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Un especialista considera que adaptar la universidad a Europa pasa por distinguir entre enseñar y aprender

viernes 20 de enero de 2006 - 00:00 GMT+0000

Para Juan Ignacio Pozo, catedrático de Psicología Básica de la Universidad Autónoma de Madrid, el nuevo modelo de enseñanza universitaria que impone la reforma europea obligará al profesorado, entre otras cosas, a saber distinguir la enseñanza del aprendizaje. El ponente ha sido el encargado de dirigir en la calle Viana 50, los días 19 y 20 de enero de 2006, el curso «De la enseñanza al aprendizaje o cómo promover estrategias de aprendizaje autónomo en los alumnos», auspiciado por el Vicerrectorado de Planes de Estudios y Títulos Propios de la Universidad de La Laguna.

El nuevo modelo que trae el Espacio Europeo de Educación Superior, cuya puesta en marcha está fijada en 2010, obligará a cambiar los modos de docencia ya que se valorará más el trabajo personal del estudiante. Según Pozo, se calcula que el 40% del esfuerzo total de cada materia corresponderá a la clase presencial, mientras que el 60% será trabajo personal del alumno.

La reforma europea está siendo polémica ya que parece que la estructura de los estudios experimentará una reducción de años académicos. Según Pozo, eso no supondrá una merma en los conocimientos adquiridos, ya que lo que se pierda en clase presencial, se ganará en trabajo que tendrá que realizar el alumno. En este sentido, afirmó que se calcula que los estudiantes del nuevo sistema deberán dedicar una media de 40 horas semanales a sus carreras como mínimo.

Se trata de promover estrategias en las que el alumno sea más activo y aprenda a partir de las experiencias y el propio trabajo. Es un modelo en el que el trabajo personal y la tutoría del profesor serán esenciales, y sustituirán al actual modelo, en el que el alumno se limita a tomar apuntes. Pozo puntualizó que las clases magistrales seguirán siendo útiles y practicadas, pero no deben ser el único medio.

«El dicho afirma que cada maestrillo tiene su librillo; se trata de que ahora tengamos muchos librillos», señaló Pozo para ejemplificar la idea de que el profesor deberá recurrir a medios de enseñanza diferentes para alcanzar la meta, que no es otra que la formación de los estudiantes. «Ocurre que habrá objetivos diferentes, por lo que habrá que recurrir a estrategias diferentes para lograrlos».

Otro aspecto que se debe trabajar es la motivación del alumnado. Lo ideal sería que la materia interesara a todos los estudiantes, pero el ponente es consciente de que ello es imposible. Por ello, se debe recurrir a la motivación más arraigada, que no es otra que el deseo de aprobar no tanto por estar interesado en la materia en sí, sino para poder seguir avanzando en su carrera.

En ese caso, Pozo señaló que hay que establecer vías de motivación relacionadas con la evaluación, y dar pistas al estudiante de lo que se espera de él. «Con el sistema actual, el alumno sólo sabe qué objetivos persigue el evaluador en el momento mismo del examen». En todo caso, hay que tener siempre presente que en cada clase hay diferentes tipos de alumnos con motivaciones igualmente dispares, y hay que estar preparados para atenderlas a todas.


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