Pedro González Zerolo fue un político con larga trayectoria y, especialmente, un activista comprometido con la lucha contra las discriminaciones que afectan a varios colectivos e impiden que la sociedad sea más igualitaria. Pero mucho antes, y es motivo de orgullo para esta institución, fue alumno de la Universidad de La Laguna, donde cursó la Licenciatura en Derecho entre los años 1977 y 1982.
Por ello, esta universidad desea unirse modestamente a las numerosas muestras de afecto, respeto y luto que se han producido en las últimas horas para reconocer la labor de una vida dedicada a la lucha por los valores democráticos y los derechos civiles. De algún modo, su carrera comenzó en nuestras aulas, y queremos pensar que en la que fuera su alma mater adquirió los primeros mimbres sobre los que trenzaría su fructífera trayectoria política, profesional y social.
Algunos de sus compañeros y compañeras de promoción forman parte en la actualidad de la plantilla docente de la ULL. La catedrática de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social Gloria Rojas Rivero lo recuerda como a alguien “alegre, de sonrisa amplia”, a quien los medios están tratando con la justicia que merece. «Cuando terminamos y se fue a Madrid, no perdimos un compañero porque siempre siguió viniendo por aquí y acudiendo a alguna de nuestras citas anuales», comenta la profesora.
Zerolo fue un activo militante pro derechos de los colectivos de personas homosexuales, transexuales y bisexuales. «Llegado a Madrid, hizo visible enseguida su lucha pública por los derechos de la comunidad gay, unida a su batalla política por los valores democráticos en general. Ha sido, sin ninguna duda, la persona a quien España le debe una ley pionera en Europa y América sobre el matrimonio homosexual. Un símbolo para estos colectivos y una persona luchadora, valiente (se ha dicho, también, ‘decente’) y absolutamente positiva, incluso en los momentos en que ha tenido que sufrir esta enfermedad que, finalmente, se lo ha llevado», recuerda Rojas.
Margarita Ramos Quintana, también catedrática de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, lo recuerda como un joven alegre, deportista y buen estudiante, que ejerció con diligencia su cargo de Delegado de Curso. “En esos años, Pedro y quienes fuimos sus compañeros tuvimos un desarrollo intelectual difícil de reproducir en otros estadios de la vida: Derecho, Filosofía, Política, Música, Literatura, nada escapaba a nuestro interés. La facultad era un hervidero de jóvenes deseosos de cambiar el mundo de una forma más justa y solidaria. Pedro era un líder indiscutible”.
Ramos también se refiere a su papel en la creación de la ley que de matrimonio entre personas del mismo sexo. “Fue él quien lideró este proceso, aunque los distintos poderes del Estado ejercieran las funciones que constitucionalmente tienen atribuidas. La base de su propuesta se centraba en el valor de la «dignidad», de modo que la reivindicación de la igualdad de las personas sin discriminación por razón de su orientación sexual pasó a tener un valor de índole moral: el respeto a la dignidad inalienable de todo ser humano. Ello ha contribuido decisivamente a que, frente a sectores religiosos ultraconservadores, otras corrientes progresistas dentro de la Iglesia hayan terminado por comprender este valor implícito en toda persona por el hecho de serlo”.
Ramos Quintana reflexiona que “el joven estudiante de la Facultad de Derecho de la ULL de algún modo pudo entrever que la fe en los valores democráticos puede producir transformaciones profundas en la sociedad. Hizo su viaje. Vivió por lo que creía y para hacer realidad sus sueños. El legado que nos ha dejado nos convoca a seguir creyendo en los valores de la democracia”.
Pese a la tristeza de la ocasión, para la Universidad de La Laguna es todo un honor haber contado con un alumno como Pedro G. Zerolo y haber contribuido en la formación académica, pero también política y ética, de una persona que ha sido querida por quienes lo conocieron, respetada por sus valores y apreciada por sus actos.
El rector de la Universidad de La Laguna, Antonio Martinón, considera que Pedro G. Zerolo es un gran ejemplo de lo que, a su juicio, debería ser el carácter universitario: “La academia no puede limitarse impartir meros conocimientos y habilidades. El alumnado debe adquirir valores que sirvan para poner todo lo aprendido al servicio del prójimo. El fruto de la investigación y del desempeño profesional de los universitarios debería servir para mejorar la sociedad y ayudar a edificar un mundo más justo e igualitario para todas y todos. Eso es, justamente, lo que hizo Pedro G. Zerolo, consagrando su actividad a la lucha por la igualdad y el bienestar del prójimo”.