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Hernández: «La calidad de los programas informáticos es una necesidad, no una alternativa»

martes 15 de junio de 2004 - 00:00 GMT+0000

En opinión de Juan Francisco Hernández Ballesteros, gerente del Instituto Insular de Informática y Comunicaciones del Cabildo de Tenerife, el control de la calidad de los programas informáticos no es una alternativa voluntaria que puedan considerar o no los desarrolladores, sino una auténtica «necesidad». Según el especialista, cualquier empresa de software que quiera ser competitiva en el mercado actual, debe asegurar la calidad de sus productos.

El ponente participó hoy, martes 15 de junio de 2004, en la segunda sesión de las I Jornadas de Ingeniería de Software, que se celebran en la Facultad de Física y Matemáticas y concluyeron hoy. En su ponencia La calidad y su medida como factor estratégico en empresas de tecnologías de la información y comunicaciones (TIC), defendió la necesidad de que las empresas de programas informáticos tengan la misma rigurosidad en el control de calidad que se da en otras ingenierías.

Hernández fue contundente cuando afirmó que la calidad en las empresas TIC «no está bien», puesto que en la actualidad no hay posibilidades de asegurar cuándo se finalizará el desarrollo de un programa ni cual será su resultado. «Acabar un trabajo de ingeniería de software dentro del plazo y sin errores? Eso no lo he visto en mi vida», afirmó, para añadir que es necesario que los desarrolladores asuman la necesidad de evaluar sus productos y mejorar sus procesos de elaboración.

En ese aspecto, el experto afirmó que los ingenieros de software están 30 años por detrás del resto de profesionales técnicos, puesto que aún no pueden cuantificar sus procesos. Y es necesario que lo logren, porque los programas de ordenador son «el producto de mayor trascendencia en las industrias de principios del siglo XXI».

Mejorar la fiabilidad del software es otro reto que debe plantearse el sector, afirmó el experto. Consideró que sucesos como el efecto 2000 prueban que algo falla, pues se hicieron programas que no funcionaban a causa de un cambio de calendario, y para colmo los desarrolladores que lo hicieron mal cobraron grandes sumas para solucionar su error. Otro ejemplo de la desconfianza hacia el sector está en los nuevos aviones Airbus 340, que llevarán en cabina dos pilas con cuatro ordenadores cada una y dos sistemas operativos distintos. «Esa duplicidad indica que no se fían de nosotros», indicó el especialista.

El problema reside en que existen serios problemas para medir el software, al tratarse de un ente inmaterial que no se fabrica, sino que se desarrolla y que pese a no deteriorarse, necesita mantenimiento. Ya se están ideando procedimientos para lograr tomas de medidas exactas, pues esa es la única vía de conseguir la rigurosidad deseada.

Un elemento imprescindible es la adopción de certificados de calidad. Hernández señaló la utilidad de la norma ISO 9126, que no evalúa el producto final, sino su proceso. Aunque el especialista reconoció que es posible lograr ese certificado sin merecerlo gracias a ciertas prácticas picarescas, también aseguró su rigurosidad y agregó que «si el proceso es correcto, es lógico pensar que su resultado también lo sea».

Otra norma que existe es la CMM, muy arraigada en el mundo anglosajón aunque no muy popular en Europa, basada en organizar actividad de las ecorporaciones en niveles; como dato, Hernández señaló que el departamento de Defensa de EE.UU. sólo adquiere productos de empresas con el nivel cuatro.

Pero lo importante es que la cultura de la calidad se convierta en algo intrínseco al propio trabajo de los ingenieros de software. «No se trata de conseguir la certificación porque sí, sino de creer que la calidad es un elemento que proporciona ventajas estratégicas». Añadió que lograr calidad es costoso, pero que lo es más la falta de calidad. «Cuanto más sólidos sean los programas, menos habrá que gastar en arreglos y servicios técnicos».


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