Veinte años después
lunes 8 de enero de 2024 – 00:00 GMT+0000
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El 14 de noviembre de 2003, un grupo compuesto por doce personas, dedicadas a la docencia y a la investigación, constituyó el núcleo fundacional del Aula Cultural de Divulgación Científica de la Universidad de La Laguna. Dicho lo anterior, ya la audiencia puede intuir que el presente artículo tiene como objetivo conmemorar el vigésimo aniversario de este colectivo. Ahora bien, antes de que pase usted página -digital- y siga la lectura hacia derroteros más atractivos, es menester advertir que aquí no se va a hacer crónica cronológica de eventos, sino aprovechar la ocasión y el espacio brindado para hacer un necesario balance y, de paso, rememorar la multitud de pequeñas historias que conforman un relato que se inició varios años antes de la fecha oficial de constitución.
Dice la página de la Universidad de La Laguna que las aulas culturales son entidades autónomas especializadas, de carácter democrático y participativo, que constituyen espacios culturales abiertos a la comunidad universitaria y a la sociedad con el objetivo de promover la dinamización cultural y la participación conjunta en actividades culturales. Si avanzamos hasta el perfil del Aula en cuestión, los objetivos generales se concretan en la divulgación científica, el análisis objetivo de las pseudociencias y la difusión del pensamiento crítico. Sin embargo, como pueden imaginar, el colectivo no surgió ese 14 de noviembre armada y constituida, como por generación espontánea. Su nacimiento fue vástago de su tiempo.
«El cambio de milenio trajo parael área de extensión cultural de laULL una expansión en el área deformación»
A finales de los noventa, Internet era una curiosidad que, poco a poco, empezaba a asomarse a los hogares, las aulas y los trabajos. Se abría una nueva ventana al mundo y el tiempo y la distancia empezaban a tener otro sentido. En ese escenario hicieron su aparición las listas de correo, en las que, a partir de un eje temático común y utilizando la mensajería electrónica, se generaban conversaciones, discusiones y debates de todo tipo. El pensamiento crítico no fue la excepción y, pronto, hubo una lista, Esceptican, orientada a la discusión en torno al pensamiento crítico y la lucha contra las pseudociencias en Canarias.
En Esceptican se dieron cita personas de las más variadas procedencias: profesorado universitario más o menos consolidado, jóvenes que se iniciaban en la carrera investigadora y autodidactas que buscaban una aproximación a los fenómenos paranormales desde un punto de vista científico. El intercambio de mensajes pronto dejó paso a una rápida desvirtualización y, en aquel año 2000 en el que se depositaron tantas esperanzas y unos cuantos vaticinios apocalípticos se iniciaron diversos encuentros en los que, en los lugares habituales de socialización hispánica, se fueron conformando vínculos e iniciativas que buscaban, por un lado, la divulgación de la actividad científica y, por otro, la lucha contra las pseudociencias. Allí se organizaron las visitas a algunos ciclos de conferencias paranormales en las que la intención de debatir fue contestada con alguna patada perdida, dejando patente que la divulgación del pensamiento crítico no es una actividad exenta de riesgos. También, en el verano de ese mismo año, tomaría forma un proyecto que, todavía hoy, está vigente: Ciencia y pseudociencias.
«La consolidación de estainiciativa sirvió para conformarun colectivo estable que abordóla tarea de crear una estructurapermanente para llevar a cabolas tareas divulgadoras».
