18 de julio de 2023 – 00:00 GMT+0000Compartir
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Lo reconozco…. tuve un problema para interpretar los beneficios de la Inteligencia Artificial (IA) en la Educación hasta que leí la historia de Lucía, Mateo y el anciano sabio ¿la conoces?
Y te preguntarás ¿Qué tiene que ver la historia de Lucía y Mateo con la IA y con la educación? En este artículo presento algunas conclusiones obtenidas a partir de una revisión de artículos científicos y de opinión y de mis propias experiencias con distintos recursos basados en la IA.
Una primera consideración tiene que ver con los beneficios que supone, para la educación, la irrupción de IA en el ámbito educativo; ventajas que, ya sean generales o específicas, supone esta tecnología para los distintos agentes que intervienen en la educación (alumnado, profesorado y las propias instituciones académicas). Así, para el alumnado, las IA suponen una oportunidad de aprendizaje personalizado, de retroalimentación instantánea en el proceso formativo autónomo, la detección temprana de dificultades que permitan prevenir el abandono escolar o contribuir a la mejora del rendimiento y por la vía de acceder a nuevos y más recursos reforzar la formación en habilidades “blandas” (comunicación, trabajo cooperativo, liderazgo, resiliencia,…) necesarias en la sociedad y la economía del siglo XXI. En el caso de los y las docentes la IA abre la posibilidad de automatizar tareas administrativas, de inspirar los contenidos de los programas formativos, de identificar brechas curriculares, reformular estrategias evaluativas y, como consecuencia de todo lo anterior, de enfocar los procesos de enseñanza y aprendizaje hacia contenidos y actividades significativos. En fin, abre ventanas inéditas de oportunidad a nuevas formas de formar y evaluar. En el caso de las instituciones de educación, la IA puede contribuir a la mejora de su eficiencia operativa; por esta vía junto con el análisis de datos y la posibilidad de tomar de decisiones basadas en las mismas en áreas estratégicas como son la asignación de recursos y la planificación del currículo contribuir a la mejora en la calidad integral de la educación.
Esta es la cara, pero ¿qué riesgos o problemas plantea para la educación esa misma IA? Sin duda, las primeras alarmas que saltaron tienen que ver con los riesgos aumentados de plagio y copia que la IA plantea, con las dificultades que esto plantea en lo que a la evaluación se refiere. Pero hay otros, de igual o más calado, a los que se debe prestar atención, muchos de ellos derivados de las características actuales de la sociedad dominada por las pantallas, las redes sociales y las realidades virtuales; sistemas que en conjunto, nos alejan de lo cotidiano y de lo real, hasta el punto de restarnos recursos que nos permitan hacer frente a la vida real. Un efecto de la ubicuidad de las tecnologías de la información ha sido la desaparición de lugares de reunión y estructuras sociales tradicionales que han sido sustituidos por los dispositivos tecnológicos con los que se ocupan los huecos creados por la ausencia de contactos humanos, base de las relaciones sociales. Riesgos que aluden a cómo se aprende en estos entornos virtuales. Numerosos estudios vienen alertando sobre las consecuencias perniciosas de pasar muchas horas frente a dispositivos y pantallas: alteraciones en la estructura cerebral; problemas de sueño, obesidad, trastornos visuales, dificultades emocionales y sociales e, incluso, depresión. Dimitri Christakis, pediatra, señala que aprender con bloques virtuales (por ejemplo construir una torre o hacer una figura) en un iPad no desarrolla la capacidad para construir con bloques reales. En otro estudio, un grupo de la Universidad del Estado de Pensilvania los autores este mismo autor sugiere que las interacciones con juguetes tradicionales pueden ser más beneficiosas para el desarrollo del lenguaje y la cognición espacial en comparación con las versiones electrónicas.
Pero volvamos ahora a las palabras del sabio anciano en la historia de Lucía y Mateo. Su respuesta nos viene a decir que el éxito no tiene tanto que ver con obtener las respuestas correctas (algo que nos promete la IA si sabes hacer bien las preguntas); sino más bien con el «cómo”; en este caso, cómo aplicamos los conocimientos en nuestra vida; una vida que se desarrolla en sociedad y en interrelación con otras personas.
En los tiempos de la IA la educación debe consistir en prepararnos para hacer las preguntas correctas y saber aplicarlas en nuestro contexto. El alumnado, el profesorado y la institución educativa deben adaptarse a las nuevas condiciones. Y quizás sea ahí dónde esté la revolución que nos trae la IA; las metodologías educativas deben integrar esta nueva metodología hasta cierto punto disruptiva. La IA debe incorporarse eficazmente a la batería de métodos educativos tradicionales, basados en la transmisión oral de conocimientos y la adquisición de habilidades prácticas; a la promoción del pensamiento crítico y el aprendizaje independiente basado en la razón y la lógica y al conjunto de metodologías activas y centradas en el alumnado.
En este proceso las instituciones educativas deben considerar estos aspectos al diseñar currículos formativos. La Universidad de La Laguna cuenta con profesionales que investigan sobre estos aspectos; actividad que se transfiere a su profesorado por la vía de su formación continuada a través de programas de formación docente. Los docentes tienen ante sí la responsabilidad de evolucionar en sus formas de entender la docencia y en la adopción de nuevas metodologías de enseñanza y evaluación.
AUTOR: Carlos Alberto González Delgado
ILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 15, Artículo, Ciencia y Sociedad, Víctor García Tagua, Universidad de La Lagu
senen.barro@usc.es