2 de agosto de 2021 – 00:00 GMT+0000Compartir
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¿Te has preguntado alguna vez cómo eran los animales y las plantas que vivieron en Canarias hace miles, cientos de miles o millones de años? Las autoras, miembros del área de Paleontología de la Universidad de La Laguna, vienen estudiando desde hace años el rico y variado Registro Fósil de Canarias, lo que permite contestar a esta y otras preguntas.
Quizás no muchas personas sepan que en las islas podemos encontrar fósiles marinos de la época de los dinosaurios (del Mesozoico, hace 145 millones de años). Tampoco es generalmente conocido que los organismos que habitaron las islas en sus primeros momentos, cuando estas, como resultados de erupciones volcánicas submarinas afloraron en la superficie. Si viajaramos en el tiempo a esos momentos podríamos ver cómo en las zonas someras de las costas de esas proto-islas, a profundidades de hasta 50 metros, vivían diversos grupos de animales y plantas así como corales. Al mismo tiempo las incipientes zonas terrestres comenzaban a poblarse con los otros organismos. Aunque no conocemos exactamente cómo fue el orden de llegada sabemos que ya había flora terrestre en Gran Canaria hace unos 15 millones de años, en el periodo conocido como Mioceno.
A períodos posteriores corresponden los restos fósiles de reptiles, en este caso tortugas gigantes terrestres. Éstas llegaron a las islas de Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife durante los últimos 6 millones de años (Mioceno). Ha sido en Tenerife donde se han encontrado los restos más recientes, correspondientes al Pleistoceno. Estas tortugas gigantes podrían haber tenido un papel clave como dispersoras de semillas, algo que se ha visto también en otros ecosistemas insulares como es el caso de las Islas Galápagos. Pero puesto que las tortugas terminaron por desaparecer, se nos plantea la cuestión de qué especie tomó su “relevo” en el ecosistema insular. Es aquí cuando entran en escena los emblemáticos lagartos gigantes de Canarias pertenecientes al género endémico Gallotia.
Los lagartos canarios, curiosamente, están emparentados con los lagartos fósiles del Mioceno (Janosikia ulmensis) que aparecieron en yacimientos del sur de Alemania. Pero también lo están con el lagarto actual , cuyo nombre científico es Pseudopus apodus; también llamado lagarto de cristal de Pallas o lagarto sin patas europeo. Es sorprendente constatar cómo el Janosikia presentaba una talla que se podría denominar gigante, lo que nos hace pensar que los primeros lagartos en llegar a Canarias también podrían haber sido grandes.
A pesar de haber sido muy estudiados, seguimos sin saber mucho del registro fósil de los actuales lagartos de Canarias. Las investigaciones sobre la genética de los mismos indican que una primera posible llegada pudo haberse producido en el lejano Mioceno, aunque los primeros fósiles encontrados son mucho más recientes, del Pleistoceno. Su llegada a las islas, tal como proponen diversos autores, se inició en Lanzarote y Fuerteventura, desde donde fueron diversificándose. Hoy en día subsisten cuatro especies de lagartos gigantes con antecedentes fósiles que habitan de manera natural en Gran Canaria (Gallotia stehlini); en Tenerife (Gallotia intermedia); en El Hierro (Gallotia simonyi) y en La Gomera (Gallotia bravoana). Además, existen otras cuatro especies de menor tamaño: Gallotia atlantica en Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria; Gallotia galloti en Tenerife y La Palma y Gallotia caesaris en La Gomera y El Hierro. A esta relación hay que añadir dos especies extintas de gran tamaño: Gallotia goliath en Tenerife, cuya presencia en El Hierro ha sido recientemente confirmada, y Gallotia auaritae en La Palma. La presencia Gallotia goliath en El Hierro y la distribución de sus restos y fósiles de Gallotia simonyi, nos habla de una posible separación en diferentes nichos ecológicos. Esto se debe a que los restos de Gallotia goliath han aparecido en yacimientos de zonas donde la vegetación potencial eran pinares endémicos, y los de Gallotia simonyi áreas de tabaibales-cardonales y sabinares.
Volviendo a nuestra pregunta inicial: ¿Qué especie asumieron la tarea de dispersar las semillas, al desaparecer las tortugas? Es posible que los lagartos gigantes, herbívoros de grandes dimensiones, fueran los responsables.
La siguiente pregunta que se nos podemos plantear es, ¿cómo llegó Gallotia goliath desde la isla de Tenerife a la de El Hierro? Para responder a esta misma pregunta en el caso de ciertos insectos se ha propuesto que el intercambio entre islas pudo deberse a grandes movimientos de tierra, de los que han sido registrados en Canarias muchos en los últimos 18 millones de años. De ellos, al menos 6 pueden estar implicados en el aporte de fauna de Tenerife a El Hierro.
De lo anterior se deduce fácilmente la importancia de conservar el Registro Fósil, como fuente de información que nos permite conocer la evolución de las especies en nuestras islas. La información que nos aporta el Registro Fósil es esencial para establecer los planes de conservación de nuestra biodiversidad. El Registro no habla de la historia de la vida de los organismos que vivieron y viven en Canarias. Conocer cómo sus poblaciones han aumentado o disminuido, cómo han cambiado sus lugares predilectos para vivir o quienes eran sus depredadores naturales, nos sirve además para protegerlos y prevenir su extinción. En fin, por cada pregunta a la que le damos respuesta surgen otras muchas que quedan pendientes de responder….
AUTORAS Carolina Castillo Ruiz y Penélope Cruzado – Caballero
ILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 9, Artículo, Energía, Biodiversidad y Medioambiente, , Universidad de La Laguna
Biología Animal, Edafología y Geología
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