El cambio de milenio trajo para el área de extensión cultural de la ULL una expansión en el área de formación. La oferta formativa se multiplicó, teniendo en los interdisciplinares su plato fuerte: cursos de sesenta horas orientados tanto al alumnado como al público externo. Bajo distintas denominaciones y, desde 2006, como Ciencia y pseudociencias, el curso se mantuvo durante catorce ediciones en las que se dibujó un panorama de la ciencia contemporánea y se trató el influjo de las pseudociencias en la sociedad. La consolidación de esta iniciativa sirvió para conformar un colectivo estable que abordó la tarea de crear una estructura permanente para llevar a cabo las tareas divulgadoras que, puntualmente, se hacían el curso interdisciplinar. El Aula Cultural de Divulgación Científica echaba a andar. La constitución del ACDC fue un acicate para seguir adelante y organizar nuevas iniciativas, que discurrieron paralelas al curso. Así, en 2004 veía la luz Ciencia y pseudociencias: realidades y mitos, un libro que venía a recoger las principales ponencias de las tres primeras ediciones del interdisciplinar. Tras él llegarían otros dos volúmenes con ediciones en papel y digital, en 2007 y 2008. Sus contenidos aún pueden encontrarse en la página www.cienciaypseudociencias.es.
«La constitución del ACDC fueun acicate para seguir adelante yorganizar nuevas iniciativas, quediscurrieron paralelas al curso.»
Siguiendo la premisa marcada para las aulas culturales, el ACDC se volcó rápidamente en salir de los campus. Así, ciclos de conferencias como La ciencia ante el público se centran en el debate con la ciudadanía de cuestiones de interés como la clonación, el uso de la energía nuclear o la existencia de organismos transgénicos. Por su parte, otros como Ciencia con Ñ trajeron a las islas a figuras principales de la actividad científica en España como Margarita Salas Falgueras, Juan Luis Arsuaga Ferreras o Manuel Toharia Cortés. Los inicios del nuevo siglo coincide, además, con un momento particularmente dulce en la prensa insular, donde varios diarios cuentan con suplementos culturales. El Aula estará presente en la forma de varias series de artículos y crítica literaria y contará con su propio programa radiofónico Autopista a la Ciencia: La hora de ACDC, en la emisora universitaria Radio Campus. Este luminoso panorama no tardaría en oscurecerse. La crisis económica de 2008 se llevó por delante la mayor parte de la financiación cultural, así como los suplementos culturales. La implantación del Espacio Europeo de Educación Superior -el «plan Bolonia»- marcó la rápida decadencia de los interdisciplinares. Tocaba renovarse y el cambio vino con la organización de conferencias informales en los bares. Llegaba a Canarias el ciclo Escépticos en el Pub que, en este año, ha llegado al centenar de ediciones, distribuidas en catorce temporadas.
«Mientras exista estanecesidad, la Universidadde La Laguna, en tanto queinstitución pública, estaráobligada a cumplir con sudeber de hacer divulgación enel seno de la sociedad en la quese integra y para la ciudadaníaque la compone.»
Muchas cosas han cambiado en estos veinte años, pero sigue siendo menester que la ciencia salga de los campus universitarios y que el pensamiento crítico sea la vacuna para combatir las supercherías. Mientras exista esta necesidad, la Universidad de La Laguna, en tanto que institución pública, estará obligada a cumplir con su deber de hacer divulgación en el seno de la sociedad en la que se integra y para la ciudadanía que la compone. Mientras haya que desarrollar esa tarea, el ACDC estará presente, asumiendo el recordatorio constante de que la ciencia es parte de la cultura y que una sociedad sin cultura es una sociedad sin futuro.
REDACCIÓN LUIS CAPOTE, CARLOS ÁLVAREZ
ILUSTRACIÓN HIPÓTESIS
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Número 16, Artículo, General, Luis Capote, Carlos Álvarez, Revista Hipótesis, Universidad de La Laguna
Doctor por la Universidad de La Laguna con la tesis El tiempo compartido en España un análisis de la formula Club Trustee desde la perspectiva del derecho español 2005. Dirigida por Dr/a. Pedro de Pablo Contreras.
Disciplinas Jurídicas Básicas
lcapote@ull.es
Doctor por la Universidad de La Laguna con la tesis La sílaba como unidad de activación en el reconocimiento visual de palabras 1995. Dirigida por Dr. Manuel Francisco Carreiras Valiña.
Psicología Cognitiva, Social y Organizacional
calvarez@ull.es