consciente y respetuosa con el medio ambiente.
En un futuro no muy lejano, es posible que veamos los insectos como parte integral de nuestra alimentación diaria, disfrutando de sus sabores únicos y beneficiándose de sus propiedades nutricionales. ¡El futuro de la alimentación está más cerca de lo que imaginas, y los insectos están listos para ser parte de él!¡Es hora de abrir nuestras mentes y paladares a esta emocionante posibilidad culinaria!
Autores: Oum Kelthoum Fabouly, , Andrea Jiménez Rodríguez, Laura Sofía Rodríguez Henao
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 17 Artículo,