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Sección Femenina, Asociaciones de Amas de Casa y feminismo en la España franquista

8 de marzo de 2023 – 00:00 GMT+0000
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La Sección Femenina fue el único movimiento reconocido de mujeres en España durante la dictadura franquista, si bien se trataba de un colectivo antifeminista y anti emancipatorio. En 1960, cuando no existía en España un movimiento feminista, la Sección Femenina estaba conformada por mujeres de clases acomodadas y alto estatus social, marcadamente religiosas y un tanto alejadas de la realidad de las clases populares. Sus actuaciones se centraban en la formación y la educación de las mujeres, en los servicios sociales y en la organización de cursos de formación. En los últimos años del franquismo se creó en su seno la Asociación de Amas de Casa (1967), vinculada al denominado Movimiento Nacional, como vía para canalizar las actividades formativas para las mujeres.

«Trabajando desde la clandestinidad lucharon contra la represión franquista, a la vez que defendía los derechos laborales y cívicos de las mujeres y cuestionaban las actitudes misóginas de la sociedad»

Estas Asociaciones de Amas de Casa se extendieron por toda la geografía española tanto a nivel provincial como local. En su seno reapareció el feminismo, cuando algunas mujeres las utilizaron para infiltrar ideas aperturistas. Trabajando desde la clandestinidad lucharon contra la represión franquista, a la vez que defendía los derechos laborales y cívicos de las mujeres y cuestionaban las actitudes misóginas de la sociedad. Este movimiento, social y político, liderado por mujeres buscaba, en tiempos nada fáciles, la igualdad de derechos y eliminar las diferencias de género y la violencia. Pero en el discurso político y social de la época, marcadamente androcéntrico, no tenían cabida sus reivindicaciones. La sociedad patriarcal de la época estaba en contra de la promoción y la emancipación femenina, a la vez que combatía las propuestas democráticas. Sin embargo, las pocas feministas de la época se fueron haciendo visibles en los distintos escenarios. Desde la clandestinidad se abrieron espacios y foros para el debate; en las casas, en las iglesias, en los barrios y, allí donde podían difundían sus propuestas y se rebelaban contra la dictadura y denunciaron la discriminación y las desigualdades socio-laborales. A través de estas acciones contribuyeron al despertar de la conciencia sobre las limitaciones que afectaban a las mujeres al tiempo que favorecieron el movimiento feminista.

» el rol de la mujer estaba limitado a la esfera privada y a la vida doméstica, al matrimonio y la maternidad»

El papel de las mujeres en la esfera pública, durante el franquismo, tuvo un carácter residual. La educación remarcaba los objetivos e ideales del régimen y el rol de la mujer estaba limitado a la esfera privada y a la vida doméstica, al matrimonio y la maternidad. La reclusión doméstica y su dependencia de los hombres de la familia les llevó a ser identificadas como la mujer de, la hija de, la hermana de, la madre de, e incluso “la mujer del preso…”. En el franquismo no tenían derechos civiles ni reconocimiento jurídico, y aunque no estuvieran reconocidas como ciudadanas, sí tenían responsabilidades penales, en el caso de cometer algún delito tipificado por el código civil. 

Los cambios sociales vinieron acompañados con el resurgimiento del movimiento feminista. La llegada de ideas renovadoras del exterior, junto con la progresiva industrialización y las mejoras económicas y sociales propició la movilización de las españolas y la aparición de grupos feministas. En este contexto las mujeres utilizaron las estructuras de la Sección Femenina para sus reivindicaciones en favor de la igualdad, desde la clandestinidad y bajo el amparo de las instituciones oficiales. La campaña de mentalización a sus congéneres estuvo siempre dificultada por el grado de adoctrinamiento, por el control y las campañas del miedo que tanto efecto surtieron. 

Las mujeres relacionadas con grupos políticos y organizaciones cristianas utilizaron diferentes foros para denunciar la discriminación y los abusos que sufrían; se trataba, sobre todo, de mujeres vinculadas al Partido Comunista, al Partido Socialista, a partidos de extrema izquierda y a organizaciones cristianas, como la Hermandad Obrera de Acción Católica. Las mujeres empezaron a demandar más espacio y reconocimiento, demandas que se hicieron incluso en los partidos políticos clandestinos en los que militaban, que las relegaban en muchos casos a tareas ”serviles”: redactar actas, llevar la contabilidad, distribuir propaganda, participar en las manifestaciones, hacer recados, el café o la comida; mientras que la gestión, la toma de decisiones y el diseño de estrategias eran asunto de los hombres. La militancia descubrió a las mujeres la desigualdad entre los compañeros de lucha; con el resultado de una escasa promoción de las mujeres dentro del partido en medio de la lucha antifranquista.

No obstante, funcionaba una red de mujeres que se relacionaban, en las que unos grupos se relacionaban con otros. Algunos de estos, vinculados a los partidos políticos se implicaban en las situaciones de supervivencia de las familias de los presos, a través de recaudaciones de dinero o alimentos, o bien difundiendo información. De este modo, en el entramado de la lucha antifranquista y desde el seno del Partido Comunista de España comenzó a gestarse el Movimiento Democrático de Mujeres. Se organizaron no sólo las militantes y las mujeres de los presos, sino otras, ajenas al partido, pero con conciencia política, democrática e igualitaria. Las reuniones clandestinas pretendían despertar la conciencia y el compromiso de la lucha antifranquista en clave de género. Fue así como se integraron en la Asociación de Amas de Casa y aprovecharon las Asociaciones Vecinales y las Asociaciones de Padres de Alumnos, para canalizar sus reivindicaciones.

Las Asociaciones de Amas de Casa fueron un nexo con la actividad feminista en la clandestinidad. Las Asociaciones de Ama de Casa “rojas” desempeñaron un importante papel en los barrios a través de la acción vecinal; se hicieron oír en plazas, mercados y en las iglesias, reivindicando mejoras de servicios o el reconocimiento de derechos, libertad y democracia. Su labor no estuvo nunca exenta de riesgos.

AUTORA Teresa González Pérez

ILUSTRACIÓN CARLA GARRIDO


Archivado en: Revista Hipótesis
Etiquetas: Numero 14, Artículo, Ciencia y SociedadUniversidad de La Laguna