10 de mayo de 2022 – 00:00 GMT+0000Compartir
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Los murciélagos se han convertido, a causa de la pandemia que sufrimos y muy a su pesar, en foco de atención. Quizás por eso conviene que los conozcamos algo mejor. Este grupo de mamíferos, también conocido como quirópteros, es el segundo más diverso del planeta, con 1456 especies descritas; sólo superado por los roedores. Se distribuyen por todo el mundo, a excepción de la Antártida y algunas islas oceánicas; muestran una gran diversidad de tamaños que van desde el zorro volador filipino (Acerodon jubatus), con una envergadura de hasta 1,5 m, hasta el murciélago moscardón (Craseonycteris thonglongyai), el más pequeño de apenas 3 centímetros. Y lo mismo que en lo que a su tamaño se refiere, su dieta es muy variada: se alimentan de insectos, peces, sangre, frutas o néctar entre otros. Los murciélagos presentan además dos características llamativas; son los únicos mamíferos capaces de volar activamente (lo que más se les aproxima son algunas ardillas y ratones que pueden planear) y se orientan por ecolocalización. Esta se basa en la emisión de ondas sonoras a través de su boca o nariz cuyo eco al rebotar es detectado por el murciélago. Mediante este sistema son capaces de determinar la ubicación de un objeto, su tamaño y su forma.
A pesar de estar presentes en muchos ecosistemas gran parte de las especies de murciélagos (en torno al 80%) están en peligro de extinción. Los murciélagos contribuyen al control de plagas, a la polinización y la dispersión de semillas. Es sobre la base de estas funciones que el estudio de su registro fósil suministra información de utilidad de cara a su conservación y de los ecosistemas en los que viven.
La Macaronesia es el área geográfica ubicada en el Océano Atlántico medio en la que se incluyen cinco archipiélagos de origen volcánico; las Islas Canarias, las Azores, las islas de Madeira, las Islas Salvajes y el archipiélago de Cabo Verde. En ella habitan más de quince especies de murciélagos. Las islas con mayor número de especies son las Canarias, con siete especies y una subespecie y Cabo Verde, con seis. De todas ellas, tres son endémicas, es decir, exclusivas de la Macaronesia. Se trata del orejudo canario o Plecotus teneriffae de las islas occidentales de Canarias; el murciélago de Madeira o Pipistrellus maderensis distribuido entre los archipiélagos de Azores, Madeira y Canarias, y el nóctulo de las Azores o Nyctalus azoreum exclusivo de Azores. Además, existen dos subespecies endémicas: el murciélago de bosque Barbastella barbastellus guanchae, de Tenerife y La Gomera en las Islas Canarias y el Nyctalus leisleri verrucosus, del archipiélago de Madeira.
El registro fósil de estos mamíferos suele ser escaso, formado principalmente por dientes aislados y algunos esqueletos articulados. En el caso del registro de las Islas Canarias, el carácter volcánico del medio (cuyo último episodio es la erupción de La Palma en el 2021), propicia la formación de tubos volcánicos en los que se conservan bien los frágiles huesos de los murciélagos. Así se han encontrado en yacimientos paleontológicos y arqueológicos de Lanzarote, La Palma, Tenerife y El Hierro. Los restos más antiguos datan de 700.000 años en La Palma (Cueva Honda del Bejenado) y los más recientes 800 años en Tenerife (Cueva de la Enladrillada). En el caso de Lanzarote y El Hierro, datan de 20.000 y 4.000 años, respectivamente.
En Paleontología, las investigaciones sobre mamíferos fósiles, incluidos los murciélagos se centran en el estudio de la dentición que aporta información sobre las adaptaciones al tipo de dieta. Los dientes presentan características que hacen posible diferenciar una especie de otra. En los estudios sobre el registro fósil de los murciélagos de canarias realizado por los autores, miembros del área de Paleontología de la Universidad de La Laguna, el primer problema que hubo que resolver fue determinar cómo eran los dientes de las especies de Canarias. Para ello se caracterizaron los molares de las siete especies de Canarias.
Los datos obtenidos de los restos fósiles de la Cueva de los Verdes (Lanzarote) confirmaron la presencia del murciélago de borde claro (Pipistrellus kuhlii). Algo que llamó la atención porque actualmente no habita esta isla; lo que indica una pérdida de diversidad en la fauna de mamíferos en general y de murciélagos en particular. Pero también nos informa de que algo ocurrido en los ecosistemas en los que vivían hizo que abandonaran la isla. Esta observación nos llevó a preguntarnos si lo que ocurrió afectó sólo a este grupo de animales o también pudo afectar a otros. En el Hierro, los restos fósiles se asignaron a dos especies endémicas antes citadas, el murciélago orejudo canario y el murciélago de Madeira. Estas especies siguen viviendo en la isla lo que nos permite valorar el efecto de la población humana en el ecosistema.
Por tanto los datos paleobiológicos arrojan luz sobre la distribución, extirpaciones o extinción de especies de murciélagos endémicos y no endémicos en las islas del Océano Atlántico medio.
Aún queda mucho por hacer en lo que a las investigación del registro fósil de los murciélagos en el archipiélago se refiere que pueden contribuir a la conservación de estas especies.
AUTORES Javier González Dionis, Elena Cadavid Melero y Carolina Castillo Ruiz.
ILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: , Artículo, Universidad de La Laguna, Número 11
Biología Animal, Edafología y Geología
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