José Carlos Hernández, del Departamento de Biología Animal, Edafología y Geología director del grupo de investigación en “Ecología de Comunidades Marinas y Cambio Climático” de la Universidad de La Laguna, ha sido invitado recientemente por la Universidad de Costa Rica y la organización ecologista Conservation International para participar en una gran expedición a la Isla de El Coco.
El objetivo de esta campaña es evaluar el estado de conservación de las comunidades de arrecifes coralinos, su biomasa y diversidad, así como valorar el impacto sufrido por el reciente Niño – Godzilla. Este fenómeno climático ha sido el más fuerte desde el ocurrido en 1997, por lo que se prevén una consecuencias importantes en las comunidades marinas.
La Isla de El Coco es un Área de Conservación Marina de alta protección y de gran interés internacional, puesto que es una de las pocas zonas en el Pacífico que tiene esta máxima protección. Por ello, se trata de un enclave muy particular para estudiar cómo funcionan estos sistemas prístinos sin influencia humana. Un indicador claro de la poca actividad humana en la zona es la gran abundancia de tiburones, y de hecho es el segundo lugar del planeta con mayor abundancia de estos grandes depredadores.
Esta isla que pertenece a la República de Costa Rica fue descubierta por el navegante español Juan Cabezas de Grado en 1526 y se encuentra a 36 horas de navegación desde el continente. Su área terrestre es parecida a la isla de La Graciosa, auque es el triple de alta y con una exuberante vegetación debido a la intensa lluvia que da lugar a un bosque nuboso, ríos y cataratas en su interior. Estas peculiaridades y las condiciones de aislamiento hacen que presente un gran número de especies endémicas y se trate de un verdadero laboratorio natural.
Uno de los investigadores más renombrados que visitó la Isla fue Jacques-Yves Cousteau quien consideró la vida de la isla como “la más bella del mundo”. La isla ha servido también de inspiración para novelas como “La isla del Tesoro” y “Parque Jurásico”, o como lugar de paso de afamados piratas entre los que se encuentran el capitán Morgan, Edward Davies o William Thompson. Según las leyendas, este enclave fue utilizado por este último para esconder el valioso tesoro de Perú, robado a la Corona Española en 1820.
Pero, como señala el propio Hernández, “leyendas y novelas aparte, el principal tesoro de la isla es su increíble biodiversidad, por lo que visitarla será toda una experiencia y honor”.