8 de marzo de 2023 – 00:00 GMT+0000Compartir
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En las últimas décadas, el aumento de la población mundial, junto con la mejora en la calidad de vida ha incrementado drásticamente la generación de residuos orgánicos. Se estima que cada año se generan en torno a 38.000 millones de toneladas de estos residuos en el planeta.
¿Debería preocuparnos? Definitivamente sí. La acumulación de los mismos provoca la contaminación del medio y problemas de salud pública. Con objeto de hacer frente a estos problemas se han planteado diversas estrategias para la gestión eficaz de estos residuos y el aprovechamiento de los mismos; entre estas destacan las técnicas del compostaje.
El compostaje consiste en someter a diferentes materiales de origen orgánico a un proceso biológico controlado de descomposición. El resultado es un producto estable, denominado compost. El compost, un producto de aspecto terroso se puede emplear como abono y fertilizante y por tanto contribuye a la mejora de la productividad agrícola. Tiene la ventaja adicional de favorecer la recuperación de suelos degradados, restableciendo las cualidades del mismo y mejorando sus propiedades originales. Sin embargo, si bien el compostaje es una herramienta útil para el tratamiento de residuos orgánicos, presenta algunas desventajas. La primera a destacar es que la estabilidad del compost es variable, debido a su alto contenido significativo de sólidos volátiles. Además, puede albergar comunidades microbianas patógenas causantes de enfermedades y que se pueden transmitir a través de este producto. Por último, durante el proceso de compostaje se libera CO2 lo que contribuye al calentamiento global.
Se trata de inconvenientes importantes, que plantea la conveniencia de plantear alternativas. Una de ellas es la que nos proporcionan las lombrices y los microorganismos que estas llevan asociados. Las lombrices no sólo son capaces de triturar los residuos orgánicos, sino también de degradarlos gracias a la microbiota que poseen. En otras palabras, los microorganismos que habitan sus aparato digestivo son capaces de descomponer los residuos orgánicos. Una vez la lombriz los ingiere y estos son digeridos, los residuos son excretados al medio. Se trata de un producto que madura con el tiempo y se da lugar al vermicompost. Estamos hablando del conocido como vermicompostaje (de vermi, gusano)
El vermicompost tiene las mismas propiedades que el compost: mejora las propiedades del suelo y al aumentar su porosidad y su capacidad de retención de agua incrementando su productividad. Pero lo importante en este caso es que el vermicompostaje no presenta los inconvenientes del compostaje. Así, el vermicompost resulta ser un producto más estable que el compost, al presentar menos sólidos volátiles. Por otra parte, las lombrices eliminan los microorganismos patógenos y liberan menos CO2 a la atmósfera.
A la vista de lo anterior el vermicompostaje se presenta como una alternativa más sostenible y eficaz para el tratamiento de residuos orgánicos que el compostaje. No obstante, aún quedan muchos aspectos que mejorar. Una de las vías de mejora más importantes radica en el papel de las comunidades microbianas asociadas al sistema digestivo de la lombriz. Un mejor conocimiento de las mismas permitirían optimizar el proceso y minimizar algunos de sus inconvenientes. El Grupo de Investigación de Microbiología Aplicada a la Industria y al Medio Ambiental de la Universidad de La Laguna, ha estudiado la composición y actividad de las comunidades microbianas que participan en el proceso de vermicompostaje, propiedades del vermicompost que genera y sus efecto sobre la germinación de semillas.
Los resultados obtenidos mostraron que en función de su composición variaban aspectos como el contenido de carbono orgánico y el grado de acidez. También se observó que la presencia de algunas especies de microorganismos patógenos (Escherichia coli y Citrobacter sp.) disminuye durante el proceso de vermicompostaje, confirmando el efecto de higienización del mismo. Pero quizás lo más llamativo fue que las tasas de germinación mejoraban a medida que el grado de maduración del vermicompost era mayor, algo que se pudo comprobar con las semillas de calabacín (Cucurbita pepo).
A la vista de las evidencias acumuladas y de los resultados obtenidos el vermicompostaje se presenta como una alternativa válida al compostaje, capaz de generar un producto higienizado.
AUTOR Pablo García Díez del Corral
ILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Numero 14, Artículo, Ciencia y Sociedad, Universidad de La Laguna