“La gobernabilidad de los países pasa irremediablemente por un proceso de creación de cultura política, alejada de los modelos tradicionales en los que los sentimientos morales no estaban presentes”, es la conclusión a la que llega Ángela Calvo de Saavedra, catedrática de la Pontificia Universidad Javierana de Bogotá, que participó en la tarde de este lunes 9 de octubre en la Jornada de Gobernanza y Democracia sobre la gestión de conflictos que tuvo lugar en la Facultad de Derecho en el programa que dirige Ángela Sierra dentro del Campus América.
“Llevo mucho tiempo estudiando los sentimientos morales y políticos y cada vez estoy más convencida de que mientras no trabajemos en una cultura democrática desde los sentimientos la sociedad civil no se moverá”, añadió la catedrática que aseguró que hoy por hoy “las instituciones ya se van dando cuenta pero ellas solas no bastan: se necesitan las motivaciones de la gente para apoyarlas”.
Por lo tanto, la profesora colombiana asegura que es imprescindible la educación basada en la inteligencia emocional para conseguir, en el futuro, ciudadanos que sean capaces de no analizar todo bajo la óptica de la ira. “Mi ponencia de hoy tiene como subtítulo ‘De la ira a la compasión’ y reza sobre cómo pasar de la ira política a la posibilidad de tratarnos con cierta generosidad y pensar en algo común. Si la política es el bien común, tenemos que construir algo que nos lleve a ese bien común. Y es más fácil construirlo desde el tú y yo, desde las interacciones cotidianas que hacerlo jerárquicamente, porque eso no se puede legislar, es inútil intentar hacerlo porque no se conseguirá”, dijo, a lo que sumó que “no se puede legislar la solidaridad, se puede legislar la justicia, pero la solidaridad, por ejemplo, no puedes obligar a la gente a tenerla o ejercerla con una ley, a no ser que crees una cultura política del encuentro, y se ejerza desde la responsabilidad individual de cada uno”.
Sin embargo, dijo, “aún hay mucho camino por recorrer, porque tradicionalmente en la política el lugar que ocupan las emociones suele ser malo, porque es el de la posverdad. Todos los fenómenos actuales -Trump, el Brexit, los separatismos, incluso el ‘no’ frente al proceso de paz- desgraciadamente tienen que ver con la ira. Si cultiváramos otras emociones los resultados serían, obviamente, diferentes”, aseguró. Por lo que, argumentó, “hay que transitar de la ira porque de lo contrario estaremos en guerra todo el tiempo”.
En este sentido, y refiriéndose al proceso de paz en Colombia, Calvo de Saavedra indicó que “el odio de la gente contra la guerrilla ha dificultado la posibilidad de insertar a los que proceden de ella, pese a que hayan dejado las armas”, y recordó que “una cosa es que tengan representación política, que la tendrán, pero en la sociedad civil quién les va a dar trabajo, quién va a confiar en ellos mientras no exista un clima de confianza”.
La catedrática concluyó apuntando que “en Latinoamérica la carencia de cultura política es toda. Nunca hemos sido enseñados en eso y el gran problema de la corrupción que tenemos en las instituciones tiene que ver con ello: los sentimientos egoístas priman. Y por eso hay que crear un nuevo balance de sentimientos incluyentes que darán lugar a una verdadera gobernanza inclusiva”, para ello, “la idea es mover la geografía emocional, que fortalezcamos desde la infancia sentimientos de curiosidad, de solidaridad, de perdón, en lugar de sentimientos que fortalezcan el narcisismo y la defensa”, y concluyó afirmando que “con la generación de adultos será difícil, la esperanza está en los jóvenes. Este sería el camino para el posconflicto, aquí y allá; si no trabajamos por ahí la radicalización va a ser siempre peor. Pero esto es un proceso largo, no es una cosa de un día para otro”.