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Lunes 23 de diciembre de 2019

 

Hay personas que se convierten en símbolos, en faros y fuentes de inspiración para generaciones enteras. El pasado 7 de noviembre se extinguió la luz que marcó el camino a cientos de jóvenes científicos y científicas de nuestro país. Nos dejaba Margarita Salas. Unos días antes de su fallecimiento, el 28 de octubre, el Consejo de Gobierno de la Universidad de La Laguna daba el visto bueno al nombramiento de Margarita Salas como Doctora Honoris Causa, un reconocimiento que no podrá recoger pero que se suma a la espectacular trayectoria de esta mujer.

Licenciada en Ciencias Químicas, fue discípula de Severo Ochoa, con quien trabajó en Nueva York, tras hacerlo con Alberto Sols en Madrid. Junto con su marido, el también científico Eladio Viñuela, se encargó de impulsar la investigación española en el campo de la bioquímica y de la biología molecular dentro y fuera de nuestras fronteras.

Hasta su fallecimiento, Salas seguía trabajando en su laboratorio del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa como profesora ad honorem. De hecho, el pasado junio recibió en Viena el premio al Inventor del año 2019, entregado por la Oficina Europea de Patentes, en dos categorías: logro de una vida y voto popular. Fue un doblete nunca antes visto en los 14 años de historia del galardón.

“El hecho de que a partir de una investigación básica, que es la que yo siempre he hecho, salga una aplicación biotecnológica de tanta importancia, es muy gratificante”, explicó entonces.

Entre los logros de su carrera, se encuentra el descubrimiento de la ADN polimerasa del virus bacteriófago phi29, que tiene una aplicación crucial en biotecnología: permite amplificar el ADN de manera sencilla, rápida y fiable. Esta tecnología ha sido una de las patentes más rentables del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

“Esta polimerasa se usa en todo el mundo y se aplica en análisis genético, forense y paleontológico, entre otros”, indicó Salas, tras recoger el premio. “Cuando uno tiene cantidades pequeñas de ADN, como un pelo hallado en un crimen o unos restos arqueológicos, esta ADN polimerasa amplifica millones de veces el ADN para poder ser analizado, secuenciado y estudiado”, añadió.

D.E.P. 

 

REDACCIÓN JUANJO MARTÍN


Archivado en: Revista Hipótesis
Etiquetas: Número 5, Artículo, Ciencia y Sociedad, Hipótesis, Juanjo Martín, General