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La casa Amarilla, la mentalidad de los simios y el error de Descartes: apuntes sobre la cognición animal y humana.

 

13 de noviembre de 2023

 

Tenerife ha sido protagonista de un hito en la historia de la neurociencia. Entre 1913 y 1918 Wolfgang Köhler (WK) llevó a cabo un trascendental experimento en la denominada Casa Amarilla (CA) del Puerto de Cruz. Un edificio que, si bien fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC), en el presente se encuentra en decadencia a pesar de varios proyectos de rehabilitación que se han redactado contando con el respaldo de la Facultad de Psicología y Logopedia de la Universidad de La Laguna y del Instituto Universitario de Neurociencias.

En contra de la corriente de pensamiento dominante que por entonces sólo atribuía a los animales, incluidos los simios, la capacidad de aprendizaje por asociación sin que mediara proceso de pensamiento alguno, los trabajos de Köhler demostraron, con chimpancés traídos de la costa africana, que estos eran capaces de usar herramientas para alcanzar un plátano que se hallaba fuera de su alcance. Estas investigaciones sirvieron para demostrar por primera vez que los simios son capaces de resolver problemas dependientes del establecimiento mental de conexiones entre distintas piezas de información, un proceso que Köhler definió como “Insight” —del inglés, y que podría traducirse como “darse cuenta” — ; una forma de razonamiento que no dependía de la mera asociación y el aprendizaje por ensayo y error.  

Köhler, fundador de la ciencia cognitiva y de la primatología, publicó sus hallazgos en el libro titulado la “Mentalidad de los Simios”, en cuya edición inglesa, que data de 1925, se mostró por primera vez que los animales pueden poseer inteligencia. Posteriormente, ya en los años 60, la primatóloga Jane Goodall confirmó los hallazgos de Köhler con chimpancés en estado salvaje. Jane, ha reivindicado desde entonces la figura de Köhler y reclamado ante las autoridades de Canarias la rehabilitación de la Casa Amarilla, una petición que reiteró personalmente en la conferencia que impartió en la Universidad de La Laguna el 25 de noviembre de 2023.

El descubrimiento de Köhler sirvió para poner en cuestión la tesis de René Descartes, influyente filósofo racionalista francés, que defendía el principio conocido como dualismo mente-cuerpo. En esta teoría se considera que hay una separación funcional entre la mente, ente superior, y el cuerpo, que se conduce como una máquina apoyada en reflejos. El cuerpo lo compartimos con los animales mientras que la mente es un atributo exclusivamente humano.

Este cambio de paradigma respecto al dualismo cartesiano tiene un interesante efecto rebote: ¿tenemos los humanos un cerebro “animal”? Los estudios realizados por António Damásio, recogido en su libro “El Error de Descartes”, publicado en 1994, nos enfrenta a una provocativa propuesta, a saber: muchas de nuestras decisiones, aparentemente racionales, están fuertemente influidas por el cuerpo. Así, cuando decidimos adquirir un coche no tomamos la decisión como resultado de una comparación exhaustiva de las distintas opciones que nos ofrece el mercado. sino que son factores como la experiencia previa con otros vehículos similares la que a través de la huella emocional que ha dejado en nosotros aspectos como la forma, sus prestaciones, las experiencias vividas en los mismosdeterminará en gran medida, en una suerte de cómputo afectivo, lo que nos llevará a optar por un modelo u otro. Esta es la esencia de la denominada hipótesis del marcador somático. 

En experimentos realizados mediante registro de movimientos oculares se ha podido demostrar que la opción en la que el ojo se fija primero y con mayor intensidad, esa y no otra, es finalmente la elegida. Proceso que se realiza rápidamente a pesar de que la persona se tome su tiempo para darle forma racional a su decisión. En un experimento llevado a cabo por Wells y Petty en 1980, se pedía a los participantes que escucharan textos argumentativos donde se les comunicaba que esta información tenía como objetivo probar la funcionalidad de unos auriculares. A continuación, se les pedía que hicieran un movimiento de la cabeza de arriba abajo (imitando un gesto de asentimiento), o de un lado a otro (imitando un gesto de negación) mientras oían los textos. Finalmente, se les pidió, sin que lo esperaran, que evaluaran su grado de conformidad con el argumento escuchado. Los participantes que hicieron el movimiento de la cabeza de arriba abajo tendieron a mostrar acuerdo, y los que lo hicieron de un lado a otro desacuerdo; inadvertidamente su cuerpo mostró asentimiento en el primer caso, y rechazo en el segundo. En esta misma línea, William James, uno de los padres de la psicología, propuso en la segunda mitad del siglo XIX que la expresión facial determina la emoción que sentimos; de manera que si ponemos una cara de felicidad así nos sentiremos, y lo mismo con la tristeza.

La corteza prefrontal orbitofrontal y ventromedial del cerebro parece tener un importante papel en la integración cuerpo-mente. Las personas con daños en este área no son capaces de aprovechar adaptativamente sus experiencias para asociar recompensas y castigos con su conducta. En estos individuos el marcador somático no estaría funcionado, lo que explica sus comportamientos impulsivos y que muestren dificultades de adaptación a distintos contextos. Es el caso de Phineas Gage, un ferroviario inglés que sufrió un accidente en el que una barra atravesó esta parte de su cerebro. Como consecuencia de este, pasó de ser una persona tranquila, con principios y buen compañero, a comportarse de forma agresiva, amoral y sin escrúpulos. Esto sugiere que algo tan humano como el criterio moral también depende de las reacciones del cuerpo ante las consecuencias sociales, positivas o negativas, asociadas a nuestro comportamiento. Reacciones que son integradas por la corteza prefrontal y que determina la predisposición afectiva que mostramos a adoptarlas, sin son positivas hacia lo bueno, y a rechazarlas cuando son negativas.

A la vista de lo anterior puede afirmarse que la cognición animal y humana se sitúan en un continuo evolutivo y comparten procesos corporales sobre los que se sustentan procesos mentales de gran complejidad. Adiós entonces al dualismo cartesiano y con ello al mito de que Homo Sapiens tiene una mente, un alma exclusivamente humana, distinta de la del resto de las especies. Evidencias que vienen a dar la razón, esta vez desde las ciencias cognitivas, a la tesis defendida por Daniel Dennett en su ensayo “La peligrosa idea de Darwin”, de que el homo sapiens no es una creación divina sino el fruto de la evolución de las especies.

Por último, un apunte literario. En la novela “A Whisper of Espionage: Wolfgang Köhler and the Apes of Tenerife”, el escritor Ronald Ley plantea la conjetura de que Wolfgang Köhler, además de científico, ejerció de espía al servicio del Kaiser en la primera guerra mundial. La ubicación de la Casa Amarilla la convertía en un observatorio del paso de los buques mercantes ingleses, y por tanto, de un lugar privilegiado para informar de los mismos a los submarinos alemanes. Nada de eso se ha demostrado y años después Kohler, que había regresado a Alemania tras el cierre de la estación primatológica de la Casa Amarilla el 8 de julio de 1920, se vio obligado a emigrar a los Estados Unidos por su firme oposición al nazismo.

Autores:

Hipólito Marrero, Emma Rico, Melany León, Yennifer Ravelo. Instituto Universitario de Neurociencia. Universidad de La Laguna.


Archivado en: Revista Hipótesis
Etiquetas:Número 17, Artículo, Biomedicina y Salud, Hipótesis, Universidad de La Laguna IUNE

Doctor por la Universidad de La Laguna con la tesis Inteligencia recursos atencionales e intercorrelacionales entre tareas 1983. Dirigida por Dr/a. José A. Forteza Méndez.